Godzilla y Kong: El nuevo imperio
Cine - Series / Adam Wingard

Godzilla y Kong: El nuevo imperio

4 / 10
Luis de la Iglesia — 19-04-2024
Empresa — Warner Bros
Fotografía — Cartel de la película

De algo no hay duda cuando uno está viendo “Godzilla X Kong: Rise of a New Empire”: es mala. Con ganas. Su predecesora, “Godzilla vs Kong”, ya dejó el nivel bajo, pero tal como se está desarrollando el Monsterverso iniciado en 2014 con “Godzilla”, no podemos esperar mucho. Aunque tampoco importa. Simplemente hay que sentarse en la butaca del cine, despertar al niño interior que aún pide que destruyamos todo a nuestro paso y dejarlo disfrutar de un popurrí de monstruos que se golpean por no sé qué motivo que han explicado los personajes humanos.

Y es que tenía razón el director Adam Wingard, tras el éxito titánico que supuso “Godzilla vs Kong”, esta saga necesita más monstruos y menos humanos. ¿El resultado? Pura estimulación de endorfinas. Los humanos, por su lado, solo sirven para contar todas las locuras que se les han ocurrido a los tres guionistas, sí, tres. Mientras, la película se centra en la vida y quehaceres de los dos kaijus protagonistas, llegando incluso al esperpento de poder pasarte diez minutos de metraje escuchando rugidos. ¿Y qué esperábamos tras ver un tráiler en el que vemos a Godzilla corriendo junto a Kong? Es una película fiel a su propia naturaleza y no se da ínfulas de nada más. Adam Wingard prometió y cumplió.

Tendrá sus detractores, sobre todo, después de demostrarse que se pueden hacer películas de monstruos con profundidad, tal como sucedió con “Godzilla Minus One”, pero ya es tarde para el Monsterverso, pues las bases se asentaron sobre una justísima “Godzilla: King Of Monsters”. Quien se haya visto todas, como yo, ya sabe que se va a dejar llevar por la enajenación de lo básico, lo salvaje, incluso lo cavernícola y, a veces, eso es maravilloso. No es como esos intentos de películas de universos superheróicos prefabricadas que se dan aires de ser algo más. Esto es malo: el director lo sabe, los actores lo saben, los bichos de CGI lo saben, los que pagamos la entrada lo sabemos. Sin embargo, frente a la destrucción, a las ciudades icónicas hechas escombros, a Godzilla haciéndole un suplex a Kong, a Kong pegando a primates con un primate adolescente como arma, a que haya una trama de odontología para titanes, a rayos láser nucleares, solo queda alzarse y gritar “¡Larga vida al niño interior!”.

 

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