Gente corriente
Entrevistas / The Long Blondes

Gente corriente

Laura Malasaña — 13-12-2006
Fotografía — Archivo

A este paso, Sheffield se va a convertir en la Seattle de los 2000. Primero fueron The Human League, Cabaret Voltaire o Pulp, luego Arctic Monkeys. The Long Blondes no iban a ser menos. Su primer larga duración, “Someone To Drive You Home” (Rough Trade/Sinnamon), promete hacernos pasar buenos momentos. Este mes están de gira por España: 15 Barcelona (Razzmatazz), 16 Madrid (Moby Dick).

El día en que las ciudades grises decidan liquidar la cuenta, les deberemos demasiado. Echémosle un vistazo a Seattle y a lo que salió de allí en los noventa. O a la vieja Londres de finales de los setenta, sucia y destartalada, en la que brotaron bastardas bandas de incómodas espuelas. Y qué decir de Sheffield, imprevista cuna de la penúltima jugada punk (de espíritu, se entiende) o el érase una vez de cuatro chavales que hicieron demasiado ruido virtual y acabaron hasta en la sopa. Arctic Monkeys paseaban por las calles de su ciudad y se decían: “Oh, Dios mío, ¿qué se supone que estamos haciendo en este agujero?”. A un lado y otro de la calle, fábricas y más fábricas. Ni siquiera al bueno de Jarvis Cocker le gusta su ciudad. Aunque las chicas y chicos de The Long Blondes llegaron a pensar lo contrario.

"Prefiero que The Long Blondes suene como Donna Summer que como Joy Division"

“Supongo que sonará extraño y a la vez algo enfermizo si te digo que nos mudamos a Sheffield porque nos apasionaba Pulp. Yo quería ir a la universidad y me dije, ¿por qué no intentarlo en Sheffield? ‘Imagina que te encuentras a Jarvis por la calle’, me dije. Y los demás se dijeron cosas por el estilo. Así que nos mudamos y nos conocimos”, explica Kate Jackson, para algunos la Katharine Hepburn del indie pop. Se conocieron en la universidad pero la idea de montar el grupo no surgió hasta que la dejaron. “De repente teníamos trabajos de mierda y no había nada interesante que hacer en aquel lugar, así que montamos una banda. Teníamos claro que sería algo retro desde el principio porque a todos nos gustan las cosas antiguas. Las viejas películas, las canciones viejas y todo eso”, añade. Kate no tiene aspecto de Pin-Up, aunque quizá sea demasiado pronto para eso. “Escuchábamos Blondie, Iggy Pop, Gang Of Four, The Go Go’s…”, cuenta. No escuchaban a los Beatles ni a los Stones, ni siquiera a Bob Dylan. “Prefiero que The Long Blondes suene como Donna Summer que como Joy Division”, se atreve a afirmar, a riesgo de que un alud de fundamentalistas de la new wave la entierre. Abajo todo aquellos que hablan de la Sheffield Scene. O arriba, porque el primer largo de The Long Blondes (“¿No es The Long Blondes un nombre perfecto? Creo que recoge a la perfección el espíritu glam de la banda”) juega a noquear a Debbie Harry, sin salirse del cuadrilátero esbozado por Siouxsie and The Banshees, The Au Pairs, Roxy Music, The Slits e incluso el pop de los cincuenta. Cóctel glam para el sediento fan de Blondie o nueva entrada en la explosión de girl-bands que nos acecha. Primero fueron The Pipettes, ahora las chicas y los chicos de Kate (Emma Chaplin, Reenie Delaney, Screech Louder y Dorian Cox, respectivamente), ¿y luego? “No sé si formamos parte de una explosión de bandas de chicas, lo único que sé es que me gustaría ver a más chicas en los escenarios. Pero no me refiero a productos de marketing, sino a tías que crean en su música y estén dispuestas a hacer lo que sea por ella. En Inglaterra desgraciadamente no hay demasiadas bandas de chicas, pero en Estados Unidos sí. En Estados Unidos está la gran Courtney Love”. ¿La gran? “Oh, sí, Courtney Love es genial, aunque su último disco era una mierda. Es una de esas tías a las que me refiero. Debería haber más como ella, no en el sentido que estás pensando sino en el musical”, aclara Kate, que para nada parece la típica fan de Courtney Love, si es que aún le queda alguna. Silenciosa, discreta, risueña (es verla e imaginártela escribiendo: Querido diario, hoy…) Kate podría ser el primer plato de la viuda negra. Sea cual sea el caso, en “Someone To Drive You Home” hay acelerones (“Heaven Help The New Girl”) pero también hay frenazos (“A Knife For The Girls”) y una maquiavélica obsesión por la figura del ex (insisten en “Once And Never Again” y al menos otro tema en que rompas tu relación de una maldita vez y dejes ya a ese tipo que en realidad no te quiere, ¿y cómo lo sabes?). “Dorian es el escritor de la banda, aunque yo también escribo canciones”, confiesa la cantante, para la que fue un sueño, con mayúsculas, contar con el productor de Pulp y Mia, Steve Mackey. “Sabía exactamente lo que queríamos. Era como si no hubiese podido hacerlo otra persona”, explica. Y cada día da las gracias a quien sea que la haya sacado de la tienda de ropa en la que trabajaba. “Por mucho trabajo que tengamos a partir de ahora, no pienso quejarme”. Ya no tiene que pensar en domingos tristes ni ciudades grises. Sheffield puede ser el pasaporte. Un estado temporal. La varita mágica.

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