I Got Heaven
Discos / Mannequin Pussy

I Got Heaven

8 / 10
Fran González — 06-03-2024
Empresa — Epitaph
Género — Punk

Han pasado catorce años desde su formación y diez tras la publicación de su homónimo debut, pero los estadounidenses Mannequin Pussy parecen seguir dispuestos a avivar en nuestros oídos los contrastados matices de su cruzada sin miramientos ni remilgos. La banda compuesta por Marisa Dabice, Colins Regisford, Kaleen Reading y Maxine Steen reafirma con carácter y espíritu su proyecto con “I Got Heaven” (Epitaph, 24), su cuarto larga duración y un sentido alegato en el que tratan de poner de relieve los sintagmas que ennoblecen nuestro paso por el planeta y la hipocresía deshumanizada que lo ensombrece.

Son estos cánones de corte existencialista los que la banda pregona desde la misma portada del álbum, mostrándonos esa desnuda y extraña figura humana que guía a un cerdo a un incierto destino. Las respuestas a su dudosa fortuna las comenzaremos a encontrar en el primer corte del disco, que además de dar título al propio LP les servirá a sus responsables para trazar las primeras líneas conceptuales del mismo (unas que divagan y dialogan sobre los caprichos de vivir rodeados de maldad objetiva y natural, y las posibles alternativas que la propia sociedad también nos ofrece).

Cogiendo cuerpo a partir de una demo diseñada por Maxine Steen (la nueva savia del grupo y pieza indispensable para este disco), “I Got Heaven” no duda en meter el dedo en la llaga de la contradictoria conciencia cristiana de su país a través de ácidos interrogantes que van a parar directos a la sensibilidad del oyente, exigiéndole a éste una escucha tan activa como viva: “And what if Jesus himself ate my fucking snatch? And what if I'm an angel? Oh, what if I'm a bore? And what if I was confident, would you just hate me more?” El tema, asimismo, nos brinda una inteligente síntesis de lo que la banda continuará construyendo a lo largo del elepé; una muestra coherentemente polarizada entre su cara más salvaje (con temas agresivos y ásperos, como “OK? OK! OK? OK!”, “Aching” o “Of Her”) y su prosa más melódica y shoegazer (con ese noventerismo tan a la Smashing Pumpkins patente en “Softly” o “Nothing Like”).

La tarea de encontrarle sentido a esta inestable montaña rusa de estilos recae en las manos del experimentado productor John Congleton, quien hace gala de su exitosa solera para mirar con perspicacia los anteriores periplos de la banda y valerse así de los mejores bocados de la misma hasta dar con esa esperada congruencia sonora con la que el disco fluya como un todo. Así termina sucediendo, y lo hace a partir de la delirante rugosidad de cortes como “Sometimes” o el ritmo ágil de “I Don’t Know You”, que además de ser objetivamente dos de los principales pilares del LP, ofrecen ese toque juguetón y accesible que el oyente tanto agradece.

El disco (sin duda, el más surtido y heterogéneo de su carrera) honra con justicia la experiencia adquirida a lo largo de estos años por el cuarteto de Filadelfia, el cual lejos de acomodarse en un único y monótono plano, se descubre ducho en una valiente y diversa sucesión de registros que enriquecen de forma sobresaliente el todo. Ambición, garra y mensaje para el regreso de uno de los proyectos que más dignifican la escena punk estadounidense actual.

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