Los mejores discos internacionales de 2016
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Los mejores discos internacionales de 2016

Redacción — 30-11-2016
Fotografía — Archivo

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6.- Bon Iver

"22, A Million"

(Jagjaguwar/ Popstock!)

(FOLK) Habrá quien considere, escuchándolo, que “22, A Million” es un movimiento forzado (no hace falta más que echarle un vistazo a los títulos de las canciones para tener claro que el estadounidense no pretende ponerle las cosas fáciles a los oyentes accidentales), mientras que otros entendemos que Vernon ha usado la presión en beneficio propio y, junto a buena parte de sus músicos habituales e influido por amigos como James Blake o Kanye West, se ha dejado llevar hacia algún lugar alejado de lo que en su caso sería más evidente. Nunca ante había echado mano de tanta electrónica, nunca antes había exprimido tanto el Autotune en sus canciones, nunca antes había sonado tan experimental. Y lo bueno de la historia es que todo ello no impide que “22, A Million” continúe atesorando una parte de la melancolía y la emoción de sus antecesores. Lo que ocurre es que, cuando uno está a punto de soltar la lagrimilla en los momentos más intensos, va Vernon y nos planta unos glitches malintencionados, suelta unas fugaces percusiones noqueantes o desdibuja la melodía hasta que casi nos olvidamos de ella. Con todo ello, Bon Iver redondea un álbum que nunca será el favorito de prácticamente ninguno de quienes le rendimos pleitesía, pero que encaja a la perfección en una evolución artística coherente a la huída del acomodo. Porque “22, A Million” es un disco exigente que requiere escuchas en buenas condiciones, pero que, al final –y eso es lo importante-, ofrece su recompensa. Joan S. Luna

6.- Bon Iver

"22, A Million"

(Jagjaguwar/ Popstock!)

(FOLK) Habrá quien considere, escuchándolo, que “22, A Million” es un movimiento forzado (no hace falta más que echarle un vistazo a los títulos de las canciones para tener claro que el estadounidense no pretende ponerle las cosas fáciles a los oyentes accidentales), mientras que otros entendemos que Vernon ha usado la presión en beneficio propio y, junto a buena parte de sus músicos habituales e influido por amigos como James Blake o Kanye West, se ha dejado llevar hacia algún lugar alejado de lo que en su caso sería más evidente. Nunca ante había echado mano de tanta electrónica, nunca antes había exprimido tanto el Autotune en sus canciones, nunca antes había sonado tan experimental. Y lo bueno de la historia es que todo ello no impide que “22, A Million” continúe atesorando una parte de la melancolía y la emoción de sus antecesores. Lo que ocurre es que, cuando uno está a punto de soltar la lagrimilla en los momentos más intensos, va Vernon y nos planta unos glitches malintencionados, suelta unas fugaces percusiones noqueantes o desdibuja la melodía hasta que casi nos olvidamos de ella. Con todo ello, Bon Iver redondea un álbum que nunca será el favorito de prácticamente ninguno de quienes le rendimos pleitesía, pero que encaja a la perfección en una evolución artística coherente a la huída del acomodo. Porque “22, A Million” es un disco exigente que requiere escuchas en buenas condiciones, pero que, al final –y eso es lo importante-, ofrece su recompensa. Joan S. Luna

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