Mmmua
Discos / Pimp Flaco

Mmmua

7 / 10
Yeray S. Iborra — 17-08-2023
Empresa — Dora Black
Género — Trap

Pimp Flaco siempre juega a lo mismo: el tatuaje en la cara es lo evidente, pero tras la tinta, lo que algunos verán intrépido y otros una auténtica barbaridad, está lo valioso. El músico tiene mucho que aportar, macarrada al margen. Es más que la forma. Lo que importa aquí no son los adornos del busto, sino lo que contiene.

Estamos ante una de las primeras muestras de “maduración” del trap, precisamente en el fondo. Porque en el vestido, en lo musical, ya hace tiempo que la vemos: clarísimo, ha sido un estallido hacia mil lugares. En el caso de Pimp Flaco, a todos menos en dirección a los sonidos latinos. En “Mmmua” hay hiperpop, guitarras flamencas auxiliares y protagonistas (colaboración de lujo de Miguel Campillo, “Por qué tanto lío”), distorsión y ‘glitch’ (“Olofísmo”). Canciones más homologables a Cupido, su banda: “Barrio”, por ejemplo. Sobresale la que cierra el largo, homóloga en el título y con deudas electrónicas, o “Todavía”, prima hermana de “Fiebre” (Bad Gyal). También las hay ligeras, de las que no llenan, pero que acaban de zurcir el disco: “Skate” o la ravera “Vente conmigo”.

En el caso del mensaje, una generación que en la veintena vivía el presente más absoluto, cortaza ligada al dinero, el hedonismo, el ‘yo’... ahora empieza a virar el discurso. De componer sobre amor, materialismo o beefs, a hacerlo sobre envejecer. Antes molabas es paradigma de ello. El álbum, en general, muestra una gran preocupación por el tiempo, como lo hace el ejercicio de estilo ficcional “Vida al revés” o la medio garaje “Nada dura para siempre” con sentencias del tipo “tienes lo que encuentras, no lo que buscas”.

Pimp Flaco ya no sólo se escucha para acompañar fiestas o desamores. También acompaña en esto del crecer. Y eso le infunde longevidad artística. Si los había que se preguntaban cómo se harían mayores todos los de la pasada década, cómo quedarían todos esos tatuajes en pieles arrugadas… Pues nada, bien. Porque, al menos en el caso de Pimp Flaco, no sólo eran fachada, un punto naíf afín al “no future” y el “carpe diem”. Dentro estaba lo importante.

 

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