Nuevo disco de Bunbury, quien de forma paralela está preparando otra gira única junto al Huracán Ambulante para celebrar los veinte años de su disolución. Y todavía le queda tiempo para escribir poemarios, colaborar en películas y contestar a nuestras preguntas. Siempre con ganas de probar cosas nuevas y evitar repetirse.
Tus últimos discos parecían mirar al presente y al futuro… Sin embargo, con “Cuentas pendientes” decides mirar de nuevo al pasado, a la música de raíces mediterráneas y latinas que defendiste junto al Huracán Ambulante, a la vez que anunciabas nueva gira con esta, tu primera banda de apoyo de tu carrera en solitario. ¿Hay que echar la vista atrás de vez en cuando para seguir adelante, o simplemente te apetecía?
Alguien me dijo una vez “O eres de Dylan o eres de Bowie”. Quiero entender que Dylan es un revisionista del folklore americano, que ha mirado a las raíces de la música estadounidense. De dónde proviene. El country & western, el blues, los estándares de jazz, el hillbilly… del rock’n’roll para atrás. Bowie supone todo lo contrario, observa qué se puede hacer con las herramientas del rock para buscar posibles evoluciones, atendiendo a las vanguardias y al siguiente posible paso. Básicamente. Es un trazo grueso. Bueno, pues a mí me interesan mucho ambos. Son los dos pilares de lo que me gusta. Me interesa el presente y las posibilidades tecnológicas, pero estoy muy interesado por las raíces de la música que me gusta. Es cierto que, en los últimos discos, cinco o seis (en “Greta Garbo” no, pero eso es otra historia), miré más al presente y quería buscar mi lugar en el contexto contemporáneo. Este, en cambio, es quizás el disco de raíz más ortodoxa que he grabado nunca. En otros acercamientos que hice a lo latino, lo hacía desde la perspectiva del rock. En “Cuentas pendientes” he querido evitar al máximo cualquier referencia al rock.
Haces bien en unir este hecho con la reunión del Huracán Ambulante que, aunque son dos actos que surgen de motivaciones distintas, han estado unidos por cercanía en el calendario. Mientras preparaba la box set del aniversario de “El viaje a ninguna parte”, no pude evitar darme cuenta de la exactitud de las fechas y que también en este 2025 se cumplirían veinte años de la separación de la banda. De repente me pareció una barbaridad de tiempo y pensé que en este momento concreto de mi vida, en el que no quiero hacer giras, sino grupos pequeños de conciertos, un evento así puntual, tenía todo el sentido, si es que la banda estaba dispuesta. Y aquí estamos, haciendo que “Cuentas pendientes” y la reunión del Huracán Ambulante formen parte de un mismo evento. Cosas que tiene la vida.
“Una gira larga es lo más parecido al día de la marmota”
Hablemos primero del disco. Te siguen acompañando tu mano derecha, Ramón Gacías (batería y producción), así como Jorge “Rebe” Rebenaque (piano, acordeón y teclados), de Los Santos Inocentes. La banda para la grabación se ha completado con Sebastián Aracena (guitarras e instrumentos de cuerda), Luri Molina (contrabajo) y Johnny Molina (percusiones). Es decir, que ni Los Santos Inocentes, ni el Huracán Ambulante. ¿Cómo fue la elección de los músicos?
El propósito de este proyecto era profundizar muy en serio en la música hispana y latina y quería, a diferencia de otros acercamientos puntuales que tuve en el pasado, hacerlo desde el conocimiento y la excelencia. Necesitaba de músicos eruditos y cuyo primer lenguaje fuera el folklore. No quería hacer una aproximación desde el rock, sino una zambullida con todas las consecuencias. Para eso, reclutamos al chileno y maestro de la guitarra Sebastián Aracena y luego al percusionista Johnny Molina y al contrabajista de latin jazz Luri Molina. Rebe y Ramón son dos todoterrenos que manejan distintos lenguajes, y sobre todo se adaptan muy bien a la convivencia con otros músicos.
Una vez reunido el sexteto, ¿cómo habéis arreglado los temas? ¿Han variado mucho de cómo los tenías originalmente pensados en tu cabeza?
Yo llevaba unas maquetas bastante avanzadas. Aunque suelo empezar con la guitarra o el piano, enseguida me enredo en mi estudio con arreglos básicos. Una batería, un bajo, teclados, guitarras. Eso es lo que les enseñaba a los músicos. Cada tarde les dejaba escuchar una canción, con la letra y las armonías escritas, y les dejaba que tontearan un poco con ella, ellos solos. A la mañana siguiente nos poníamos a tocar la canción y reubicábamos si se habían ido muy lejos o no funcionaba algo. Si todo iba bien, la ensayábamos por la mañana y por la tarde terminábamos de grabar. Mientras grababa la voz, les dejaba la canción del día siguiente.
La grabación ha sido en la Casa-Estudio de El Desierto de los Leones (México), donde como indicas “ni hay desierto, ni hay leones”. Parece más bien una yurta gigante en mitad de un bosque. Ya grabaste allí “Greta Garbo”. ¿El sitio ideal para encontrar la calma necesaria?
Siempre he buscado estudios residenciales, en los que los músicos e ingenieros podamos convivir y centrarnos exclusivamente en la música sin distracciones del exterior. En The Gallery, los estudios de Phil Manzanera en Londres grabé un par de discos. Luego en MusicLan en Figueres grabé un montón de discos. En Sonic Ranch en Texas, grabé tres. Y en el Desierto llevo dos por ahora. Es un sitio fantástico. Parece increíble estar en la Ciudad de México y respirar de una manera tan distinta.
El ingeniero de sonido es Daniel Bitrán. ¿Cuál es el modus operandi para grabar con él? ¿Tocáis todos a la vez, vais grabando por pistas…?
Daniel Bitrán es un genio. Me encanta su capacidad para generar un buen ambiente y hacer creer que todo es posible. Es difícil que salga un “no se puede” de su boca. Todas las canciones empezaron con la banda tocando juntos buscando la toma que queríamos, en la que buscábamos un mínimo, que fuera el camine, la dinámica, la estructura y que las partes estuvieran claras. A partir de ahí, dependiendo del caso, se grababa más o menos por separado. Hay mucha guitarra española y mucho piano en este disco, que siempre tenían su grabación aparte. Y la voz, claro. Hacía cuatro o cinco tomas y le dejaba a Ramón que eligiera. Si no me gustaba, volvía a grabar otro día.
“Para llegar hasta aquí” ha sido el primer single, y es la que abre el disco también. “Cuando todo se derrumba algo nuevo crece en ti, líbrame de ataduras para poder sobrevivir”. ¿Es toda una declaración de intenciones?
Si no lo es, lo parece. Creo que es una canción ideal para abrir el álbum. De dónde vengo y hacia dónde voy. De hecho, me parecía que era algo menos radical para dar a conocer el disco, para que fuera el primer sencillo. Creo que otras canciones hubieran puesto a determinado público más en alerta roja.
Ha seguido “Las chingadas ganas de llorar”, cuyo videoclip supone una continuación del anterior, dirigido por Vertov The Noise y protagonizado por María Rodríguez, Iggy Blanco, Gerard Nicolosi y Enrique Tena. ¿Va a ser una saga, como la trilogía de Guns N’ Roses (“November Rain”, “Don't Cry” y “Estranged”), salvando las distancias?
Bueno, salvando muchas distancias. Yo solo soy, junto a la banda, los músicos que amenizan la cantina. Las historias ocurren ajenas a nosotros. “Para llegar hasta aquí” fue una especie de introducción, a los personajes. Los otros tres videos, desarrollan historias de clientes de la cantina.
"Creo que una cosa maravillosa de este siglo XXI es que no hay solo una realidad única"
Hablando de cine, escuchamos tu voz en el biopic “La estrella azul”. ¿Dejaste realmente aquel mensaje en el contestador de Mauricio Aznar?
Sí, claro. Llamé a Mauricio, dejé el mensaje en el contestador, pero luego él me llamó de vuelta y hablamos del tema. Estuvo encantado con que hiciéramos una versión de “Apuesta por el rock’n’roll”, desde luego no se lo esperaba y se mostró muy agradecido.
Hablemos ahora de la gira. ¿Habéis empezado ya a ensayar? ¿Cuáles han sido las sensaciones al reunir de nuevo a la banda?
Estamos ensayando cada uno por nuestro lado. Pero entramos ya a ensayos de banda y luego los generales que haremos ya en América. La sensación primera, hablando con los chicos, es de mucho entusiasmo. Volver a sentir las sensaciones que vivimos durante esos cinco años de convivencia y volver a escuchar el sonido único que creamos. Fue una banda muy importante en mi carrera, y creo que los conciertos van a ser muy especiales y emotivos.
Repites el formato de tu gira anterior: fechas seleccionadas (catorce), espaciadas en el tiempo (mínimo tres días entre una y otra), en grandes recintos de América y España. ¿Es una fórmula más sostenible, sin el estrés de otras giras con las que llegaste a dar más de setenta conciertos?
En realidad serán quince, faltaba por anunciar el cierre en el Estadio Ferro en Buenos Aires. Es un formato que me gusta. Pocos shows, con un espectáculo unitario que no se pretende volver a repetir. Evitar el tedio de las giras y quedarte con lo más emocionante. Cada uno es cada uno, y lo que a alguien le funciona no te tiene porqué funcionar a ti. Creo que una cosa maravillosa de este siglo XXI es que no hay solo una realidad única, no sólo se pueden hacer las cosas de una manera. Hay múltiples formatos y cada uno puede buscar en cuál encaja mejor. Existe una tendencia a la generalización y a las frases hechas, tipo: “Los álbumes han muerto, ahora solo se consumen sencillos”, “El rock ha muerto”, “Hay que hacer festivales”, “El dinero está en el directo”… Cosas así, que son parcialmente ciertas y totalmente equivocadas, porque hay infinidad de excepciones que tiran al traste con la sentencia.
Respecto al repertorio, estarán las nuevas canciones, pero también las de tu primera etapa en solitario. ¿Cómo vais a seleccionarlas?
Con mucho mimo. Tengo un repertorio más o menos claro y seleccionado. Luego está lo que ocurra cuando el nuevo disco salga y la gente haga su propia selección de favoritas. Quizás alguna canción que consideraba imprescindible no lo es tanto y otra da la sorpresa.
¿Se trata de una reunión puntual la del Huracán Ambulante, tendrá continuidad, o es algo que se decidirá sobre la marcha?
Tan puntual como quince shows, entre América y España. Prefiero hacer ese tipo de giras. Hacer algo que vamos a disfrutar banda y público en contadas ocasiones y pasar a otra cosa, que ocurra también puntualmente. Disfrutar del momento, e intentar crear el máximo de ellos. Una gira larga es lo opuesto a eso y lo más parecido al día de la marmota.
En cualquier caso, ¿tienes ya algo en la cabeza para 2026?
Sí. Después de la gira saldrá mi nuevo poemario, el tercero. Y espero grabar nuevo disco en algún momento.
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