"El rap es vacilar"
Entrevistas / Natos Y Waor

"El rap es vacilar"

Alan Queipo — 15-01-2019
Fotografía — Archivo

Dentro de unos días se cumple un año de aquella icónica portada de nuestra revista que presagiaba la confirmación de que Natos y Waor eran la banda de rap en español más importante del momento. Dos meses después, Gonzalo y Fernando, dos colegas de Aluche que llevan casi una década grabando canciones, reventaban el Palacio Vistalegre, adelantando por la derecha a todos sus compañeros generacionales. El próximo 25 de enero encabezan la primera de las dos jornadas de Fitur Es Música, el primer gran festival que se celebra en la capital este 2019. Con Fernando (Waor) del otro lado del teléfono hablamos de este esperado reencuentro con el público madrileño, pero también de industria, rap y autogestión.


Tengo entendido que volvéis a tocar en Madrid después de las más de 11.000 personas que metisteis en Vistalegre. Hicisteis algún bolo en Torrejón, pero en Madrid capital no.
Como bien dices, tocamos en Torrejón y Móstoles, pero desde abril, que tocamos en Vistalegre, no volvemos a Madrid y tenemos bastantes ganitas.

¿Hay algo de reto y de listón muy alto en reencontrarse con el público de vuestra ciudad después de un concierto histórico para el rap español?
Sí, sin duda. El listón está por las nubes. Venimos de meter 11.500 personas en una plaza de toros, llenarla hasta la bandera, que haya sido, a día de hoy, el concierto más importante de nuestra carrera, y lo afrontamos con ambición. También es verdad que el de Fitur Es Música no es un concierto solo nuestro, aunque nosotros seamos los cabezas de cartel de una jornada.

En Vistalegre impresionaba esa sensación de coro colectivo, de comunidad militante de la banda, casi como de tercer o cuarto miembro (con permiso de Saik). Ya no es tan fácil ver algo así. ¿Por qué creéis que vosotros generáis esa especie de sinergia colectiva?
Pues no lo sé, pero tenemos mucha suerte con nuestros seguidores. Nos tratan que da gusto. Tenemos una base de fans muy sólida que nos acompaña al fin del mundo y creo que empatizan mucho con las letras. Se sienten identificados porque contamos las cosas con un lenguaje muy de barrio, el que utilizan los chavales. Hablamos de cosas cotidianas que le pueden pasar a cualquiera. La gente se sabe las canciones de pe a pa, y en un concierto de rap no suele ser lo habitual, porque las letras suelen ser más densas. A nosotros nos llevan en volandas.

"No nos ha llegado ninguna propuesta que se acerque lo más mínimo a lo que nosotros teníamos en mente"

Ahora que mencionas esto de la proyección de cierta “cultura de barrio”, no sé hasta qué punto parte de ese lenguaje es una extensión de la cultura de barrio de Madrid. Se proyecta mucho la idiosincrasia de barrio madrileño, a veces parece que rapeais sobre el “ejque”.
(Ríe) Total, total. Al final, nuestra forma de hablar, nuestro acento, se ve reflejado en las letras porque cantamos como hablamos en nuestro día a día. Yo llevo viviendo en Aluche toda la vida; y Gonzalo, vino aquí con 10 años y del acento argentino no le queda nada. Ha mamado mucho Madrid y ha madurado aquí, y eso se nos nota a los dos. No sé cómo hubiera sido nuestro lenguaje de haber crecido en otros sitios.

El año pasado dijisteis: “No salimos ni en la TV ni en la radio. No tenemos ni queremos un contrato discográfico. No es cuestión de dinero”. ¿De qué es cuestión entonces? ¿Es un posicionamiento ideológico? ¿Estáis lanzando un mensaje político al funcionar de esta manera?
No es exactamente política. Estamos muy orgullosos de la manera en la que trabajamos. Aunque requiera mucho trabajo por parte nuestra y de nuestra oficina, para cumplir las funciones que en otros casos haría un sello por nosotros. Al final, sabemos que hemos llegado adonde estamos cien por cien por mérito nuestro. Me parece lícito utilizar otras vías (no tengo nada en contra de la gente que utiliza una discográfica como trampolín para llegar a más gente), pero nosotros estamos orgullosos de no haberlo necesitado. Con los números en la mano, saber que somos los números 1 en nuestro género; y haberlo conseguido gracias a nuestro trabajo es la hostia.
El no haber firmado con una discográfica no es solo una cuestión de dinero, sino de libertades. Ser dueños de nuestra música, tomar todas las decisiones, decidir el momento y la manera de hacer las cosas. Además no nos ha llegado ninguna propuesta que se acerque lo más mínimo a lo que nosotros teníamos en mente. Mientras no la haya, seguiremos independientes.

Da la sensación de que hay dos maneras: el del cartel en la Gran Vía acariciando gatos o la autogestión que manejáis proyectos como el vuestro o Ayax y Prok. ¿Desde dentro se vive una separación en la escena urbana a nivel gestión?
(Ríe) Sí. Pero la separación la ve sobre todo el público, que le gusta etiquetar a un artista u otro bajo unos criterios subjetivos. Yo veo que obviamente a nivel de gestión de trabajo sí que hay un abismo; pero son dos opciones y modelos totalmente válidos. Cada uno utiliza las armas que tiene a su alcance, y la manera de trabajar de cada artista es diferente.

¿Se puede seguir predicando underground teniendo un alcance de cientos de millones de reproducciones?
Si entendemos underground como hacer las cosas nosotros mismos, no pasar por ningún aro. Ser fieles a nuestra filosofía desde el principio, somos los más underground. Pero si lo entiendes como no tener alcance o que te escuchen cuatro gatos, no lo seríamos. Yo concibo underground  como vender 20.000 discos y meter más de 10.000 personas en una sala y seguir manteniendo tu filosofía. Está más en la forma y en el sentir que en la repercusión.

Teniendo la legión de seguidores que tenéis, supongo que sois conscientes que habéis dado con unas maneras de hacer que sabéis que funcionan. ¿Cómo se evita la tentación de no ser esclavos de un registro funcional, que sabéis que a la gente le va a gustar?
Es un gustazo que nuestro público nos permita hacer lo que nos da la gana, realmente. En nuestras primeras maquetas y discos eran repertorios estrictamente rap de la primera canción a la última. Pero en los últimos años, aunque mantengamos algunas canciones que siguen siendo estrictamente rap, nos atrevemos con sonidos más nuevos. Seguimos manteniendo nuestra esencia, aunque saliendo cada vez más de nuestra zona de confort.
A nosotros nos enriquece como artistas, pero, obviamente, es un riesgo. Salirte de la fórmula te lleva casi a enfrentarte con tus fans, y que se pregunten cuál es la deriva que estamos tomando. Es la bomba que la gente esté recibiendo tan bien los experimentos que vamos llevando a cabo. Creo que es divertido evolucionar, reinventarse a uno mismo y probar cosas nuevas. Y ya si encima, haciéndolo sigues vendiendo miles de discos y llenando cada vez salas más grandes, es maravilloso.

Para mostrarse más transversal a géneros como el rap, ahora se utiliza el concepto de música urbana. ¿Vosotros también os sentís más identificados con este apelativo?
Al final, lo de la música urbana es más amplio y ambiguo, e incluye el trap, el reggaetón, sonidos más latinos… Nosotros no somos mucho de etiquetas. Si tuviéramos que etiquetarnos como algo, yo me siento más cerca de la etiqueta de rap. Pero no me siento muy purista en ese sentido: hay muchos que son muy puristas del rap, y les gusta estar encasillados en el bombo-caja. Lo respeto, pero nosotros no nos cerramos, nos gusta experimentar. Yo diría que lo que hacemos es rapear sobre instrumentales con registros cada vez más amplios. Nos gusta que la gente disfrute de la música y no se moleste en ponerle nombre.

Con Cicatrices os preguntaban sobre cierto suavizamiento en las letras. ¿Es porque os sentisteis observados y sobreanalizados?
No especialmente. No ha sido premeditado, sino de evolución, imagino. Nos vamos haciendo mayores y este disco ha salido así. Pero tengo temas escritos hace poco en los que hablo peor de cuando tenía 20 años (risas). "Hablando mal” hemos llegado donde estamos. Por eso no estamos preocupados por lo que vaya a pensar la gente, a estas alturas.

En Ícaro, decís que tenéis “a la competencia a dos velas”...
No va dirigido a nadie en concreto. Es verdad que, en los últimos años, los números y la repercusión habla por sí sola. Nos lo hemos llevado nosotros, somos los números 1. Es una manera de chulear: el rap es vacilar, y ahora que podemos hacerlo, lo aprovechamos mientras dure.

En esa misma canción parece que tomáis conciencia de que el éxito puede ser efímero: “Todo lo que sube, baja”. ¿Es difícil estando tan arriba plantearse retos para seguir creciendo?
En realidad, estando arriba es fácil plantearse retos. Pero siempre existe el riesgo de que, después de que te vaya todo de cara en los últimos diez años, puede que deje de ser así. Puede que el día de mañana la gente se canse de nosotros y que las cosas no van tan de cara como han ido hasta ahora. Es una posibilidad que existe, y salvo que nos convirtamos en los putos Rolling Stones, pasará. No que dejemos la música, pero sí que haya algún pico para abajo en nuestra carrera. Haremos todo lo que esté en nuestra mano para que no pase, pero hay que estar preparado. En Ícaro lo que pasaba por mi cabeza era eso. Ahora parecemos unas putas estrellas y todos quieren estar a nuestro lado y hacerse la foto; pero, a ver cuando vengan las vacas flacas si la gente sigue ahí.

Habéis ido saliendo fuera de España: EEUU, Latinoamérica, Inglaterra... ¿En qué punto está la escalada internacionalista?
A día de hoy es nuestro siguiente objetivo. Tenemos el objetivo de que las cifras que tenemos en España se trasladen también al extranjero. Y aunque hayamos tenido muy buen recibimiento de la gente, ahora queremos hacerlo a lo grande.

"Yo concibo underground  como vender 20.000 discos y meter más de 10.000 personas en una sala y seguir manteniendo tu filosofía"

No solo en el Fitur Es Música, sino en el resto de la gira de 2019, ¿va a variar algo el show con respecto a lo que se vio en 2018?
Por lo pronto, estaremos tocando durante todo el año: hemos firmado bastantes festivales para todo el 2019, y hemos organizado por nuestros propios medios bastantes conciertos en las principales ciudades de España. Estamos avanzando también en la gira por Latinoamérica. Sino es en festivales será en una gira organizada por nosotros mismos: además de volver a Argentina y México, queremos ir a países como Chile o Colombia.

¿Habrá disco durante este año o alguna novedad que iréis añadiendo a la gira?
Vamos a seguir sacando singles, a seguir con la serie de videoclips Barras Bravas. No sabemos con qué frecuencia, pero seguirá habiendo material nuevo. A nivel disco, a corto plazo no lo va a haber. Este año seguiremos sacando canciones y extendiendo la gira de Cicatrices. Nos ha puesto el listón muy alto y lo siguiente que hagamos queremos que lo supere. Vamos a plantearlo con calma, despacito y buena letra.

El año que viene cumplís diez años desde que grabasteis la primera canción. ¿Qué queda en vosotros de aquellos chavales casi diez años menores?
Es verdad, no lo había pensado. Yo, cada poco, reflexiono sobre ello: valorar lo que hemos conseguido, quiénes somos, en quiénes nos hemos convertido y cuál es el camino que estamos siguiendo. Es necesario hacerlo, para mantener los pies en la tierra. Creo que nos queda la ilusión que tenemos cada día de hacer música nueva, seguir aprendiendo, escalando… Hemos aprendido muchísimo, tanto a nivel artístico-musical como a nivel vital.
Nos rodeamos de un equipo que cada uno es el mejor en su parcela. Gente que nos ha hecho evolucionar muchísimo a nivel creativo, pero también hemos aprendido mucho del negocio. Hubo muchos promotores que se rieron de nosotros, se aprovecharon y sacaron tajada porque no ni puta idea. Ahora, aunque sigamos siendo jóvenes, somos perros viejos y somos conscientes de lo que generamos. Por eso la parte mayoritaria del pastel va a ser para nosotros y nadie nos la va a jugar.

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