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El británico Vince Clarke siempre ha sido un culo inquieto. Abandonó Depeche Mode en la cresta de la ola tras escribir varios hits inmortales y montó Yazoo, aquel estupendo dúo de pop electrónico y alma soul que dio de sí apenas dos estupendos discos. A continuación siguió sentando cátedra en el pop electrónico con Erasure, tras el fiasco del proyecto de colaboraciones The Assembly, sin alcanzar el éxito masivo de sus ex.

Clarke, que sigue encontrando mucha diversión en las colaboraciones (con Jean Michel Jarre recientemente), lleva tiempo internándose por terrenos más densos, un poco al estilo de Martin Gore (ahí está el reencuentro de ambos en el disco "VCMG" de 2012). Y ahora se alía con la mitad del prestigioso dúo de los noventa (reformado en 2009) Orbital, Paul Hartnoll, rey de las raves cerebrales de aquellos años, publicando su debut compartido en su nuevo sello propio, VeryRecords.

Más allá de lo anecdótico, la verdad es que la colaboración que tenemos entre manos, grabada entre Brooklyn y el estudio de Paul en Brighton, se acerca mucho a lo que uno podría pensar a priori de la combinación del sobradamente contrastado talento melódico de Clarke y los planteamientos más cerebrales de Hartnoll con los sonidos sintéticos.

Los dos se toman a cachondeo su edad, calificando el contenido de su artefacto como “home house” o “house para que bailen padres”. Desde luego algo de eso hay, y se nota palmariamente que ante todo les mueve un sano espíritu lúdico con sus viejos y honorables sintetizadores analógicos, como se puede percibir en el single “Better Have A Drink To Think”, el corte de pulsión minimalista-analógico y preciosa progresión “Underwater” (muy Orbital, natualmente), el funk house mutante de “Du-A-Bong” o el rompe-pistas “Zombie Blip”, tópico, sí, pero irresistible. Por supuesto: los carrozas también pueden bailar.

Dos datos significativos: el disco sólo sale en formato de descarga digital. Y “The Echoes” se escribió originalmente para un anuncio de Rolex. Así está el asunto.