Lori Meyers son uno de los nombres que más fácilmente podrían entrar en una especie de lista de clásicos del indie de los dosmiles. Y como la mayoría de esa hipotética lista, lo suyo son los estribillos pop (aunque alguna vez, para escándalo de alguno, hayan caído en la trampa de lo bailable), que desde “Cronolánea” (Universal/La Incubadora, 08) unos años se ha tornado más personal y con influencias menos evidentes que en sus primeros trabajos.