Con el trasfondo de este disco tan marcado por las colaboraciones regionales, ¿te atreves a hacer un diagnóstico de la escena en este momento?
Creo que la escena urbana está viviendo una especie de primavera. Hace apenas cinco años, prácticamente no existía algo consolidado, y tras el boom de Chill Mafia y la aparición de otros grupos como el nuestro, se ha notado un repunte claro. Ahora hay muchísimos chavales haciendo cosas muy interesantes, y eso está muy guapo. También creo que era algo que tenía que pasar. Después de tantos años en los que la escena musical estaba muy marcada por lo político en Euskal Herria y por un tipo de consumo musical muy concreto, era lógico que, con los cambios recientes en cómo se escucha música, surgiera una nueva ola como esta. Es natural que la escena urbana esté floreciendo de esta manera.
En tu disco aparecen viejos conocidos, como Tatta y Kiliki, que ya son casi icónicos en una escena que apenas existía hace cuatro o cinco años. ¿Cómo han cambiado las cosas para los que lleváis desde el principio?
La verdad es que ha sido un placer contar con Tatta, Kiliki y con todas las colaboraciones del disco. Mirando hacia atrás, en cinco años han cambiado muchas cosas. La percepción de la música urbana, al menos en Euskal Herria, no tiene nada que ver con la de entonces. En esa época, ver a alguien cantando con autotune en una chosna, o que hubiera más de un grupo de urban en un bolo, era algo rarísimo. Hoy en día es completamente normal. La nueva generación escucha mucho más este tipo de música, aunque aún no se refleje del todo en los números. Creo que es claramente lo que viene.
También se nota un cambio en el mainstream. Artistas que triunfaron entre 2010 y 2020, y que se consolidaron con otro estilo, ahora están acercándose mucho más a lo urbano. Es decir, el cambio de rumbo ha sido hacia lo que estamos haciendo nosotros, no al revés. El rollo ha cambiado, y eso se nota
¿Te has dejado a alguien fuera de este elenco de colaboradores?
Sí, al final sí que se han quedado algunas colaboraciones fuera. Era un disco bastante ambicioso en ese sentido, con muchas ideas y nombres en mente, pero no siempre es fácil coincidir, encontrar el tiempo y los recursos para hacerlo bien. Aun así, creo que esas colaboraciones acabarán saliendo en algún momento. No tengo prisa con eso.
También me llama la atención la aparición de Dizzy Daik (junto a BiggTM), veterano de la escuela de Iruña pero relativamente desconocido para la mayoría de vuestro público. ¿Cómo surge esta conexión?
Sí, el Dizzy la verdad es un OG de la escena. En su día ya conocía Nibbass, controlaba algo de lo que hacían y siempre les he tenido máximo respeto. La conexión surgió cuando ellos contactaron con Denso para hacer un tema. A partir de ahí hicieron un par de cosas muy guapas, nos conocimos en persona y hubo muy buen rollo desde el principio. Todo fue bastante natural. Ya habíamos hablado de hacer algo juntos, y cuando Bigg3m me pasó un beat que me pareció brutal, nos pusimos manos a la obra. Fue todo muy orgánico.
“Prefiero medir el éxito por lo guapo que esté lo que hago, no por la repercusión que tenga”
Pregunta inevitable e incómoda. ¿Hay planes para que este nuevo trabajo o esta nueva etapa trascienda al público y la escena regional o underground?
Más que planes, diría que hay una esperanza. Supongo que siempre existe ese deseo de ir un paso más allá de lo que ya has conseguido, de trascender lo que ya has establecido. Pero intento no ponerme esa presión encima, porque al final solo lleva a frustraciones. Prefiero medir el éxito por lo guapo que esté lo que hago, no por la repercusión que tenga. Eso depende de mil factores: de la industria, del mercado, de cómo conectes con el público, de cómo sepas venderte… Y sinceramente, muchos de esos aspectos no son estrictamente artísticos, así que no me obsesionan. Así que sí, hay intención de trascender, claro, pero no tengo una hoja de ruta para conseguirlo
Bautizas a la década como “los tristes años veinte”. ¿Qué ha cambiado respecto a las dos anteriores etapas del siglo?
Más que un cambio radical, diría que esta década es la consecuencia directa de las dos anteriores. Todo lo que arrastramos desde la crisis de 2008, como resultado del sistema capitalista, ha ido acumulándose. Y en estos años veinte lo estamos viendo de forma mucho más cruda. Hemos vivido una pandemia mundial y hemos sido testigos de cómo el sistema fue absolutamente incapaz de gestionarla: la gente se moría delante de nuestros ojos. También estamos presenciando un genocidio en directo, vivimos con la amenaza constante de una guerra global, y la clase trabajadora sigue sin un proyecto político real que pueda ofrecerle una salida emancipadora. Así que no sé si ha cambiado tanto, pero sí creo que esta es la década en la que todo se ha hecho más evidente, en la que estamos viendo lo jodido que está realmente el mundo.
¿Qué da ganas de vivir a Mutiko en estos tristes años veinte?
Aunque el disco es bastante crudo y no destila mucho optimismo, no lo vivo con desasosiego. Hay muchas cosas que me dan ganas de seguir adelante. Supongo que, sobre todo, las ganas de construir un mundo mejor y de compartir el camino con mi gente. Eso es lo que me impulsa.
Los años dosmil fueron un período convulso, marcado por conflictos internacionales, una profunda y dolorosa crisis económica mundial, y una transición cultural abrupta hacia la “era internet”. Quince años después el recuerdo parece haberse alterado, e impera una romantización de la década, cristalizada en movimientos como la tendencia Y2K o la nostalgia dosmilera. ¿Cómo crees que se recordará nuestro tiempo dentro de veinte años?
Más que un cambio radical, diría que esta década es la consecuencia directa de las dos anteriores. Todo lo que arrastramos desde la crisis de 2008, como resultado del sistema capitalista, ha ido acumulándose. Y en estos años veinte lo estamos viendo de forma mucho más cruda. Hemos vivido una pandemia mundial y hemos sido testigos de cómo el sistema fue absolutamente incapaz de gestionarla: la gente se moría delante de nuestros ojos. También estamos presenciando un genocidio en directo, vivimos con la amenaza constante de una guerra global, y la clase trabajadora sigue sin un proyecto político real que pueda ofrecerle una salida emancipadora, por lo menos a nivel internacional. A nivel nacional existe el Movimiento Socialista que cada vez tiene más fuerza y en ese sentido existe esperanza. Así que no sé si ha cambiado tanto, pero sí creo que esta es la década en la que todo se ha hecho más evidente, en la que estamos viendo lo jodido que está realmente el mundo. Asusta bastante ver lo rápido que avanza la reacción en los chavales que consumen mierda de ultraderecha en tiktok e insta y tal. Soy profesor de instituto y lo veo todos los días, y como no espabilemos vamos a tener un futuro muy jodido en ese sentido.
No sé cómo se recordará exactamente esta etapa, pero no creo que se genere una nostalgia como la que hay ahora con los 2000.
"Denso forma parte de mi forma de hacer música"
¿Qué expectativas tienes para la presentación en directo del disco?
R: Mi idea es empezar ahora en verano, aprovechando que en Euskal Herria siempre hay muchos conciertos en las Txosnas y en las fiestas, que al final es casi como hacerte una gira por aquí durante esos meses. La intención es presentar el disco de la manera en que ya vengo haciendo los conciertos últimamente.
Luego, de cara a la vuelta del verano, me gustaría darle una vuelta más al directo: incorporar a más gente al equipo, meter a alguien con sintes, trabajar un poco más el sonido en vivo… hacer algo más profesional, vaya. Los raperos tendemos a tirar por lo cutre muchas veces, y yo quiero salirme un poco de eso.
Ya son unos cuantos años y unos cuantos trabajos mano a mano con Denso. Ahora que se ha demostrado que la fórmula funciona, ¿te atreverías con un próximo trabajo sin él como copiloto?
A ver, Denso es mi hermano desde que éramos unos enanos, así que su presencia siempre es algo natural para mí. Sí que me atrevería a hacer un proyecto en solitario, sin que él esté tan presente en lo creativo o compartiendo protagonismo, pero de una forma u otra siempre va a formar parte del equipo técnico. Ya tenemos ideas y estamos trabajando en un nuevo proyecto con otros colores, otro enfoque… algo diferente, pero en el fondo él siempre va a estar ahí. Forma parte de mi forma de hacer música.
Veo incursiones en estilos como el Jersey o el DnB; ¿es viable acabar con la dicotomía trap/boom-bap?
Yo diría que esa dicotomía nunca existió realmente. Era más bien una construcción del rap casposo, del Spanish rap más tradicional, que intentó establecer unos códigos un poco inventados: que si el boom-bap era el rap real y underground, y el resto no valía. Pero al final eso era solo una copia de los beats de Nueva York, ignorando que en Estados Unidos hay 50 estados y miles de estilos y formas distintas de hacer hip hop.
Para mí, lo que realmente importa y prevalece son los códigos, las temáticas, las formas de expresión. Con el auge de las plataformas digitales, los estilos se han ido diluyendo y mezclando hasta convertirse en algo mucho más heterogéneo. Hoy en día esa distinción ya no tiene tanto sentido.
Recuerdo cuando empezó a hablarse de traperos frente a raperos, y apareció la etiqueta de “cantante urbano” para referirse a quienes no encajaban del todo en ninguna de las dos categorías. Al principio mucha gente huía de esa etiqueta, pero en realidad es bastante útil para describir lo que hacemos: algo que bebe del rap pero que ya no se define solo por un estilo de beat.
Háblame del artwork del trabajo.
La idea original era hacer una reinterpretación de una ilustración mítica llamada Happy Twenties, en la que aparece una pareja bailando con ropa de los años 20, muy rollo cartel de época. Mi intención era crear una especie de contraparte de eso: dos personas bailando, pero con un aire más triste, más melancólico.
A partir de esa base y de las canciones del disco, le di vía libre a Eneritz —que ya había hecho el arte del trabajo anterior— para que fuera dando forma visual al universo que yo había construido musicalmente. Creo que el resultado ha quedado bastante guapo, la verdad. Aunque el disco tiene una atmósfera común, en lo musical hay diferentes palos y matices, distintos “colores”, y eso también se refleja en las portadas. Todas comparten un marco común, pero cada una tiene su propia estética.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.