“Las gallinas, los cerdos y las ovejas tienen más honor que nuestros gobernantes”
EntrevistasPablo Und Destruktion

“Las gallinas, los cerdos y las ovejas tienen más honor que nuestros gobernantes”

JC Peña — 14-06-2025
Fotografía — Archivo

“Te quiere todo el mundo” (Raso Estudio, 25) es el séptimo LP de Pablo García aka Pablo Und Destruktion. Una historia de doce capítulos en forma de canciones que derrochan honestidad brutal llena de sarcasmo guerrero y lucidez ante la vida. Ese espíritu indomable y disidente tan raro en estos tiempos…porque sale caro.

La promo en Madrid está prevista el fatídico lunes negro del 28 de abril, de modo que nos vemos obligados a hablar por teléfono unos días después del incomprensible desastre. Desde su aldea de “cincuenta personas”, el músico asturiano expresa una indignación a duras penas contenida contra las miserias que nos rodean, y la semi cancelación a la que ha sobrevivido.

La entrevista no tiene desperdicio, porque Pablo dice cosas que casi nadie se atreve a decir, ni siquiera desde el underground. Lo hace con esa vehemencia descarnada que imprime a sus canciones (“jipismo aldeano de combate”). Pese a todo, ve signos de esperanza, porque “esto no puede ir a peor”.

Una putada lo del otro día, ¿no?
(Risas) Bueno, tuvo que ser coincidencia. Tenía todas las entrevistas de prensa. Pero, oye, le da más leyenda al asunto…

Me ha hecho gracia eso que dices de que es un disco “jipi” a tu manera. El título puede entenderse como una referencia sarcástica a esta cultura en la que buscamos la aceptación de forma desesperada en las redes sociales. Los artistas son muy vulnerables a esto.
Sí, algo tiene que ver. Esto fue una anécdota del año pasado. Tocando en el Prestoso, el festival, andaba por ahí Javi Ferrara, el de Parquesvr, y cuando acabó el concierto se puso a cantar: “Pablo Und Destruktion, te quiere todo el mundo”. Me hizo gracia porque él sabía cómo había sido mi periplo: Que, efectivamente, no me quería todo el mundo, que había tenido bastantes problemas con políticos de un lado y de otro, y por extensión en redes sociales. Bueno, en la sociedad que en cierta manera se representa ahí. Y como veía que volvía a tocar, que había cambiado un poco el signo de los tiempos y el nivel de persecución ya no era tan fuerte porque empezaba a tener grietas por las que me colaba, él se puso a cantar. Era como un acto de alegría.

¿Y el jipismo?
Lo del jipismo lo digo un poco de coña, porque ha sido tan estratosféricamente miserable y lamentable el estado en el que nos hemos encontrado en los últimos años que ya no podía ir a peor. Yo ya lo he dado todo por perdido varias veces. Este disco es como el pesimismo esperanzado: sabiendo que todo se va a ir a pique, ver qué es lo que puede sobreponerse y resistir. Es un poco lo que motiva el disco desde el principio con “Una proposición decente”. Contemplar la debacle definitiva de las sociedades occidentales, la tercera guerra mundial, que se plantea en esa canción, hasta el final con “El que vive a su manera” que es como la liberación. Y por el medio, enfrentarse a los distintos demonios de estos tiempos que corren. Digo “jipi”, pero con mala hostia. Es jipismo de combate. Aldeano, y de vuelta a cierta armonía con lo natural. Dentro de lo natural también está morder y pegar algún que otro ladrido.

“La valentía es el mayor acto anticapitalista que hay”

Has repetido que el amor te parece un tema inagotable, y en este disco sigue siendo central en canciones como “La higuera de las vanidades”.
Más que un pensamiento, es un hecho: estamos vivos y necesitamos vincularnos. El amor no deja deja de ser esa vinculación. Con la tierra, un amor de un tipo más patriótico o de terruño, que trato en “Sé lo que eres, camarada” y he tratado muchas veces. Amor al oficio, y también a la mujer querida -que hay muchas en el disco y en la vida, porque es la mayor motivación y la condición para que existamos todos nosotros: que se dé ese tipo de amor entre un hombre y una mujer. Aunque ahora hemos tenido ese fantasma casi prometeico de que eso se acababa, que yo creo que es por la tecnología. La tecnología permite que haya gestaciones subrogadas, inseminaciones…interviene en el proceso de creación de personas, y a la vez se ha empezado a considerar tóxico el amor heterosexual clásico. Que es el que nos ha traído a todos a la vida. En el disco hay una reivindicación de lo natural aunque duela, aunque sea tóxico, y aunque al final del viaje uno muera. Porque ya sabemos que así funciona, pero por el medio está todo lo demás.

Esto ya se vio durante la pandemia, y también, a menor escala, este lunes. El culto a la tecnología vende utopías abocadas al fracaso y la frustración.
A la distopía. No, es vergonzoso lo que vimos el otro día, lo que vimos en la pandemia y lo que vimos en la DANA. Lo que vemos cada dos por tres. La falta absoluta de un código de honor mínimo. Yo afortunadamente estoy muy en contacto con animales, y cada vez me sorprende más el ver que hay muchísimo más honor en cualquier gallina, cerdo o en cualquier oveja -que por lo menos tienen un poco de dignidad y responsabilidad por su propia vida- que en nuestros gobernantes. No me deja de fascinar cómo siempre encuentran algún otro culpable ante cualquier desgracia. Nunca asumen responsabilidades.

Es asombroso.
Hace unas décadas se hacían el harakiri, joder. O por lo menos dimitían.

En este último caso, a lo mejor los 546.000 euros de sueldo de la señora “responsable” tienen algo que ver…
Sí, pero ¿y el resto? El resto de la cuadrilla de apesebrados, dentro de la cual están de una forma muy importante los artistas, y por eso les dedico una canción, “Artistas contra la cultura”. Son cómplices de una tiranía, porque llegados a este punto podemos hablar tranquilamente de una tiranía. La valentía de cada cual se demuestra en estas circunstancias, lo hemos visto. Nadie está obligado a ser un héroe, pero sí al menos a no hacer una genuflexión vergonzosa ante el tirano, como tantos hacen.

“Hay un control político de todo el aparato cultural español desde hace décadas”

Luego volveremos a esa canción, pero quiero preguntarte primero si el hecho de que sea un álbum que no llega a los 32 minutos, con canciones cortas, fue una decisión premeditada de ir muy al grano.
No. Creo que cada canción tiene mucha sustancia y muchas capas, tanto a nivel lírico como musical. Están las orquestaciones, las mezclas…Todo está muy currado. Me dio la sensación de que en esas doce canciones estaba todo lo que tenía que decir. Y lo he dicho, sin más.

Pero esto se puede hacer de modo consciente o no.
No lo busqué. Tenía más canciones, de hecho sacaremos alguna como single aparte, pero en ellas vuelvo a tratar lo mismo de otra manera. Para eso, prefería dejarlo así. Sin darme demasiada cuenta, creo que el disco es bastante conceptual y narrativo. Cuando ya lo tenía todo y empecé a arreglarlo, decidí dejarlo así.

Leí que prefieres trabajar en tu propio estudio porque te permite tener tus tiempos. ¿El proceso ha sido esencialmente similar al de otros álbumes?
No, ha cambiado todo bastante. Básicamente porque se hizo el estudio. Tenía una cuadra con un pajar arriba que se había caído. Hubo que sacar todas las piedras, poner el suelo, los enchufes, y hacer ya la sala en la que pudimos grabar en directo con banda. A la vez es un sitio en el que hago conciertos, en el que hacemos charlas…es un espacio cargado de vivencias. Eso nos permitió estar varios meses grabando, buscando las tomas más adecuadas, y eso lo cambia todo. Si este disco lo grabo en un estudio, me vale medio millón de euros. Mira, como lo que gana la amiga (risas).

¡Eso es!
Luego, fuimos a Liverpool a grabar las cuerdas y a Huesca a grabar los vientos. En mi estudio estuvimos con las guitarras, batería y bajo. La mezcla y el máster la hizo Aaron Morris, el de Otro, su seudónimo. Es un productor más jovencito -tendrá veintitrés años-, produce a rebe y otros grupos de esa hornada de trap, pero ahora está haciendo más folk psicodélico. Le coincidió con la DANA y estuvo echando una mano, porque es de Valencia.

“Si este disco lo grabo en un estudio, me vale medio millón de euros”

¿Lo de grabar la base con tomas en vivo es esencial para ti?
Ya no es tanto el directo, porque a veces sí me gusta grabarlo por pistas, pero busco que anímicamente haya algo especial. Grabar en casa permite eso. Y si no, cuando voy al estudio trato de grabar maquetas grabadas por mí cuando estoy de viaje que capten un poquitín la frescura y la magia del momento de cuando se está creando la canción. El directo es muy distinto: al final de una gira, las canciones siempre suenan mejor porque las tienes muy rodadas. Pero puede que pierdan algo de frescura. A mí me interesa que esa frescura esté sobre todo en la base. Y luego, ya daremos una vuelta para vestirlo y que esté bien tocado todo lo demás y tenga esa chicha.

Volviendo a “Artistas contra la cultura”, me da la impresión de que necesitabas hacer una canción así. Impacta más porque ahora mismo es muy raro oír ciertas cosas. ¿Crees que impera la autocensura?
Bueno, hay todo un aparato de persecución a la desafección al Gobierno. Y toda una red clientelar en la que los artistas que llegan a la cima están en muchos casos untados por el poder político, híper pagados por subvenciones tanto españolas como internacionales. Y, además, ellos se dedican a perseguir a las voces díscolas, difamándolas, como a mí me ha ocurrido, llamándoles de todo -conspiranoicos, negacionistas de ultraderecha- permanentemente. Entonces, la gente se autocensura, pero no lo hacen de la nada porque les venga un espíritu raro, sino porque de otro modo, o no pueden trabajar o no acceden a las posiciones de poder. O les difaman o les persiguen a un nivel sentimental, de chantaje emocional.

Entiendo.
Es una situación horripilante, en la que los artistas del “régimen” -ellos saben quiénes son- tienen un papel central. Es lo que digo en la última frase de la canción. No es pasar por el aro por error -todos pasamos a veces porque hay que vivir, y la vida es muy dura-, es convertirte en el aro.

“Esos que empuñan las banderas del Bien, es que viven de ello”

Es una idea muy inquietante.
Esos son los verdaderamente responsables, para mí incluso más que los políticos, porque son unos manipuladores natos, y nos tienen hipnotizados con una especie de sortilegio en el que tratan de convencernos de que lo malo es bueno y lo bueno es malo. Para mí son un poco como magos negros. Igual como tengo un cuidado especial para la magia de la composición, eso me hace más sensible a entrever los intereses espurios que puede haber en determinadas labores, dicen que artísticas, pero que en muchos casos no son más que de propaganda gubernamental y lucha por una posición de poder.

¿Crees que es esencialmente una cuestión de dinero?
No, no es sólo dinero: es sentirse valiosos, del poder más allá del dinero. De tener la capacidad de transformar la realidad generando modas y corrientes. Y de seducir. El dinero es la dimensión numérica del poder. Yo siempre pongo el ejemplo del valor, que tiene dos acepciones: de precio, que es numérico, y de valentía, que es cualitativo. Cuando no entras en esa servidumbre al interés para conseguir el dinerito, hay que ser valiente. La valentía es el mayor acto anticapitalista que hay.

¿Cómo se traslada todo esto que me cuentas al entorno postpandémico de los festivales y demás?
Yo, salvo un par de excepciones, llevo fuera desde hace cinco o seis años. Ahora vuelvo a Sound Isidro, que es un ciclo, pero no tengo ningún festival en previsión. El disco está teniendo prensa, pero no tengo ninguno. Se puede deber a distintas cosas. Hay grupos que entran que pueden tener un discurso interesante, pero que lo tratan de camuflar un poquito, porque si vas muy de frente no entras. ¿Quién controla los festivales al final? Los políticos. Son los que dan las subvenciones para que se puedan hacer. Hay un control político, y no se dice por miedo a quedarte fuera. A mí no me importa decirlo, porque llevo fuera más de cinco años. Hay un control político de todo el aparato cultural español desde hace décadas, y no dejan que se mueva ni media. Mira, hablan de la dictadura, y con Franco a Joan Manuel Serrat le propusieron ir a Eurovisión, y no quiso ir él. ¡No quiso ir él! Aquí cualquiera que cuestione la ideología dominante es un peligroso fascista disidente, conspiranoico asesino. Lo peor de lo peor. A algunos les meten en el talego, pero a los que no están tampoco se lo ponen fácil.

Supongo…
Ahora se empieza a poder sacar estos temas a la palestra, porque llevamos muchos años viendo cómo de corrompido está el sistema. Hasta hace unos años no podía comentar esto ni en una entrevista ni en ningún lado. Pero se está empezando a caer el castillo de naipes. Es increíble cómo no se ha caído antes: ha sido primero de mayo, después de haber vivido el apagón, y hemos visto cómo los representantes sindicales estaban llorando por Trump cuando en 2024 hemos tenido en España un diez por ciento más de muertes por accidentes laborales que el anterior…pero claro, forman parte de la red clientelar y no abren la boca porque se quedan sin el dinerito. Todo eso empieza a cantar y la gente más joven lo sabe perfectamente. Basta con que lo digamos diez personas en un país de 47 millones para que se multiplique exponencialmente. Pero son muy listos. Tienen la habilidad de mover las bajas pasiones, polarizar, meter miedo…Para mí lo peor es el chantaje emocional, que es la base del poder.

De eso hablas precisamente en “Soy una persona tóxica”.
Y es la portada: los corderos comiéndose al lobo. Detrás del victimismo siempre hay un verdugo. Esos que empuñan las banderas del Bien es que viven de ello. Por eso rescato un niño, para imbuirme de un halo de santidad. Eso es cómo funciona el poder en gran medida: generando problemas donde no los había para aportar una solución que tenías prevista, y que el rebaño crea que sin ti no es nada. Que sin ti viene el lobo feroz.

 

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