“No hay sitio que tenga una relación más violenta con la religión que Estados Unidos”
Entrevistas / Mannequin Pussy

“No hay sitio que tenga una relación más violenta con la religión que Estados Unidos”

Fran González — 20-04-2024
Fotografía — CJ Harvey

Con su cuarto álbum de estudio, I Got Heaven (Epitaph, 24), el cuarteto de Filadelfia Mannequin Pussy ha roto las bases de cualquier sonido arquetípico con el que antaño se le pudiera clasificar y sus miembros han rebautizado su sino estilístico, mostrándose del todo duchos en una coherente pero diversa sucesión de géneros.

Marisa Dabice, líder y vocalista del conjunto, responde a nuestra llamada desde su coche, aparcado en un punto de Los Ángeles, mientras se encuentra en plena promo. Su simpatía natural nos arrebata desde el primer hola, donde además de agradecernos nuestro tiempo con particular detalle, también tiene a bien demostrarnos que chapurrea un entrañable español de guiri (fruto de su tiempo viviendo en Sevilla). Escasas horas antes del lanzamiento oficial de su disco, Marisa (o Missy, según su sobrenombre en Zoom) charla con nosotros sobre los contrastes sonoros de su presente nuevo trabajo, el importante papel que ha jugado la incorporación de Maxine Steen en el todo y hasta su relación con la Inteligencia Artificial y sus recientes desencuentros con la misma.

Me consta que, tras vuestro EP de 2021, “Perfect”, este nuevo disco no tardó mucho en gestarse, ¿verdad?
La verdad es que el disco se compuso de forma muy rápida e intuitiva, sí. Nos metimos en el estudio en diciembre de 2022 y en apenas un par de meses ya teníamos las canciones que queríamos que formasen parte del mismo. No hubo tiempo para darle demasiadas vueltas al asunto. Tan pronto como tuvimos claro el concepto que queríamos para el disco, fuimos a tiro hecho.

"Teníamos claro que queríamos hacer un álbum que sonara como el perfecto matrimonio entre nuestro disco de 2016, “Romantic”, y nuestro último trabajo, “Patience”'

Aunque sí sabemos que en un principio teníais más canciones de las que luego han terminado figurando.
Exacto, sí. Terminamos las primeras sesiones de composición con diecisiete canciones en total y, conscientes de que iba a ser imposible terminar de grabar tantos temas en tan poco tiempo, tuvimos que tomar la decisión de hacer descartes. Nos fuimos cada uno a casa y nos pusimos en plan profesores con nuestro propio trabajo. Tomamos la decisión de puntuar de 0 a 10 los temas que teníamos, donde 0 significaba que el tema era totalmente descartable, 5 significaba que potencialmente podría terminar apareciendo en el total y 10 significaba que definitivamente trabajaríamos en la canción para que formara parte del disco. Comparamos nuestras marcas y sorprendentemente todos coincidíamos en qué canciones pasaban a la siguiente ronda y en cuáles no. Nunca habíamos tomado decisiones bajo este método, pero nos pareció muy democrático e interesante.

Sobre las escogidas, se podría decir que el disco es el más contrastado de vuestra carrera, con temas muy contundentes enfrentados a otros más melódicos. ¿Cómo encontrasteis este equilibrio, en aras de que el disco guarde cierta coherencia?
Teníamos claro que queríamos hacer un álbum que sonara como el perfecto matrimonio entre nuestro disco de 2016, “Romantic”, y nuestro último trabajo, “Patience”. Ya sabes, coger la crudeza desquiciada del primero y el toque más estilizado del segundo, y hacer un híbrido que representase el momento en el que la banda se encuentra actualmente. No somos un grupo que se tome demasiado en serio a sí mismo, pero definitivamente sí nos tomamos en serio aquello que hacemos, y necesitábamos un clima de trabajo muy concreto para desarrollar esa angustia dramática que el disco tiene en determinados momentos. Para lograr esto, nos ayudó mucho que John (Congleton) compartiera nuestra filosofía a la hora de grabar y producir el disco. Fue en todo momento como estar trabajando con un miembro más del grupo. Un amigo más, incluso. Siempre abierto a todas las ideas que le proponíamos y a sacar punta de ese lado más experimental y atrevido que se da cuando estás en el estudio. Y en lo personal, creo que la mirada femenina que la banda tiene es lo que sirve como hilo conductor en el disco, dotando a éste de congruencia y sentido, a pesar de sus extremos tan polarizados.

Un cambio significativo con respecto a anteriores trabajos ha sido la participación activa de Maxine Steen, quien después de un par de años como asistente en vuestras giras, ha terminado uniéndose al cuarteto de forma oficial.
Hacer música con Maxine es, definitivamente, una de las mayores alegrías de mi vida. Somos amigas desde hace cerca de ocho años, hemos hecho mucha música juntas que nunca ha sido publicada y tenemos como esta conexión telepática creativa entre nosotras que a menudo nos lleva a lugares muy interesantes. Sabemos cómo inspirarnos mutuamente y cómo desarrollar nuestras ideas de la mejor manera, así que invitarla a que se uniera a nuestro grupo era algo que tarde o temprano tenía que suceder. Perder a un miembro fundacional del grupo para muchos proyectos puede suponer el fin del mismo, pero para Mannequin Pussy ha significado la oportunidad de introducir talento joven y fresco en el ADN de la banda y eso lo ha cambiado todo. Sin duda, este disco no habría sido el mismo sin la ayuda de Maxine.

Es tal su relevancia que, de hecho, el primer tema que abre y da título al disco partió de una demo suya, ¿no?
Sí, ella me dio la base instrumental de “I Got Heaven”, y de alguna manera en seguida supe qué enfoque tenían que tener los versos. Trabajamos juntas en el estribillo, que si no recuerdo mal fueron las primeras letras que escribimos del disco, y de ahí surgió la idea casi a modo de concepto que contagió el resto de temas.

Un concepto que, si no estoy equivocado, está inspirado en la hipocresía cristiana de los Estados Unidos. Háblanos un poco más sobre esta idea.
A lo largo de los años he llegado a la conclusión de que no hay sitio que tenga una relación más violenta con la religión que Estados Unidos. La religión aquí machaca a los ciudadanos constantemente con unos estándares de excelencia sobre quiénes debemos ser, cómo debemos de vivir nuestra vida y con quién debemos hacerlo. Es una fuerza compartida que delimita lo correcto de lo incorrecto, señala con el dedo a quienes no siguen su metodología, criminaliza su existencia y los aparta de la vida útil. Todo esto sucede en un país que, no olvidemos, se construyó y fundó sobre el ideario de la libertad individual y el poder de decisión propia. Es precisamente esta idea enfrentada entre el país que potencialmente aspiraba a ser y el que verdaderamente ha terminado siendo la que origina el tipo de hipocresía con la que los ciudadanos de aquí vivimos a diario y que a los cuatro nos ha inspirado para escribir este disco.

"Como todo en esta vida, la IA es un arma de doble filo que puede servir para cosas terribles o para cosas geniales como la experimentación artística"

Has comenzado la conversación diciéndome off the record que viviste durante un tiempo en Sevilla, una de las zonas con más tradición religiosa de nuestro país. ¿Cómo sentiste que la religión es vivida aquí, en comparación a tu país?
Creo que una de las cosas que más me sorprendió durante mi tiempo allí fue la manera tan natural con la que la gente, especialmente la de la tercera edad, delega en Dios la posibilidad de que ciertas cosas sucedan, ¿me explico? Recuerdo, por ejemplo, que cuando me despedía de algunas personas diciéndoles “hasta mañana”, éstas me respondían con un “si Dios quiere”, y a mí me rompía la cabeza. ¿Cómo que “si Dios quiere”? ¿Qué tiene que ver Dios con que mañana nos vayamos a ver o no? [risas]. En ese sentido, creo que en América estamos menos ligados a la influencia de un ente superior o a la intervención divina sobre las cosas que suceden en nuestro día a día. Aquí, por el contrario, son más las personas de a pie quienes se toman la licencia de llevar a la tierra su doctrina sesgada y manipulada.

Volviendo al disco, el concepto de éste conecta muy bien con su portada, especialmente con esa idea de cómo nos tratamos y herimos mutuamente. ¿Es una idea que ha venido potenciada por los años tan sensibles que hemos vivido recientemente?
No necesariamente. Creo que son pensamientos y conceptos que siempre han dado vueltas por mi cabeza. Pienso muy a menudo sobre todo esto, y, por consecuencia, el disco ha terminado siendo una reflexión compleja sobre el tipo de relaciones que los seres humanos desarrollamos entre nosotros mismos y con otras formas de vida. En los últimos años he llegado a la conclusión de que las relaciones más violentas que desarrollamos son las que tenemos entre iguales y las segundas más violentas son las que involucran a los animales. Es monstruosa la forma en la que les hacemos vivir bajo nuestra existencia, coartando su libertad o incluso sacrificándoles para nuestro beneficio. Por eso elegimos esta portada, donde vemos una imagen humana guiando a un cerdo a un lugar incierto. Puede ser hacia la libertad, puede ser hacia el matadero… Esa decisión queda en la mirada del espectador.

Esa mirada que no siempre se conjuga en la misma dirección que la vuestra. Recientemente, de hecho, algunos de vuestros seguidores no han entendido demasiado bien que empleaseis IA para hacer el videoclip de “Nothing Like”.
Confieso que al principio fui bastante inocente sobre el tema, pero nuestras intenciones nunca fueron deshonestas, eso te lo puedo asegurar. Sobre este tema hay una cosa sí que me gustaría dejar clara y es que reducir este videoclip a la etiqueta de “hecho con inteligencia artificial” no es del todo correcto. El videoclip está realizado por un artista gráfico concreto, no por un software de realización automática. Este artista emplea herramientas que funcionan por IA, pero su talento y sus ideas están presentes por encima de lo que una máquina decide, no sé si me explico. De hecho, es un vídeo realizado a partir de varias grabaciones caseras nuestras, combinadas con diferentes técnicas de diseño y edición. La mujer que sale en el vídeo soy yo, vamos. Y, en lo personal, creo que el resultado es bueno, de lo contrario nunca habríamos publicado su trabajo. Son imágenes incómodas, inquietantes, que resultan familiares pero al mismo tiempo cuestan de ser leídas apropiadamente. Pienso que es un universo gráfico que encaja muy bien con el estilo de la banda y con esa canción en particular. Aceptamos las críticas, pero seguimos considerando que nuestro videoclip es arte. Y, francamente, nos gusta muchísimo

¿Habéis reflexionado mucho sobre esto desde que surgieron las críticas?
La verdad es que el tema ha abierto muchos debates en el seno de la banda sobre qué es arte y qué no lo es. Y no ha sido hasta ahora que nos hemos dado cuenta de las posibles connotaciones negativas que el uso de la IA puede tener en nuestro sector. Pero honestamente, creo que vivir de espaldas a su existencia tampoco es la postura más acertada. La IA ha venido para quedarse y, nos guste o no, vamos a verla utilizada en muchas cosas de nuestro entorno a partir de ahora. Está ya en manos del creativo y del artista si se hace un uso ético de la misma o no.

¿Qué creéis que es necesario para que el futuro del sector no se vea afectado de forma negativa por estos avances?
Lo que hace falta es que los artistas aprendamos a hacer un uso más ético de cualquier avance tecnológico que aparezca. Como todo en esta vida, la IA es un arma de doble filo que puede servir para cosas terribles, como el engaño, la estafa o la manipulación, o para cosas geniales como la experimentación artística. Es una herramienta que le da la oportunidad de expresarse de forma artística a aquellas personas que no tienen medios para hacerlo de una manera más tradicional, y eso es genial y muy inspirador. Nuestra industria está en continuo cambio y evolución, y no saber reconocer esto jugaría en nuestra contra. Francamente, considero que hay otros peligros más preocupantes que la IA y que atenazan con más gravedad el futuro de la música.

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