El dúo de Zarauz da un par de pasos adelante en su evolución y aumenta el número y el estilo de sus colaboradores, perpetrando un disco de sonido más moderno de lo que nos tenían acostumbrados pero igualmente sentido y penetrante. Y eso que personalmente me llama más la música negra de la década de los setenta hacia atrás, siempre con contadas excepciones, pero lo cierto es que nunca fui del R&B repleto de sintetizadores de los ochenta, ni del disco-boogie, ese que parecía que lo único que tenía como objetivo era que la peña danzara como si no hubiera un mañana. Esta colección de canciones puede que tenga algo de eso, pero se me vuelve distinto, me llega de forma rotunda, y tampoco fui nunca de los que obvian la llamada de una canción a tu puerta.
Ya nos contaba el bajista y fundador del grupo Mikel Makala en nuestra reciente entrevista, que en la gestación de este nuevo trabajo ha habido un hermanamiento vasco-catalán, al contar con músicos del colectivo/sello Nación Funk, entre ellos Lalo López, del grupo Fundación Tony Manero, que ha tocado variados instrumentos y producido el disco. “Oinatzak” ya entra arrasando, con un bajo bien gordo, una guitarra por donde asoma el espíritu del grupo Chic y con la colaboración vocal de la donostiarra Lide Hernando, del proyecto “Bele”, en un tema que tanto en música como en letra, incita al baile. Tanto “Ilargira” como el tema homónimo nos llevan a un terreno de nocturnidad, con elegantes arreglos, provisto de aires de jazz-funk en el caso de la primera y más disco —y con una instrumentación que puede recordar a las mejores pistas de Michael Jackson— la segunda.
Los vientos de The Cherry Boppers, concretamente Mikel “Mihailovic” Piris al saxo y Urtzi Martin a la trompeta, aportan su preciso groove a la sincopada e irresistible “Zentzuz” y a “Denbora”, un tema atmosférico que la propia banda reconoce que lleva influencias del trip-hop e incluso de bandas del brit-pop, y sí que se nota parentesco con el himno “Movin On Up” de Primal Scream, con punteo rockero de Lalo incluido en la parte final. El grupo se estrena en castellano con “Despedida”, tema compuesto por el productor y con unas texturas de acid-jazz y un estribillo totalmente ineludible. Tanto en esta como en “Zorionak” —una canción accesible, enérgica y luminosa— toca la batería Marc Beinages, batería habitual de los proyectos de Nación Funk y últimamente también en Koko Jean & The Tonics. Clausura las melodías un tema especial, cuya letra sobre los que sufren enfermedades graves fue escrita por la poetisa Rakel Pardo Pérez, que tiene un puntito de folk y que por eso casa tan bien con el piano y la guitarra acústica. Un sonido muy distinto al del resto del disco.
Jokin Vitoria y Paul San Martin —este último colaborador del grupo desde sus inicios— tocan batería y teclas respectivamente y en buena parte del álbum, y Paco “Mantecao” Manzanares graba sintetizadores para varios temas. Había mucho y muy importante que comentar sobre el disco, técnicamente hablando, pero lo que más recomiendo es que pulses al “play” y te dejes llevar por las melodías y letras de sus estimulantes ocho temas. Querrás repetir, seguro.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.