Someone To Drive You Home

Kate Jackson se mudó a Sheffield para tratar de encontrarse con Jarvis Cocker por la calle. Y pronto pasó de dependienta a líder de una banda con intención de devolverle al glam lo que es del glam, aunque con treinta años de retraso.

Y el primer intento, “Someone To Drive You Home”, suena a quiero y todavía no puedo. Porque una cosa es el primer largo de The Pipettes y otra muy distinta el de The Long Blondes. Aunque ambas pongan sobre la mesa algunas cartas de una misma baraja: la Debbie Harry de Blondie, la Siouxsie de Siouxsie & The Banshees y flecos de Roxy Music y del el trasnochado pop de los cincuenta (sí, estética y estribillos a la Grease incluidos), el grupo de Kate Jackson construye un álbum-borrador que brilla por momentos (“Heaven Help The New Girl”) y se apaga sin remedio al primer chapuzón (“A Knife For The Girls”). Empeñadas en que pasemos de nuestros novios (“Once And Never Again” no es el único tema que insiste en el asunto), parecen más preocupadas por el envoltorio que por la chocolatina y sus canciones pasan de largo como los coches en la autopista. No hay golpes, sólo un paseo glamuroso.