Mi guitarra llora con rabia
Entrevistas / The Sunday Drivers

Mi guitarra llora con rabia

Redacción — 16-07-2004
Fotografía — Archivo

The Sunday Drivers comienzan a firmar con trazo gordo páginas cargadas de calidad, brillo y color. Pop clásico de la vieja escuela del que gusta consumir en dosis altas. “Little Heart Attacks” es su nuevo y más poderoso argumento, pequeños ataques emocionales al centro del cerebro que significan algo más que un gran disco… algo más.

Muchas veces se ha acusado a los grupos de nuestro país de contar con escasas pretensiones a la hora de poner en marcha sus aventuras, de componer canciones o de grabar discos. Claro que cuando alguien se lo toma demasiado en serio le suelen llover críticas por considerar que están llevando a cabo una huida desde lo independiente a otras esferas, digamos que más comerciales (Deluxe por ejemplo). Por eso nosotros no vamos a cometer el error de sucumbir ante la falta de objetividad con un disco serio y trabajado de pop con ascendencia británica, que mejores prestaciones, canciones, formas y colores despliega y ha desplegado en nuestro país desde hace mucho tiempo. (Jero) “Reconocemos que en este disco hay un salto de calidad muy grande con respecto a lo que hacíamos hace dos años y con respecto al resto de grupos en este país creo que está a la altura de lo que más gusta o de lo que más vende, por sonido, por canciones y por ejecución. No sabemos cómo lo situará la gente, pero creo que puede estar cerca de grandes discos del año pasado como los de Deluxe o Sidonie, sin ninguna intención ni de comparar ni nada parecido". Sólo alguien que está muy seguro de lo que hace puede expresarse así al final de una entrevista. Exageración o no, no hay dudas: “Little Heart Attacks” es un punto y aparte de muchas cosas, la propia carrera de The Sunday Drivers para empezar. Una carrera que comenzara en el 2000 y que en 2002 dio con su primera estación en forma de disco de debut “The Sunday Drivers” (Rock Indiana, 02), donde estaban la preciosa “Time Time Time” y aquel éxito olor a Kula Shaker que era “All Is Good Around Me”, un disco que podía haber sonado mejor, pero que apuntaba un olfato compositivo que opositaba a hacerse fino. “El primer disco cumplió perfectamente su objetivo… por cierto, ¿tienes un euro para el metro? (risas)… Siempre, con el primer disco, la gente se hace una idea de que va un grupo y que pueden ofrecer en el futuro. Los primeros discos no son nunca como los cuartos, son una tarjeta de presentación, cuando ya has metido un poco el codo es cuando tiendes a mantener una línea, eso lo pensamos ahora, en su momento el primer disco era el discazo de nuestra vida”.

"Teníamos una espina clavada de querer hacer un disco que nos sonara bien en un bar, en el coche, en casa o en la radio "

Nos acompañan Jero (guitarra y voz), Miguel (bajo), Carlos (batería) y Julián (teclados), recién llegados de Toledo para la entrevista, desgajando lo que les está pasando desde que empezaron a tomar pequeñas decisiones sobre su posición en el esquema de la música de este país. Tras la grabación del primer disco y su correspondiente gira, sintieron la necesidad de ir más allá, darlo todo, por ello tuvieron que decir adiós a algunos amigos. “Cambiamos de sello porque pensamos que iba a ser bueno para el grupo y porque pensamos que, para la evolución del grupo, los medios con los que contaba Mushroom Pillow eran mejores que los que teníamos antes. Para nosotros fue muy traumático porque la relación personal que nos unía a Rock Indiana era muy estrecha, éramos amigos antes que colaboradores, nos costó, a ellos también, pero creo que para nuestro trabajo iba a ser bueno, de hecho ya lo estamos notando por la grabación y el tema promocional. De todas formas el cambio lo evaluaremos más adelante, a partir de que se publique el disco”. Apunten términos como carrera, trabajo… digamos con tono de seriedad algo a lo que no estamos muy acostumbrados por aquí. Términos convertidos en canciones que no tienen fisuras, adornadas (en ocasiones rozan la línea de lo permitido), que respetan unas melodías de alta calidad, sin envidiar a algunos de los compositores británicos que más elogios llevan en la actualidad como Badly Drawn Boy y eso no surge así como así. “Teníamos una espina clavada de querer hacer un disco que nos sonara bien en un bar, en el coche, en casa o en la radio, necesitábamos la posibilidad de embellecer las canciones con arreglos y otro tipo de armonías, ya habíamos cogido una idea de grupo y de lo que somos. Como en cualquier curro, cuando llevas cierto tiempo evolucionas, tocas mejor, las canciones son mejores, tienes la posibilidad de utilizar el orgullo para sacar una cosa que te convenza cien por cien”.

" Cualquier grupo que quiera triunfar o hacer algo en esto de la música, tiene que partir de la base de que ya todo está inventado y de que la raíz está en los sesenta "

Se tratan de sacra la espina, como ya ha pasado en otros casos conocidos (Sexy Sadie por ejemplo), ampliando recursos y convirtiendo la belleza de las composiciones en un cúmulo de sonidos con el mayor abanico de matices. “El tema de cuerdas, vientos y demás es algo que teníamos unas ganas locas de hacer, queríamos hacer un disco que fuera más allá que cinco tíos tocando. Están bastante comedidos porque hemos cortado mogollón de cosas, tampoco te puedes salir de lo que somos, por lo menos no es el momento. De todas formas son un par de orquestaciones, dos slides, un Moog y poco más, lo que sí está más currado son las armonías vocales, porque se necesitaba para las canciones. Al principio nos daba reparo por si parecía pretencioso, pero creemos que ha quedado bien”. Lo dicen ellos y lo decimos nosotros y para que no nos empecemos a tocar lascivamente los unos a los otros ante vuestros ojos de forma gratuita, lo explicamos poco a poco, desgranando el disco. ¿Un buen disco?¿Qué es eso de un buen disco? (Jero)“Me gusta escuchar canciones, bien construidas y con melodías preciosas, eso lo primero, eso para la primera escucha. Luego te vas fijando en otras cosas. Creo que este disco tiene muy buenas canciones, a lo mejor queda mal que yo lo diga, pero quiero defender este disco porque me mola, a lo mejor dentro de un mes estoy hasta la polla de él. Luego habrá gente que lo odie y dos o tres que les guste mucho. Algo que me encanta de un disco es darle al play y que el disco te lleve hasta el final, no quiero llegar a la tercera canción y darle para adelante a ver cual es la cuarta”. Primera clave entonces: las canciones. Once, ni una más ni una menos, de seguido, sin descanso, con su azúcar, sus baladas, sus finales orquestados a lo Beatles, sus coros absolutamente mueve masas de “Little Heart Attacks” (les han dicho que es su “Hey Jude” en clave himno histórico particular) y registros vocales básicamente brillantes que van compensando aciertos y excesos, con equilibrio. (Miguel) “Creo que lo primero son las canciones y las melodías, pero es muy importante la producción del disco, que los sonidos de los instrumentos sean reales, que escuches un Hammond, una batería o un bajo, sonidos definidos y adecuar bien los espacios”. Segunda clave: el equilibrio. Producción de Jose Mª Rosillo (ha trabajado con Xoel López de Deluxe o Sexy Sadie), que quizás haga que su nombre suene más fuerte cada vez por manejar los métodos clásicos del pop para música atemporal y actual al mismo tiempo y que sea capaz de manejar las inquietudes de los protagonistas. (Jero) “Lo que más me gusta de este disco es que todo el grupo está tocando el mismo rollo, si yo canto que me apetece tirarme por un puente o que hoy es el día más feliz de mi vida, ahí el bajo tiene que decir que le apetece tirarse por un puente, eso es lo bueno de este disco todos vamos por el mismo camino, no sé si eso se nota, pero te aseguro que en directo se notará”. Tercera clave: la cohesión interna. Tienen claro lo que quieren y hoy por hoy ese argumento les puede llevar donde quieran, eso se verá en sus inminentes directos.

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