Los árboles y el bosque

Muchas veces la promoción, la anuencia global y coyuntural de los medios, el hit del momento, el momento de tu vida, lo que dice no se quién, lo que escribió no sé cuál, nos ciega, no nos deja ver el bosque de lo que miramos, sentimos y escuchamos. Nos vamos por las ramas, nos tropezamos con las raíces, nos dejamos los dientes en la corteza. Toundra son los árboles pero también el bosque y el zorro mitológico (el kitsune sobre el cual se edifica el nuevo disco de los asturianos de Madrid) que nos guía y nos protege.

El zorro fue llevándonos por el bosque y enseñándonos cada árbol como parte de un todo y no de una parte. Porque cada canción es imprescindible dentro del itinerario vital de una banda que hizo testigos de su gran momento a un público entregado y respetuoso. Un público que fue recibido por las pájaros de “Strelka” y despedido por el propio “Kitsune” tras una hora y media de safari interior, diálogos enfurecidos de guitarras confluentes y sudor brillante y progresivo.

Álex, Esteban, Alberto y la nueva incorporación, Macón de Adrift, también disfrutaron del espectáculo. Se deshicieron en “Qarquom”, fueron acompañados sonrientes y dicharacheros de hasta por 11 músicos en la arrebatadora “Viesca” y consiguieron la rendición extrema de todos los demás animales (nosotros) en el engarce entre los riffs indomables de “Espirita” y la épica naturalista de “ByzantIum”. Luego, unos bises de orgasmo. Antes, unos teloneros como Sonnöv (decididos y vibrantes) que habían preparado nuestros tuétanos y oídos para lo que nos llegaría después.