Con puntualidad inglesa la lluvia llegó el viernes para abrir la tarde en la segunda edición de Bull Festival. Fuertes lluvias, que a pocos metros de allí causaron incluso inundaciones, pusieron en peligro la celebración del festival, en un recinto que este año se ha trasladado al Cortijo del Conde. Se trata de un espacio más amplio, pero poco adecuado para recibir tanta agua en tan poco tiempo. Con parte del público que había empezado a llegar refugiado en coches y toldos y otra parte pendiente de las redes sociales, el festival comenzó finalmente con algo más de dos horas de retraso tras cancelar los conciertos de Inés y los Inesperados y Carlota, ambos programados en el escenario que más daños sufrió por el agua.
Superados esos primeros momentos de incertidumbre Bull Music Festival empezó con la energía a tope, por un lado, El Jose, que tuvo que reducir su repertorio y por otro Varry Brava, dispuestos a hacer olvidar el accidentado comienzo a base de mucho baile, buen rollo y demostración de su afecto por la ciudad en forma de camisetas del Granada CF, toque pintoresco para quienes necesitan muy poco para llamar la atención.
Poca gente aún en el recinto, que sin embargo comenzó a llegar masivamente a partir de esa hora para recibir gradualmente a Pangloss, El Canijo de Jerez, y un inmenso Kase.O mientras en el escenario Brugal tuvimos el lujo de disfrutar a unos Lagartija Nick que entraron de rebote tras caer Boni del cartel, pero lo hicieron de pleno derecho y con la energía más electrizante, en uno de esos directos tan potentes a los que nos tienen acostumbrados. Con nuevo disco bajo el brazo, Crimen, sabotaje y creación, que llega tras seis años de silencio y lo hace cargado de referencias a la Granada más castiza y a la leyenda de los hermanos Quero, impresiona ver cómo la banda funciona como una máquina bien engrasada que estalla en rock de ese que te hace vibrar a cada golpe de baqueta de un Eric Jiménez que parecía escondido tras una intensa nube de humo pero brillaba con luz propia, tanto como el también “escondido” J.J. Machuca, situado al lado contrario y sirviendo de contrapeso melódico a la contundencia del batería.
Tequila llegaban tras ellos al escenario en una gira despedida en la que, por supuesto tocaba hacer todo lo que se espera de ellos, hacer corear esos “himnos” que ya forman parte de su historia y la nuestra y conseguir que el público saltara antes de tomar posiciones para no perderse a La Raíz, el grupo que más público reunió en la primera noche. Sobra decir que la mezcla de “tribus” a la que da lugar un cartel tan variopinto es tal que conviven barbas, camisas de cuadros, camisetas “heavys” y gorras de plato con absoluta normalidad, buscando cada cuál la parte del recinto y la franja horaria que más se adecúa a sus gustos musicales.
La parte más gamberra de la noche correspondió a Novedades Carminha por un lado, seguidos de unos Boikot que muestran intacta su actitud e irreverencia vital y por otro a los raperos congregados para escuchar a Fyahbwoy y posteriormente a Natos y Waor. Mientras, el Underground Tent ofreció más de ocho horas de música que invadía con demasiada frecuencia el sonido del escenario Brugal dificultando la escucha de los grupos actuantes.
La segunda jornada, que comenzaba en sesión vermú con Los Vecinos del Callejón y Fausto Taranto, recibía a los más madrugadores que se fueron concentrando poco a poco frente a ambos escenarios. Destacar la presentación de “Abril” nuevo trabajo de Arco, que debidamente alternado con temas de su anterior disco e incluso alguno de su anterior etapa, ofrecieron el espectáculo que estaban esperando sus más fieles fans, que desafiaban al sol en una tarde en la que nuevamente se podía esperar la presencia de la lluvia.
El escenario Bull tuvo la oportunidad de bailar con los siempre festivos O’funk’illo que traían un repertorio variado y bailable para ir poniendo al público a tope desde las primeras horas y contaron con la colaboración estelar de Ismael de la Torre (Fausto Taranto), dando paso a Polock, que, al otro lado, no recibieron tanto calor por parte de un público concentrado en el otro escenario, a pesar de ser uno de los grupos con más calidad de los que formaban parte del cartel del sábado y tocar bajo una llovizna que hacía temer un giro en la tarde. Los valencianos están en plena subida pero también en un momento crítico en la carrera de cualquier banda, ese en el que eres suficientemente conocido, pero aún no eres un “grupo de moda”, lo cuál puede ser incluso bueno para los que preferimos disfrutar con comodidad de estos grupos.
Una lástima que, tras ellos, un numeroso grupo de fans con camisetas de “Izal” comenzaran a tomar posiciones en el escenario Brugal y que no apreciaran como merece la magnífica actuación de The New Raemon, acompañado para la ocasión, al bajo, por Javi (Maga) y con una inmejorable selección de temazos para hacer disfrutar a los que sí estabamos ahí para escucharle. Tarea difícil ya que el Underground Tent alzaba su sonido sobre el Brugal haciendo que tanto Ramón Rodríguez como el resto de grupos que pasaron por allí (incluyendo a Izal) hicieran bromas sobre el tema y se lo tomaran con la mejor filosofía poniendo a cantar al público el “Ritmo de la noche”, como hizo Ramón con bastante sarcasmo. O pidiendo a los presentes que hicieran un subidón “Que se cague Chimo Bayo”, como pidió Mikel durante su concierto.
Al otro lado, Makaco y Juanito Makandé también podían el recinto boca abajo mientras Izal y Rosendo hacían lo propio en su escenario. En el caso de Izal, que comenzó el rodaje de su Autoterapia hace apenas tres semanas en Murcia, volvió a demostrar que cuando tu banda es el producto de una fuerte apuesta por ti mismo, tienes claro lo que quieres y los medios materiales y técnicos para llevarlo a cabo. se puede facturar un concierto impecable, un show integral de proyecciones, luces y una puesta en escena con la capacidad de conectar rápidamente con un público entregado desde el primer tema, precisamente Autoterapia que se le rindió por completo con Copacabana, dándolo todo en su incursión en Agujeros de gusano y Magia y efectos especiales.
Su actuación fue, sin dudas, el momento álgido de la noche, con una capacidad de convocatoria que sólo igualó el veterano Rosendo, de despedida y cierre, con las fuerzas intactas, la experiencia como bandera y un montón de himnos generacionales que sonaron sobre todo en la segunda mitad de su repertorio y que no dejó prácticamente ningún tema imprescindible por tocar. Sigue pareciendo increíble como un hombre, con una guitarra, puede hacer un rock tan intenso y hacernos vivir tantas sensaciones a los que venimos de una época en la que el rock era también una forma de vida.
Al otro lado, con no menos público, SFDK congregaron también un extenso sector de seguidores que, a esas horas, estaba prácticamente dividido a partes iguales entre ambos escenarios. Mención especial a esa scratch guitar cuya patente presentó Óscar (Acción Sánchez) en sociedad. Infalibles, como siempre Grises y El columpio asesino, apuestas seguras en cualquier sarao. Final de noche y cierre de festival en el escenario Bull con los unos Ayax y Prok en la cúspide mientras, en el Underground Tent todavía sonaban los ecos de la poderosa sesión de Joris Voorn.
Treinta mil personas, dos días y un montón de música de todos los estilos son el balance oficial para una segunda edición durante la que ya se anunciaron las fechas de la tercera, a finales de mayo de 2019.
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