Jim Rose Circus

No deja de ser curioso que el espectáculo ofrecido por el Jim Rose Circus en Barcelona se celebrara en un teatro situado en las Ramblas, lugar emblemático para los espectáculos callejeros. Y digo esto porque si analizamos con calma lo presenciado (calma que logro por no haber pagado los treinta euros de entrada), cualquiera de los que asistimos al Teatro Principal podría imaginarse lo allí representado en plena calle, rodeado de turistas que probablemente se escaquearían a la hora de pasar la gorra. Un desastre, una tomadura de pelo y un timo en toda regla, lo que sufrimos a lo largo de una hora y media de trampa, cartón piedra y chistes (mal traducidos) de baja estopa. Con decir que uno de los números más impresionantes fue el meterse un condón por la nariz e inflarlo por la boca ya está dicho casi todo. Y es que muy poco tenía que ver lo presenciado en el teatro con la que vivimos hace unos años en el Festival Doctor Music de los Pirineos. Allí el presupuesto era mayor, el circo contaba además con la emblemática e insustituible presencia de Enigma, el hombre puzzle, y tanto Jim Rose como su esposa participaban más del espectáculo mientras que ahora ocupan un discreto segundo plano, dejando casi todo el protagonismo a un punki de postal y un gordo “borderline” que genera más pena que gloria. Vaya que con cuatro numeritos del manual de magia aplicada y tercero de faquirismo, se llevaron unos aplausos tan apáticos como inmerecidos, logrando que el prestigio alcanzado a base de apariciones televisivas emblemáticas (“Simpsons”, “Expediente X”) quedara reducido a cenizas.