Cinco millones de discos después
Entrevistas / Keane

Cinco millones de discos después

Redacción — 28-06-2006
Fotografía — Archivo

A nadie le amarga un dulce, dicen. Quizás por ello “Hopes And Fears” fue un disco que funcionó en distintos sectores de público y crítica. Pese a lo dulzón de sus melodías, sus hits llegaron a gustarnos. Ahora vuelven con “Under The Iron Sea” (Universal), un segundo trabajo en el que el almíbar se ha convertido en un poso amargo.

Después de vender más de cinco millones de copias de su debut discográfico, Tom Chaplin (voz), Tim Rice-Oxley (teclados) y Richard Hughes (batería), entregan un álbum en el que es difícil encontrar melodías tan edulcoradas como las de “Everybody´s Changing” y “This Is The Last Time”. Para Rice-Oxley, principal compositor del grupo y artífice en gran parte del “sonido Keane”, la clave no está ahí, sino en la complejidad de los temas. “Siempre hemos escrito canciones melódicas. Las de ´Under The Iron Sea´ son, de hecho, más melódicas que las del primer disco. Lo que pasa es que, por ejemplo, ´Everybody´s Changing´ es una canción muy simple. Y lo que nos propusimos esta vez fue que las composiciones fuesen más complejas, con diferentes estructuras, con arreglos más amplios… hacer una pequeña locura”. A todo ello hay que sumarle un cambio de ánimo, como reconoce el pianista. “Sí que es cierto que hemos dejado a un lado la dulzura y el preciosismo. Ahora componemos desde un lugar más oscuro, por lo que las canciones son, lógicamente, más oscuras”.

“No, no es eso. Intentamos que no nos saliese un disco sobre los sentimientos que afloran al convertirse en una banda de éxito mundial. Esto es más general, va de darse cuenta de que ya no eres un chaval, que te haces mayor… esas cosas”. Así que encantados con las hordas de fans. “Recuerdo, y tú seguro que también, la primera vez que un grupo me conquistó de verdad. No de decir, ´Mmmm, está bien´, sino de transformar tu vida, cambiar tu forma de ver el mundo, hacerte soñar. Pues me encanta que nuestra música pueda tener ese efecto en la gente, porque sé lo que es. Y me siento muy afortunado porque mi vida tenga un propósito y pueda hacer a los demás lo que hicieron conmigo los Beatles o The Smiths”. Rice-Oxley, que en concierto es tan vehemente como el Schroeder de Charlie Brown, defiende de forma suave y calmada su papel en este mundo. “Otra de las cosas de las que habla ´Under The Iron Sea´ es del hecho de ser ciudadanos británicos en un periodo muy oscuro y terrorífico para el Reino Unido. La gente de nuestra edad está muy confusa y no sabe cómo afecta al resto del mundo lo que sucede nuestro país”. Tal vez esté ahí la clave del éxito de Keane, en su capacidad para conectar con buena parte de esa gran ‘generación perdida’ del mundo occidental. “No lo hacemos a propósito, ni pensamos ´tenemos que conectar con esta gente´, porque nosotros también somos ´esta gente´. Nuestra generación se está volviendo loca. Tenemos de todo, hemos crecido sin guerras y sin problemas. Pero, al mismo tiempo, no tenemos un lugar a dónde ir, nos metemos en las drogas, nos perdemos. La gente no tiene nada realmente bonito que hacer con su vida. Todos nuestros amigos están teniendo crisis de mediana edad de forma prematura. Nosotros tres sentimos lo mismo en cierto sentido, pero tenemos un papel que jugar, una posibilidad de hacer algo bueno en este mundo, un propósito, como dije antes”. Hablando de generaciones perdidas, resulta curiosa la colaboración entre Keane y uno de los profetas del nihilismo del cambio de milenio, el escritor Irvine Welsh (“Trainspotting”), quien ha debutado como director en el videoclip de la canción “Atlantic”. “Le invitamos al estudio y le tocamos versiones sin acabar. Nos dijo que sonaba totalmente diferente y que realmente habíamos dado un paso arriesgado y loco”. Rice-Oxley pone como ejemplo de ese nuevo camino “Is It Any Wonder?”, primer single del nuevo álbum, que arranca con unas guitarras al estilo U2. “Todas esas ´guitarras´ que oyes en el disco salen del piano. Colecciono pedales de efectos de época y, cuando estábamos grabando, me dije ´¿Qué pasará si toco el piano con estos trastos?´. De este modo fue como me salieron sonidos como el efecto a lo Jimi Hendrix de ´Is It Any Wonder?´”.

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"Sí que es cierto que hemos dejado a un lado la dulzura y el preciosismo"