"No quiero convertirme en el maldito oficial del rock en castellano"
Entrevistas / Pablo Und Destruktion

"No quiero convertirme en el maldito oficial del rock en castellano"

Luis J. Menéndez — 04-05-2017
Empresa — Sonido Muchacho
Fotografía — Alfredo Arias

Este punto de vista me suena parecido al de otras personas “de izquierdas” que apoyaban la elección de Trump para que sirviera como catarsis. Tal vez sea pronto para decirlo, pero poca catarsis se ha experimentando hasta ahora.
La izquierda se pasa diez años llorando, porque son unos lloricas, para que no salga el TTIP y él llega y lo ejecuta de un plumazo. Llorando no se consigue nada, haciendo manifestaciones no se consigue nada, pidiendo votos no se consigue nada, se consigue llegando al poder. Y al poder se puede llegar por mecanismos que los poderosos han creado para perpetuarse en el mismo o por vía de las armas. Y punto. Así ha sido durante toda la existencia del ser humano. Solamente salir de esta dialéctica de mojigatería política y lloriqueo para mí ya merece la pena. Esto se acabó, ¡se acabó con el punk, joder! Ya follamos todo lo que podíamos follar, ya nos metimos todo lo que nos podíamos meter, ya relativizamos los géneros y el arte contemporáneo, ya mandamos a tomar por el culo la política, y a partir de ahí se destruyó y una vez que se destruye se vuelve a construir. Lo que pasa es que aquí llegamos a Mayo del 68 en el 15M. Y en Mayo del 68, no nos engañemos, no ganó la izquierda sino que se creó el Frente Nacional y empezó a organizarse el fundamentalismo islámico al desmoronarse la idea del Gran Occidente.
Cuando estás dispuesto a dar tu vida por un ideal de izquierdas como ocurría antes, es una cosa. Cuando es una ocurrencia en el postdoctorado para ligar o conseguir un curro fácil en la Universidad eso se convierte en un sacrilegio. Y los sacrilegios se pagan, en este caso con la muerte irreversible de la izquierda. Una vez que eso sucede tenemos el mundo que conocemos, que no esta mal pero que como todo acaba terminando, y tenemos lo otro. Como soy un ser curioso me gustaría ver qué es lo otro. ¿Que puede ser una mierda? Se debatirá. Una forma de debate son las armas, otra forma de debate es la natalidad, otra forma de debate es el trabajo. Pero yo veo muy claro que teniendo a esta gente currando 12 horas al día en nuestros países, teniendo a esta gente dispuesta a pelear, teniendo a esta gente dispuesta a concebir a siete hijos, tienen todas las de ganar. ¿A qué estamos dispuestos nosotros? ¿A hablar en las RRSS? ¿A votar? Eso no vale para nada. La toma de poder se hace con yihad, con capacidad de sacrificio.

También en los últimos tiempos encuentro a muchos partidarios de izquierdas acercándose a lo espiritual y lo religioso. No sé si es casual...
Es inevitable, por eso las religiones llevan miles de años, la Ilustración lleva lo que lleva y el partido Comunista está enterrado. ¿Por qué la URSS no es el contrapeso del capitalismo? Porque ha fracasado en su discurso y su práctica.

Volvamos a las canciones. La siguiente en el disco es “Amor”.
“El amor es el premio de los temerarios” es otra referencia a un texto sagrado y simplemente me parece brutal. También habla de un preso que me encontré y que se había fugado de la Cárcel de Villabona y al que después detuvieron cuando escapaba con su novia. Ese hombre va al cielo seguro. La compuse cuando sentí que podía volver a estar enamorado, ya no de una persona sino de cosas, porque si no estás enamorado de abstracciones no puedes estarlo de personas.

“A la mar fui a por naranjas” es una canción popular asturiana. ¿Crees que el folklore asturiano y en general todo el folklore español ajeno al flamenco ha sido maltratado?
No creo que el folklore esté maltratado, lo que pasa es que el folklore es una cuestión estrictamente de amor. La primera canción que me cantó mi madre fue “A la mar fui a por naranjas”, y la primera que me cantó mi abuelo “En el Pozo Maria Luisa”, y si las canto es por eso. Yo no me puedo poner a investigar y hacer una labor erudita de folklore, me parece un insulto al propio sentido del folklore. Cuando se rompe ese sentimiento es como cuando se rompe una pareja: termina el vínculo. Yo tengo la suerte de no haberlo roto porque me las cantaron personas a las que quiero y estoy deseoso de cantárselas a gente a la que quiero. Lo primero que hago cuando conozco a una moza es irme de borrachera cantando asturianadas, no lo puedo evitar. Y si quiero tener hijos es sobre todo para poder cantarles asturianadas. Para mí es algo brutal, un acto de hermosura acojonante que compensa las mayores injusticias humanas que la gente cante nanas a sus hijos. Me emociono y todo de pensarlo... (risas).

"Quiero resaltar que este disco fue muy divertido de hacer, no solo un valle de lágrimas"

En “El mejor traje de seda” se pone en valor la herencia de los ancestros, el linaje. ¿Consideras los valores asociados a la familia conservadores?
Los considero conservadores de la vida. Si no hay valores de la familia no hay valores de la comunidad. No hay ningún tipo de socialismo viable sin valores familiares. Ahora, bien, yo creo que la familia es algo muy abierto que se demuestra con lealtad. La forma de reformar los valores clásicos de la familia no es diluir los lazos de compromiso sino crear lazos nuevos. Y tomando la excusa de que es conservador se destroza algo que es muy hermoso con todo lo chungo que tiene. Pero hay que vivir con ello: tienes tres hijos, uno te sale yonki, el otro... es lo que hay. Tenemos un deber ético con aquellos que nos han dado cuerpo y alma. Si eso es conservador que lo sea, no tengo ningún miedo a que la nueva izquierda neoliberal pueda definirlo como tal.

Hay a menudo en tu música una nostalgia de lo que no has vivido...
Yo no creo que sea nostálgico, pero sí que en mis canciones está la impronta de lo no vivido, la evolución y el paso de las edades previas. Lo noto y eso me gusta; contra más lo noto mayor éxtasis creativo. Porque ese éxtasis es todo lo contrario de ese vivir el presente del que habla el rollo new age: sentirlo todo, la eternidad, el pasado y el futuro y condensarlo en un momento de inspiración. Yo compongo en esos momentos. Como los universos subjetivos son así, hay otros que componen cuando se están metiendo rayas en un baño. De puta madre si es sincera esa inspiración, si no lo hace porque no tiene otra cosa mejor y a ver si así le sacan en MondoSonoro (risas). Todos deberíamos ser activos en nuestros momentos de éxtasis y el resto del tiempo estar sentados. Pero en nuestra sociedad, como el éxtasis da miedo, tendemos a evitarlo, cuando desde hace miles de años otras sociedades han organizado toda su vida en torno al éxtasis.

El punto y final del disco llega con “Herejes”.
Es la solución a este periplo de ideas y símbolos que es “Predación”. El universo subjetivo que alcanzo es una herejía. Y creo que la herejía actual más evidente, en un momento en que los códigos simbólicos no sirven, es la de la hermandad. Todo el disco de principio a fin tiene sus planos de ironía y tiene su coña que en un contexto rock se cante “vamos, seamos hermanos” que es un absoluto ejercicio de anti-rock.

“El artista debe hacer visible lo invisible”, decías en una entrevista reciente. También has hablado a menudo de tu responsabilidad como artista. Y de cómo “mis actos me pueden deslegitimar”. ¿Es exigible a un músico que su obra y las ideas que plantea sean coherentes con su vida? ¿Debe situarse el artista dentro de los márgenes de la ejemplaridad? ¿Consideras que tu discurso es moralista?
Totalmente. La moral es fundamental pero yo creo que el moralismo funciona de puertas para adentro, no de puertas para fuera. Ha llegado un momento en mi vida en que debo ser moralista conmigo, aunque no pretendo imponer mi verdad moral, cada persona debe tener la suya. Pero también creo que existe una moral cósmica que conforma la realidad. Creo que la ampliación del círculo de consideración moral es lo que justifica la existencia del ser humano. Y creo que el cristianismo fue el gran ampliador del círculo de consideración moral en toda la Historia y que construyó una ideología universalista basada precisamente en ese amor. Cuanto más se amplíe eso más libertad se puede conseguir. Yo choco con las religiones y por eso defiendo el camino de la mano izquierda: la construcción de un universo subjetivo. Y para eso vale tanto el rock como la farlopa o como Dios, siempre y cuando seas capaz de construir una moral verdadera.

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