Lori Meyers, cuatro días, cuatro discos
Conciertos / Lori Meyers

Lori Meyers, cuatro días, cuatro discos

8 / 10
Manuel Ortega — 04-02-2012
Empresa — Spanish Bombs
Sala — Teatro Eslava, Madrid
Fotografía — Mariano Regidor

Pocas veces puede tener uno el privilegio de que para repasar una discografía te dejen un sitio como la Joy Eslava. Eso fue los que le paso a los lojeños en los primeros días del castizo y siberiano febrero madrileño, con una puesta en escena de lujo y una ambientación excepcional. Llenaron todos los días aunque iban cambiando las edades de los asistentes según se llegaba al final. Una especie de Benjamin Button generacional que para treitañeros como yo hicieron que me sintiera más viejo mientras el destino me alcanzaba. Es decir, más viejo el sábado que el miércoles. Algo normal por otra parte.

El primer día pintaba muy bien con Viajes de estudios, el disco favorito de muchos de nosotros, una rara avis en la música española, un torrente de sensaciones perdidas y certezas encontradas, una irrupción que nos traslado al ritmo de una energía como casi de otro tiempo. Además la voz de Noni ha cambiado y eso le da una dimensión especial, más contudente tal vez, más distanciada quizá. Sigue sin llegar al tono de “Dos hombres con sombrero” pero se reiventa con gracia para fracasar de otra manera. Para fracasar mejor, que decía el otro. Sigue bordando los momentos más vibrantes, los pasajes desgarbadamente psicodélicos, los auténticos, los que no hicieron darnos cuenta de que, a pesar de la portada y la producción del gran Mac McCaughan de Superchunk (¿habrá encontrado ya sus maletas?), no se trataba de otro disco de Los Planetas. El momento en el que engarzaron la tríada mágica de “Mujer Esponja”, “Parapapa” y “De superhéroes” fue cuando recordé porque nos enamoramos con esa fuerza indivisible. Antes ya habían entrado en la sala como se debería de entrar en cualquier sala: cantando el “Viaje de Estudios” que probablemente pill un poco frío a los ateridos asistentes. Pachi García Alis (no se pierdan su impepinable Material de disección) hizo aún más bonita “Tokyo ya no nos quiere” y Antonio Arias y Chico Lapido de Lagartija Nick hicieron aún más burra “Ham'a' cuckoo”. Los momentos quizá menos conseguidos fueron con canciones que no suelen entrar en sus setlists, caso de la iniciática “Ya lo sabes” o la excesivamente delicada, aunque extrañamente hermosa, “Canadá”. Tras el broche de oro que es la magnética “¿Dónde están mis maletas?”, en los bises acusaron un bajón producido por el desconocimiento general de las canciones cantadas y por una sensible bajada de calidad en ellas mismas y en la interpretación. Hasta que sonó la versión de Los Ángeles, “No estoy contento” (ya perteneciente al Pimodán), que sonó como los idems. Luego tocaron más pero se nos pidió discrección y así lo hacemos.

Al día siguiente tocaba el turno del Hostal Pimodán, quizá el gran tapado de su discografía, la perla de la corona, el que los confirmó y el que les dejó en la difícil tesitura de seguir tirando aún más hacia arriba. Quizá por eso dieron el jueves el mejor concierto de los 4. Volvieron a seguir el orden cronológico contentando a nuestra parte más freak y volviendo a desplegar la idea que tuvieron a la hora de elaborar el repertorio. Por eso la convivencia de la apacible sugerencia de “Hostal Pimodán” al martilleo inquieto de “Dilema” o de la batería “L.A.” a la percusión de “El viajero del tiempo” solo es comparable con el “tour de force” emprendido en la magnífica “El gallo ventriluoco” por todo el grupo y en especial por el bonomio Noni-Alejandro. En la siguiente canción, “Sus nuevos zapatos” se unió Guille Mostaza (anteriormente Iván Ferreiro había hecho muy suya “El aprendiz”) que convirtió un rutinario paseo por un centro comercial en una desmesurada fiesta de exaltación de la inmadurez. Tras ponernos más cariñosos y descansar los pies y los brazos con “Desayuno con diamantes” o “Hostal Pimodan II”, volvimos a experimentar esa comunión guitarrera y sensoria con la exultante y vibrante “La pequeña muerte”, un canto coral que fue con más coral con toda la sala gritando esas cosas de “Eres lo mejor que me ha pasado” o “Siento que no”, mientras Spacemen 3 se encontraban con Juan y Junior en uno de los revovecos del escenario. Luego en los bises pasó lo contrario que el día anterior: la calidad de la reedición de 2007 hizo que el concierto nos hiciera seguir ampliando nuestra resistencia con temas como “Vigilia” (con la intervención de varios miembros de Supersubmarina) o la incontestable y casi fronteriza (de Texas y del grupo La Frontera) La vida de Jacques Rigaut. El colofón no podría ser otra que la aclamada La caza (muchos padres de los que la coreaban aún no se habrían ni conocido) que tuvieron la valentía de en una pirueta autocrítica e irónica mezclar con el “De viaje” de Los Planetas.

El viernes se notaba que era viernes. La sala estaba igual de llena pero la gente parecía multiplicarse en sí misma. Unos años menos de media, algún modelito más trabajado y menos gente directa del trabajo. Dormir una siesta de 3 horas te abre los sentidos y quizá por eso mis oidos me hicieron sentir que quizá este tercer concierto fuera el que mejor sonó (sin desmerecer a los demás). Puede que tuviera mucho que ver el inicio de Cronolánea con la elaborada y envolvente “Intromisión”, donde Alfredo da una lección técnica sobre todo en su segunda parte. La electicidad estaba en el ambiente a la espera de que el grupo la emprendiera con “Alta fidelidad”, tal vez la canción favorita de mucho de los fans de Lori Meyers. Ellos lo saben y se dejan el alma en este himno acrata e insumiso, donde con solo tres acordes y una letra más propia del siguiente disco, se retrata a toda una generación entre pasota y disconforme. Imposible no saltar. Cosa natural abrazarse al de al lado (aunque no se conozca) y decir que “la culpa es de la gente”. El infierno son los demás sobre todo en estos días extraños que nos toca vivir. Poco después Alejandro cambiaba la voz para hacernos participe de esa infravalorada obra de arte que es “Saudade”, antes de que Noni dejara su piel (y la nuestra) ese “Cúmulo de propositos” tan desproporcionados como amargamente alegres. Luego el dominicano Álex Ferreira aportó su particular registro vocal a la melódica “Luciénagas y Mariposas” y la malagueña Annie B.Sweet añadió un poco de azúcar de más en la nítida y demodé “Transiberiano”. Poco despué llegaron las dos joyas de este disco en mi modesto entender, la “verdad” lastimosa y al mismo tiempo sardónica de “Un mundo por delante”, donde se permite el lucimiento de Alejandro con los riffs más rockeros de su discografía y la autodestructiva “Luces de neón”, donde paradójicamente una de las letras más ridículas de los de Loja pueden acabar con su frase más clarividente y que crece cuando 900 (ó 5000 ó 20000) la gritan: “Tendría que reconocer que no llevo razón”. Luego los bises, esforzados y animados pero sin poder igualar al final original del disco.

El sábado daba más miedo. En la calle te podía atracar un oso polar. En la casa hacía calor y había fútbol. Y sinceramente, Cuando el destino nos alcance nos gusta menos. Pero todo volvía a su sitio. La voz de Noni ya se correspondía con su tiempo, el destino nos había alcanzado y superado, la gente era más guapa y el directo de los lojeños seguía haciendo crecer a cada una de sus creaciones. Y eso que yo creo que empezaron tirándose piedras contra su tejado al hacer dos versiones tan lights y acústicas de dos pepinazos incontestables, enérgicos y enérgeticos como “Mi realidad” y “¿Aha han vuelto?”. Entre medias, “Corazón elocuente” esa joya incomprendida, que recoge sones tradicionales para modernizarlos sin piedad y esa balada de otro tiempo que es “Castillo de naipes”. Más tarde levantaron los ánimos con la entrada de unos visibles emocionados Niños mutantes que participaron de la fiesta de “Rumba en atmósfera cero” y con uno de los percusionistas de Vetusta Morla (Jorge) que colaboró en “Nuevos Tiempos”, quizá la canción que mejor sonó en toda la noche. A partir de aquí todo comenzó a tomar el regusto amargo de algo que se terminaba y la conciencia del trabajo bien hecho que se cumplían en esos 4 días en el que la Joy Eslava fue la casa de Lori Meyers y 900 personas los invitados al suculento festín de una carrera solida y consolidada. “Religión” y “Condicional hipotética” construyeron monumentalmente el ambiente perfecto para que “Enhorabuena eres el que tiene más” diera paso a una autoparodia que reconocía que quizá se habían equivocado un poco con la letra (Noni resaltaba las partes más ridículas). Al final, bises, globos en la pista de baile, churros con chocolate, papelillos sobre nuestra cabeza y la versión oficial de Mi realidad que fue la nuestra en estos extraños 4 días de tanto frío por fuera como emociones por dentro. Y una moraleja, que no tiene porque ser un barrio ni una realidad, sino una humilde apreciación: Sus discos pueden ser que nos gusten menos, pero sus directos siguen atrapándonos como siempre.

Un comentario
  1. you are stressing out about it, too. I get that~ But they are very well-respected media jltanroisus, so I think you are safe in their hands and they will help you tell your story your way. Can't wait to hear the updates! Stay strong! As I know that you will.

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.