"Hemos ido recorriendo un camino bastante desconocido, pero siempre de la mano"
Entrevistas / Rocío Márquez Y Bronquio

"Hemos ido recorriendo un camino bastante desconocido, pero siempre de la mano"

David Pérez — 14-07-2022
Fotografía — Archivo

Hay creadoras y creadores tan inquietos y libres que, sin buscarse, están predestinados a encontrarse para seguir ensanchando el arte, explorando, arriesgando y manteniendo vivo el pasado hacia el futuro y más allá.

Desde la encrucijada del flamenco y la electrónica, Rocío Márquez y Bronquio han volado de la mano en “Tercer cielo” (Universal, 22), una obra que puede marcar un antes y un después.

¿Cómo nace esta conexión entre los dos? ¿Fue quizás en el homenaje a “La leyenda del tiempo” de Camarón en el Puerto de Santa María (2019) o viene de antes?
(Bronquio) El homenaje a “La leyenda del tiempo” de Camarón sí que tuvo bastante que ver porque fue la primera vez que Rocío y yo coincidimos en un escenario, no actuamos juntos, pero sí que participamos los dos en el mismo espectáculo. Pero sobre todo, donde salió la idea de la unión y el encuentro, fue porque, en el anterior disco de Rocío Márquez, “Visto en el jueves” (19), hay una rondeña de Moreno Galván que se llama “Empezaron los cuarenta”, y Universal me llamó para hacer un remix de esa rondeña. Y entonces la reinterpretación que yo hice de ese tema parece que le gustó a Rocío y a Universal, y yo también me sentí orgulloso de como sonó… Entonces dijimos, oye, igual podemos quedar y hacer un diálogo un poco más complejo y profundo, porque con este primer encuentro entre comillas que hemos tenido ha salido algo que suena guay. Y charlamos, tuvimos una quedada y nos propusimos vernos, sin pretensiones de nada, a ver si funcionaba la cosa. Hicimos quedadas en su casa con los altavoces y viendo que tal. Y bueno, hubo buena sintonía en todos los sentidos y decidimos llevar al disco todo lo que estábamos haciendo.
(Rocío Márquez) Sí, se dieron distintas circunstancias, del remix, al homenaje a “La leyenda del tiempo” de Camarón, donde disfrutamos en común desde distintas perspectivas… Esto nos ha llevado sobre todo a que nos permitiéramos la experimentación, a juntarnos y ver qué pasa, porque una cosa que los dos teníamos clara, es que si nos juntábamos y la cosa no nos convencía, pues nada, lo dejábamos aquí como un encuentro guay y ya está. Pero si hay una línea de donde tirar, la aprovechamos y continuamos, que fue lo que al final pasó.

Creo que los dos coincidís en que es en el proceso de creación donde más libre os sentís, pero, aunque la libertad sea el eje quizás central del proyecto, ¿Partisteis de algo concreto y os propusisteis alguna meta o rumbo para no perderos? ¿O quizás perderse estaba dentro de los “no planes” de “Tercer cielo”?
(Rocío) Totalmente, yo creo que ese perderse está muy conectado con el “Tercer cielo”, está muy conectado con ese no espacio que de repente te permite nuevas posibilidades y es un juego donde todo cabe.

¿Entonces no os disteis ningún punto de partida o coordenadas por si os “salíais de madre”?
(Rocío) Bueno, al principio, todos aquellos puntos comunes entre el flamenco y la electrónica, que veíamos en lo popular, en el baile, en las fiestas, en la repetición… O sea, todas esas características que sentimos comunes, las encontramos, por ejemplo, en todo lo que son rituales. Entonces, el primer planteamiento vino un poco por ahí, por los rituales, que después acabó derivando en Paraíso, y ya el último paso fue este “Tercer cielo”. Durante todo este proceso conceptual, nos han guiado Juan Diego y Emilio, ambos estaban muy presentes, de una manera muy esquemática, pero guiándonos mucho en todo lo que era la composición del repertorio y la estructura: Una especie de serpiente con un inicio y con un final, con tres transiciones, que de algún modo permitían que nos fuéramos agarrando y que, cuando en la búsqueda nos alejábamos, hubiera algo que nos traía a tierra, que nos atraía y otra vez nos cohesionaba y daba forma.

Justo os iba a preguntar ahora por Emilio (Rodríguez Cascajosa) y Juan Diego (Martín Cabeza), por el papel que han tenido en la obra, y ya veo que, como contaba Rocío, además de estructurar y ayudar a dar forma, han sido un poco los que os bajaban a tierra para volver luego a emprender el vuelo…
(Bronquio) Exactamente, cuando quedábamos Rocío y yo, pues precisamente, por la pregunta que has hecho antes de “perdernos”, claro, muchas partes de la composición del disco han sido muy impulsivas… Es verdad que los primeros días, para no quedarnos mirando a la pared, porque nos conocíamos muy poco, pues traíamos ya alguna cosa para enseñarnos el uno al otro… Pero es verdad que hubo ahí como un proceso de experimentación, de libertad, de ponernos vídeos en YouTube, por ejemplo, y de ahí inspirarnos para hacer algo nuevo… Y claro, como todo esto se concebía y se producía de una manera muy impulsiva, Juan Diego y Emilio eran los que nos traían todo esto a tierra, encontrando cohesión entre todas las piezas que hacíamos, y que nosotros no podíamos ver porque estábamos muy adentro del proceso creativo. Esta gente tenía una vista más periférica y decían, pues oye, yo veo aquí que el hilo conductor es este… Lo que ha dicho antes Rocío de los rituales, que después fue transformándose, como cualquier proyecto. Ha habido mucho feedback, nosotros le mandábamos las demos que hacíamos, ellos nos mandaban esta cohesión y esta conceptualización, luego de ahí nosotros empezábamos a trabajar sobre este concepto o este otro. Incluso nos decían, oye, pues igual molaría también echarle un vistazo a este palo flamenco porque tiene una vinculación con este otro… Bueno, ha sido como un diálogo entre nosotros dos internamente, y también con Juan Diego y Emilio.

“Sentir un montón de puertas que se abrían, un montón de posibilidades que se multiplicaban”

Aunque los dos sois seres inquietos y no tenéis miedo de beber de muchas fuentes, está claro que cada uno sois de vuestro padre y de vuestra madre, es decir, que habéis partido y aportado al proyecto, el conocimiento y la sensibilidad del arte que mejor manejáis, de lo conocido, a lo “desconocido”. En el caso de Rocío su base es el flamenco, y en Santi la electrónica… La pregunta es, ¿qué acercamiento previo al “Tercer cielo” habéis tenido, entre comillas, con el arte del otro? Sé que Santi es de tierra jonda, de Jerez, y te he leído que ya habías desarrollado una sensibilidad especial con el flamenco, pero no sé desde cuando…
(Bronquio) Antes yo oía y sentía el flamenco, pero es verdad que, aunque sea de tierra jonda, nunca me había permeado del flamenco, era como un oyente que tenía la suerte de tener la cuna muy cerca, pero la sensibilidad la he ido desarrollando poco a poco... O sea, con el homenaje a Camarón fue como poner un poco el pie dentro, pero sin duda, ha sido con este proyecto, con lo que Rocío me ha enseñado, con el trabajo obligatorio que hemos tenido que hacer mutuamente, y yo también por mi parte, interiorizando todos los ritmos, todas las sensibilidades de cada palo del flamenco, aunque todavía me queda muchísimo, claro… Eso, la obligación y el gusto por construir este disco, ha hecho que mi sensibilidad hacia el flamenco la haya desarrollado y haya aprendido a disfrutarlo de una manera más completa.

Y tú, Rocío, con la electrónica, ¿qué experiencia previa habías tenido?
(Rocío) Para mí ha sido un descubrimiento increíble. Es verdad que como oyente, siempre me ha interesado, pero no lo conocía en profundidad, y claro, como comentaba antes, es muy distinta la percepción que puedes tener como espectadora, a la que puedes vivir cuando, de repente, estás inmersa en la exploración y creación. Ha sido sentir un montón de puertas que se abrían, un montón de posibilidades que se multiplicaban… Algo que ya queda para este proyecto y para todos los que vengan, es como un aprendizaje que me ha calado hondo. El hecho de que Santi juegue con mi voz, la filtre y varíe, me invita también a mí a buscarme, a arriesgar con nuevas posibilidades vocales… Por ejemplo, llevo ya un tiempecillo enganchá a Diamanda Galás o a Fatima Miranda, precisamente por esto. El hecho de sentir que, el sonido con el que nos identificamos, o incluso con aquel que nos identifican desde fuera, no es el único que realmente podemos producir, eso, ahora mismo, me tiene bastante loca y entretenida.

Siguiendo un poco con lo anterior, ¿cómo ha sido ese ejercicio de confianza mutua, de dejarse llevar, para que te guíe a ti, Santi, Rocío por el flamenco, y para que Santi te guíe a ti, Rocío, por la electrónica? Aunque sé que los dos sois unos soles, supongo que habrá existido algún momento de tensión interna, o de duda o quizás vértigo…
(Bronquio) Curiosamente, el proceso qué es más susceptible de desencuentro, que es el proceso de producción, ahí, inconscientemente, íbamos siempre a una. Tanto ella como yo sentíamos la libertad de dar ese pasito adelante, hacia lo desconocido, tanto para la otra persona como para uno mismo, yo voy a hacer esto, no sé si va a ser una frikada tremenda, y si lo puede ser para mí, imagino que para la persona que tengo al lado puede ser ya hasta una falta de respeto… Pero que va, nada de eso, hemos ido recorriendo un camino bastante desconocido, pero siempre de la mano y, si de repente, a uno de los dos, no le convencía algo, se proponía y se encontraba con facilidad una alternativa que sí entraba en los gustos del otro.
(Rocío) Tenemos algo en común, bueno, aparte que yo siento mucha admiración y confianza por el trabajo que hace Santi, pero además, tenemos en común que, aunque a priori podamos ver o no ver algo, a los dos nos apetece experimentar. Es como, bueno, vamos a probar y después decidimos. Porque a veces teorizar no funciona, hay que materializarlo, hay que llevarlo a la práctica y probarlo y así sabes de verdad si quieres ese camino o no, y los dos somos bastantes de “tirar millas”, de probar y ya veremos. Ninguno estábamos con la actitud ésa de lo que hagamos tiene que salir, sino todo lo contrario, vamos a probar, ya habrá tiempo luego de filtrar y desechar todo lo que no nos interese, pero por lo menos vamos a permitirnos esa experimentación, porque además esta libertad formaba parte del núcleo, de la propuesta de este “Tercer cielo”.

Bueno, me voy a extender ahora porque quiero argumentar la comparación gorda que quiero hacer de “Tercer cielo”. La verdad es que tengo que confesaros que hacía mucho tiempo que no sentía algo tan potente, una propuesta tan rupturista y a la vez tan bien unificada y tan orgánica. A ver, es cierto que se han hecho cosas muy brillantes y se ha experimentado por suerte mucho dentro de la encrucijada electrónico-flamenca… Desde aquel “New Hondo” del Turronero en 1980 con los sintetizadores de Josep Llobelle, a los mil proyectos y saltos al abismo de Paco (Niño de Elche), pasando por Rosario en su último “Tremenda” junto a Pablo Martín Jones, o la dupla RomeroMartin o ese último “Caballo Rojo” que se acerca de Cristian de Moret, por nombrar solo a algunos compañeros vuestros, pero este “Tercer cielo” lo siento, y como lo siento lo digo, como una cumbre con una base muy profunda, dentro de esa fusión de raíces y cables, que es mucho más que eso, claro… Creo que, sin ser comparables por muchos motivos, sí que este “Tercer cielo”, en su conjunto, podría suponer, tiempo al tiempo, un referente icónico en la convivencia y experimentación del flamenco y la electrónica, como lo fue en su día el “Omega” de Morente y Lagartija para la dialéctica del rock y el flamenco que vino después. Ya lo he dicho.
(Bronquio) Joder, tío…
(Rocío) Ya nos has puesto los pelos de punta, ahora que te decimos, David. (Risas)
(Bronquio) A ver, nosotros con humildad a tope, el tiempo dirá… Nosotros ahora lo que queremos es compartirlo, enseñarlo y defenderlo en directo. Después, si tiene más o menos trascendencia, ya se verá… Todo lo que venga es un plus a lo que hemos vivido, que ya es mucho.
(Rocío) Hay una cosa curiosa y es que, desde que planteamos el proyecto, los dos tuvimos súper presente que queríamos disfrutar del proceso y no tener la cabeza en el resultado final. Vivir el proceso. Es verdad que últimamente está muy de moda todo esto de la búsqueda… Y a mí me hace mucha gracia que en ningún encuentro hay búsquedas fallidas, y es un poco complicado, porque si no hay “no aciertos”, es difícil creer que ha habido una búsqueda. Yo estoy muy contenta con este proyecto, con el hecho de que nos hemos permitido mucho tiempo, juntarnos muchos días, hacer muchas residencias en casa. Es verdad, que la situación externa nos apoyó a tope, porque estábamos en un momento de post pandemia total, sin curro y ganas acumuladas, lo necesitábamos, era una cuestión vital de sacar nosotros lo que sentíamos que teníamos, en un momento de mucha imaginación, de haber comprobado que era posible algo que antes hubiéramos considerado imposible. Entonces claro, en todo este contexto, ha sido muy fácil, realmente, el dejarnos ir, el dejarnos caer, en poner la tensión, como te decía, en el proceso. Y ahora ya, cuando veo que ya está el disco, es verdad que ya tenemos enfocada la energía en la puesta en escena, porque es otro melón que hemos abierto totalmente diferente, aunque tenga en común los temas, pero ya es como, nosotros hemos hecho la parte que estaba en nuestras manos y ya, todo lo que venga, como para un lado como para el otro, abrazarlo.

Otro de los aspectos que le aporta un peso extra a este viaje de “pariros a vosotros mismos”, es la cantidad de palos con los que os habéis atrevido a experimentar: milonga, bulerías, verdiales, rumba, seguiriya, ese magnífico garrotín, tangos, debla, soleá, pregón, toná... ¿Cuál es el palo que más dificultad os ha dado para, digamos, fusionarlo con la electrónica? ¿Se ha quedado fuera algún palo flamenco que se haya resistido a la metamorfosis de este “Tercer cielo”?
(Bronquio) Se han quedado algunos descartes fuera, pero no recuerdo si había algún palo diferente a los del disco… bueno, sí, creo que se quedó fuera un tiento.
(Rocío): Sí, pero no porque no fuera bien con la electrónica, sino por el concepto, que nos parecía que quedaba el conjunto menos redondito. Es decir, que nos parecía que estaba todo hilvanado a nivel conceptual y musical, y de repente había cosas que no. Lo que no ha entrado, ya veremos si en otro momento hacemos otra cosa a partir de ahí, porque, como te decía, no es que haya habido un desencuentro entre ese palo y la electrónica, sino más bien a nivel conceptual en este trabajo en concreto.
(Bronquio) Fíjate, lo que preguntabas también, el palo que más me ha costado llevarlo a la electrónica ha sido la bulería. Mira que hemos hecho los palos más raros del mundo… Porque casi todos los palos son 4x4, 3x4 o es una seguiriya o una toná super lenta y, cuando es algo super lento, ancha es Castilla y suelo tener buffet libre. En cambio, la bulería, por un lado, tiene un ritmo muy seguido y fiestero, pero por otra parte, es un compás de doce tiempos que, para los que venimos del 4x4, de la electrónica o del rock, como yo venía antes, tienes que hacer una adaptación mental del ritmo muy grande; pero es verdad que cuando la haces bien y funciona, se disfruta mucho.

Hay un palo que no he nombrado y que tengo que decir que no conocía su nombre, y es una de las canciones que más me han gustado…
(Rocío) El aguilando.

¡Sí! Que además posee esa frase que ya he nombrado un par de veces y que creo que es clave en el proyecto, la de “Voy a parirme a mí misma”. La escuché la primera vez y entré en bucle. Me parece maravillosa la letra.
(Rocío) A mí también, ese texto me encanta, es de Macky Chuca y Carmen Camacho. Y fíjate, que lo del aguilando tiene que ver mucho con lo que hablábamos antes del punto ese común en lo popular, en la fiesta, en el baile, la repetición, en todo esto… Porque yo, las veces que he cantado y escuchado aguilandos en directo siempre ha sido en Murcia y en época de Navidad, que tengo unos amigos maravillosos allí en la huerta murciana, y que montan unas fiestas y unos saraos con los violines, improvisaciones, que es muy bonito… He tenido la suerte de vivir momentos bastante únicos cercanos a ese folclore, entonces, con todo el inicio que tuvimos, que hablábamos antes de rituales, pues venía como anillo al dedo. Pero es verdad que, el aguilando, sería más cercano al folclore, no es un palo constituido en sí, por decirlo de algún modo.

"Ese tema de las capas nos llamaba mucho la atención a los dos, que se pudieran sentir las capas, las texturas del disco y que cada uno se quede en la capa que le apetezca"

Bueno, pues aprovechando el título de este aguilando, la confianza y el resultado final de “Tercer cielo”, me veo obligado a preguntaros: ¿ha habido alguna “droga cara” o barata durante el proceso creativo?
(Bronquio) Pues me encantaría decirte que sí para darte el titular, pero que va, tío.
(Rocío) A mí me ha encantado la pregunta, David, no nos la había hecho nadie y es verdad que puede parecer que nos hemos fumado Marruecos cuando escuchas el disco. (Risas)
(Bronquio) Pero que va, lo más parecido ha sido un licorcito que sacaba Rocío de vez en cuando, que estaba muy bueno, pero todo legal. Ya después en los conciertos no sé decirte, pero el disco ha sido muy sano y para todos los públicos.

Bueno, pues seguimos con las canciones, que sí que son droga pura. De la frente al corazón, de la razón a los sentimientos, del tema de apertura por milonga, “Paraíso. Cuántos cuerpos están por venir”, al cierre por toná en “La marca”, compartiendo parte de la letra de Carmen Camacho y sumando esos versos de Mairena como colofón libérrimo…
(Rocío) Sí, la parte última de la toná es un guiño curioso, porque es una letra que hacía mucho Antonio Mairena, que como sabes es una de las figuras más representativas del cante ortodoxo, o por lo menos así lo ha entendido la historia del flamenco, yo difiero un poquito… Esa letra dice: “Aquel que se va, / va diciendo en el silencio: / ¡Qué grande es la libertad!”. Y la última vez que yo estuve en la Peña Flamenca de Mairena del Alcor, me llamó mucho la atención que está escrita esa frase en la puerta, antes de salir. Ese mensaje de libertad que ha estado presente durante todo el proceso y que al final yo creo que es el eje vertebrador del disco, me parecía que era una buena manera de concluir esta letra, haciéndole además un guiño a la figura de Mairena.

Con ese quejío cegador, claro y distorsionado, que se te clava en la cabeza y en el pecho. Habladme de esa otra lucha que late en el disco, la convivencia entre razón y sentimiento, entre los cuerpos y las máquinas.
(Bronquio) Sí, tanto en la interpretación vocal de Rocío, como en el uso de las máquinas… Es verdad que las máquinas están más ligadas a la razón, porque son órdenes que le estás dando a un aparato de ceros y unos, pero claro, cuando llevas tantos años utilizando las máquinas, al final se convierten en una prolongación tuya y no te planteas el funcionamiento… Trabajando con Rocío, la máquina me respondía de manera que yo no sabía muy bien qué coño estaba pasando, pero sí tenía que ver con la emoción de lo que estaba cantando Rocío, de lo que yo estaba sintiendo cuando la escuchaba a ella. Y también eso es algo que me llevo del aprendizaje de la producción del disco, el dejarle un poco de libre albedrío a la máquina, teniendo coherencia con lo que está haciendo un ser humano al lado.

Con eso que decías de que la máquina termina por convertirse en una prolongación de tu cuerpo, me he acordado de ese precioso verso de la toná final: “Yo te ofrezco el pensamiento de la yema de mis dedos”. Como la razón (y la máquina) se ofrecen y funde con el tacto, con los sentimientos…
(Bronquio) Ostia, pues es una interpretación muy chula.

Pues centrándonos en lo que interpreto yo, de la temática que creo que palpita, si no entendí mal, en la mayoría de las canciones: los falsos amores y como lidia nuestro corazón y cabeza con ellos, con los amantes perdidos y encontrados, los cuerpos que se fueron y los que están por venir, el cambio y las marcas que quedan en “la piel”, con esa triple seguiriya espectral en tres cortes, que parece marcar la separación/estructura, con esos preciosos versos de “Por recoger tus huellas” de García Montero… ¿Qué hay de lo he dicho en las canciones?
(Rocío) Todo. (Risas). Me encanta tu lectura, David, es muy completa. Es verdad que todos esos cuerpos por venir… el entender que todos tenemos muchas caras, muchas pieles, también ha sido el gran punto de partida, porque si no se vivencian todas esas pieles, todos esos cuerpos, es difícil llegar a tocar ese “Tercer cielo”.
(Bronquio) Sí, hay que negarse la piel de uno mismo para hacer otras cosas y no acomodarse.
(Rocío) En definitiva, se habla de mudas…

Como la portada, claro, con esos pliegues y capas…
(Rocío) Claro, ese tema de las capas nos llamaba mucho la atención a los dos, que se pudieran sentir las capas, las texturas del disco y que cada uno se quede en la capa que le apetezca.

Hablando de otro de los temas que más me han gustado e imaginando como van a ser los directos, en la primera parte, por ejemplo, esos verdiales de “Niña de sangre”, en los que reina la fiesta y la alegría, dejando a un lado la hería y como dice la letra, “bailar hasta romper el suelo”. Habladme de estos “raverdiales” y de la puesta en escena del disco en general, que parece que será movidita y bailonga, en parte, ¿no?
(Rocío) Fíjate, creo que hay más de movimiento, de ocupar el espacio, que de baile en sí, que también lo hay. Es cierto que nos hemos planteado dos formatos distintos, uno que es más formato concierto tipo, que ahí puede que sea todo más improvisado, y luego lo que puede darse en espacios más teatrales, que hay escenografía, una iluminación más cuidada y específica… Lo que te comentaba antes, el trabajo que ha hecho Antonio Rus, con Roberto Martínez, la iluminación de Benito Jiménez, el sonido de Javi Mora, y es cierto que todo eso está bastante cuidado, le hemos dedicado mucho cariño y éramos conscientes que, para permitirnos una puesta en escena acorde con lo que estaba ocurriendo a nivel musical y a nivel vocal, pues necesitábamos a gente que nos fueran haciendo de guía, porque también era algo que anteriormente no habíamos hecho ninguno de los dos a este nivel.

Además de la instrumental “El Mengue y la Zarabanda” con Iñigo Bregel de Los Estanques inyectando psicodelia a los teclados, el único featuring como tal, es el de Livia (41V1L) en la pegadiza rumba urbana “De mí”. Habladme de esta colaboración.
(Bronquio) Livia es una amiga mía de la infancia, con la que llevo haciendo música mucho tiempo.

Precisamente has sacado con ella hace nada el disco “Sea lo que sea” (22).
(Bronquio) Sí, el disco con Livia tiene poco más de un mes. Y nada, esta canción, “De mí”, la teníamos ahí muy a medio hacer, y en estos primeros encuentros con Rocío, como hemos dicho antes, para dar un primer empujoncito y que fueran sonando cosas, pues saqué esta demo que tenía y ya la terminamos de construir. Y claro, Lidia, por supuesto, tenía que participar en el disco.

El espíritu de colectividad y de fundir tradición y creación que reina en el Tercer cielo, lo encontramos también en la cuidadísima selección poética que habéis hecho, donde se mezcla lo popular, con letras propias, y autores actuales, con adaptaciones de poetas como Lorca o San Agustín, ¿cómo ha sido ese proceso de selección, creación y de adaptación de las letras?
(Rocío) Pues igual que ha ocurrido con el tema de la música, con toda la cuestión vocal, ha sido super orgánico, como te decía antes Santi. Ha sido bonito porque ha ido como viniendo solo. Y no había una única manera de funcionar, digamos una mecánica que siempre haya sido la misma, un mismo proceso, sino que en algunos casos han sido creaciones nuestras que han salido sobre la marcha, a partir de algo que nos hubiera inspirado o de la propia música, atendiendo a la métrica que nos iba pidiendo la melodía, en otros casos han sido encargos a Macky Chuca o Carmen Camacho, o adaptaciones de discursos que de repente la temática y los conceptos del disco nos estaban pidiendo. Hay muchos guiños y orígenes muy distintos que, a la vez, para nosotros conformaban este tercer cielo y que tenía mucho sentido de que fueran de la mano, y es Carmen Camacho la que ha hecho este trabajo de hilvanar, de pulir todo el material que había, para que los orígenes diversos que existen no fueran algo que chocase, sino que pudiera dar esa imagen plural que pretendemos transmitir.

Y siguiendo con las letras, hay una en concreto que firmáis los dos, la soleá “Prefiero la muerte”, habladme de esta letra compartida en concreto, please… Tema que, por cierto, creo que abre con un sample del “Prefiero mejor la muerte” de Caracol, ¿no? Muy chulo…
(Bronquio) Sí, sí, de Caracol.
(Rocío) Es de una copla de Caracol que da nombre a la canción… Es una soleá por bulería, el compás que lleva, y por eso mismo la letra primera que nos inspiró, la escribí yo, pero es con métrica tradicional flamenca que dice: “Peor que la soledad / es tenerte frente a frente / y no tener de qué hablar”. Y entonces, a partir de ahí, qué es la métrica típica, la soleá puede tener tres versos o cuatro versos, entonces esta es la típica de tres, y a partir de aquí empezamos a deconstruirla para llevarla al formato más “acancionado”, digamos. Dándole vueltas todo el rato a este mismo mensaje del que partimos.
(Bronquio) Claro, es que esta canción surgió, porque “llevábamos una racha ahí muy a gustos y disfrutones, pero claro, todo lo que estábamos haciendo eran como paranoias, a nivel musical, y entonces dijimos los dos, “Vamos a hacer una canción con la guitarra, de toda la vida de Dios”, sentados en el sofá, con cuatro acordes fáciles. Entonces Rocío se acordó de la canción de Caracol, de esta letra que había escrito ella, y fue cómo otra capa más del proceso de composición, escaparnos un rato del ordenador, irnos para la terracita que tiene ahí en su casa y ponernos a componer con la guitarra. Por eso esta canción significa mucho para nosotros, el disco entero, pero ese fue un momento muy cálido.

Por último, y ya de verdad, habladme de ese colofón previo a la luz de “La marca”, esos 8 minutos de resplandeciente oscuridad en “El corte más limpio”, con letra del omnipresente Antonio Manuel, que siempre está al pie del cañón, apoyando raíces y alas con la misma fuerza.
(Rocío) Sí, a Antonio Manuel lo queremos mucho, nos inspira mucho.
(Bronquio) El motivo de que hiciéramos esa canción, a nivel de estructura del disco es muy evidente, es como el clímax final, la fiesta final, la destrucción final… También queríamos que fuera oscuro en contraposición a la claridad que hay luego con “La marca”. Y nada, nos permitimos hacer 8 minutos. A nivel de producción, yo con ese tema he descubierto las similitudes que hay entre los discursos percusivos que tiene el flamenco y el techno alemán más oscuro. En ese tema, para las percusiones, es verdad que meto máquinas, pero utilizo unos taconeos, creo que de Carmen Amaya, que samplee de algún sitio, y me di cuenta de que sonaban prácticamente a Einstürzende Neubauten, ¡y no podía ser más flamenco! También hay palmas por bulerías a una velocidad tremenda, con un poquito de reverb, que generan ese trance y ese clímax que suelen dar las canciones que se escuchan a las 5 de la mañana en la Fabric… Me apareció ahí una vinculación, que aparentemente puede ser la vinculación más lejana posible, y lo sentí como algo super conectado y coherente, las sonoridades de ambos mundos.

Toda esta conexión entre ambos géneros, tan coherente y tan orgánica de la que hablas, es verdad que en este tema de 8 minutos en el que te sueltas del todo la melena destaca mucho más, pero yo la he sentido y disfrutado en todo el disco. Otro de los logros grandes de este trabajo, que no haya separación sonora ninguna y se fundan flamenco y electrónica de una forma tan natural.
(Bronquio) Es curioso… Porque algunas percusiones están sampleadas, pero otras están casi al natural, las hemos grabado directamente, con Xoan Sánchez o las palmas y jaleos con Los Mellis, por ejemplo. Y tampoco la hemos tocado casi para enrarecerlas, son bastante cercanas y fieles a cómo se grabaron. Solo un poco de compresión, reverberación, delay, todo eso sí, pero lo que es el sonido puro, está, y curiosamente, encaja muy bien con la oscuridad que te puede dar una máquina.

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