Dice Bunbury en las entrevistas que he podido leerle sobre “Cuentas Pendientes” que su intención era huir conscientemente de referencias al rock y que así se planteó la grabación de sus nuevas canciones. Y lo ha conseguido solo a medias. Porque si bien es verdad que a muchos les costará ver ciertos parámetros rock en el disco, esos siguen estando ahí. Básicamente porque Bunbury sigue siendo un músico de rock y haga lo que haga, la cabra tira al monte. Dicho esto, no es de extrañar que este álbum ya se esté viendo como una especie de unión que incluye a “Pequeño” (99) y “Licenciado Cantinas” (11). Una especie de trilogía divagada en el tiempo. Y no se esperen que este sea precisamente el eslabón débil de la cadena, porque ahí hay mucho que discutir.
Así que mojémonos claramente: “Cuentas pendientes” es un muy buen disco. Me ha gustado esa instrumentación clásica a base de guitarras, batería y especialmente contrabajo. Me ha gustado en enfoque y la vuelta esencialmente a lo acústico. Me han gustado las canciones, combinando su habitual facilidad para la rima con otros versos libres que, a lo Bunbury y no sabes por qué, encajan. Me ha gustado que “Para llegar hasta aquí” fuera escogida como sencillo del disco porque creo que lo representa bien, sin ser la mejor canción del trabajo, honor que servidor otorgaría a “Serpiente”, “Como una sombra” o “Te puedes a todo acostumbrar”. Me ha gustado buscar entre sus influencias tangos, cumbias, guarachas o rancheras, aunque ya las encontráramos años atrás en muchas ocasiones en su abanico de influencias. Me ha gustado volver a encontrarme con Ramón Gacías a la batería –y produciendo junto al propio Enrique– y con Jorge Rebenaque a las teclas y, sobre todo, al acordeón. Así que poca crítica van a encontrar.
Quizá echo en falta alguna canción más, ya que solo diez componen el lote. Lo peor es que se les haya ido la mano con el precio de las entradas de la gira –no es cuestión única de los artistas internacionales–, por muy corta y exclusiva que sea, aunque poco tiene que ver con el disco. Pero había que decirlo.
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