“Ninguno fuimos el normal de su clase”
Entrevistas / Los Estanques

“Ninguno fuimos el normal de su clase”

JC Peña — 19-09-2020
Fotografía — Archivo

Con “IV” (Inbophonic, 20) la joven banda liderada por Íñigo Bregel parece no tener límites en su despliegue de pop progresivo que hace saltar por los aires prejuicios y barreras generacionales.

Los Estanques se ha encerrado a ensayar de cara a una sesión de Radio 3. Nos vemos en sus locales de Suanzes (Madrid, no Cantabria), para hablar, mascarilla mediante, de este nuevo LP de imaginación desbordante.

Cualquier idea preconcebida que hubiera tenido sobre una entrevista al uso salta por los aires nada más traspasar el umbral del espacio de trabajo de Bregel y sus compinches: Germán Herrero (guitarras y coros), Andrea Conti (batería), y Dani Pozo (bajo). Comienza entonces una irremediablemente caótica pero estupenda conversación que por insospechados meandros nos lleva del robo infame del disco duro en que guardaban sus nuevas canciones, hasta la influencia de los años mágicos 1968-1971 sobre el pop, o su devoción por figuras de culto locales como Malcolm Scarpa o los valencianos Señor Mostaza. El entusiasmo por lo que hacen es la base.

No sabía que os robaron el ordenador donde estaba el que iba a ser este disco y tuvisteis que rehacerlo. Menudo bajón, ¿no?
(Íñigo) Una hostia, la verdad. Entramos en shock. Fue en la puerta de los locales, aquí mismo. Como en estos locales no se puede robar ni para Dios, robaron fuera. Sólo se llevaron la mochila en la que estaba mi ordenador, el disco duro y la copia de seguridad que acababa de actualizar. La única vez en que dejamos la mochila con todo ahí. Por la mañana me llamó Germán con una voz que no había oído en mi vida. Me dice: “No te lo vas a creer, me acaban de robar todo en la cara”. Y yo: “Venga…”. Pero por la voz que tenía sabía que era verdad.

¿Y entonces qué hicisteis, regrabar las canciones desde cero?
(Íñigo) Lo primero que hicimos fue pillar alcohol. Porque cuidado, la movida es qué haces ese día. Todo mi trabajo estaba en ese ordenador. O te echas a la cama a llorar o te pillas un buen pedo. Entonces nada, seguimos tirando. El verdadero bajón fue cuando pillamos otro ordenador, me senté aquí para ver si funcionaba todo, abrí el Cubase y me di cuenta de que no tenía ni un solo proyecto para abrir. No venían ni las muestras. Y aparte, perdí todo el trabajo de gente a la que había grabado. Y todo el material del tercer disco voló. Ahora ya no se podrá ni remezclar dentro de cien años. Sí, regrabamos las canciones. Yo me acordaba de casi todo. Y nada, al final quitamos dos y añadimos dos.

“La base de todo el puto sonido está en la música del 68 al 71. Ahí está el calor, la física”

Es lo malo de la era digital. Antes, con las cintas era más complicado.
(Germán) ¿No fue Jimi Hendrix quien se dejó las cintas en un taxi?
(Íñigo) Se decía que lo hizo a posta porque no le gustaba el disco. ¿No era algo así?

¿Grabáis en directo? Lo digo por el sonido tan orgánico que tienen vuestros discos.
(Íñigo) En directo grabamos los vídeos. Con los discos, no. Por las circunstancias, yo soy el que más horas mete y ellos me echan una mano. Esto en cuanto al anterior. En el nuevo hemos seguido igual, pero han participado más todos. Yo toco lo que se puede, lo que se deja. Todo en este mismo local. Con estos al lado, en el disco se oye: no es broma (se refiere al grupo del local contiguo).

¿Diríais que es vuestro álbum más juguetón o variado?
(Íñigo) El anterior quizá es más juguetón, más arriesgado. Aquí destaca el concepto, lo de los personajes.
(Andrea) Igual es más pintoresco.

Pero, ¿pensáis que en la escena alternativa no se valora lo suficiente a los músicos que tocan muy bien o que hacen canciones más complicadas de lo habitual?
(Íñigo) Bueno, eso de complicado… yo discrepo. Creo que no va tanto por cómo se toca sino por la música que se hace cuando se toca de esa manera. Un tío puede tocar bien y estar muy contenido, haciendo una cosa que te puede entrar más fácil. Pero al final, si sabes construir catedrales no te vas a hacer una casa en un árbol. O sí. Pero estarías un poco desaprovechado. Aunque en realidad en la música, como en la vida, no hay reglas. Buena pregunta, pero jodida de responder.
(Germán) Dentro de la banda hay un bagaje y unas influencias que, a lo mejor, en otros grupos no están, porque no las han escuchado o no les gustan. O no tienen esas referencias estilísticas.
(Íñigo) Es un cúmulo de circunstancias. De todas formas, a todos los jartos de jazz de ahora no les llegamos a la suela de los zapatos. ¿Qué es tocar bien? Ahí está la clave. ¿Tú has visto la peña que hay por ahí? ¿Virtuosos nosotros? El ser humano ha llegado a cotas mucho más altas. Yo siempre hago la broma de que somos los mejores de los peores y los peores de los mejores, de modo que nos comemos la mierda de todos. Porque en la liga de los malos se premia ser malo. Y no sé en qué liga jugamos nosotros. En la liga de los mejores, en la que no entramos porque no tenemos cojones, seríamos los peores (risas). Cuidado, que no se entienda mal.
(Andrea) Hay mucha peña haciendo música cercana a la nuestra, pero igual no tienen tanta visibilidad.

Pero, ¿os sentís como una especie de anomalía dentro de la escena local?
(Íñigo) De los cuatro, ninguno fue el más normal de su clase. Nos conocemos. Pero tampoco entendemos esa rareza como algo “súper puro”. No, tenemos una cosa bonita entre manos, un diamante a explotar, pero es un cúmulo de circunstancias. No hemos inventado nada. Simplemente, tragamos, asumimos y soltamos.

Lo que me parece evidente oyendo vuestras canciones es que el componente del disfrute es esencial.
(Íñigo) Gracias, se me había quedado en el tintero. Eso es lo primero. Es lo puto primero. “Soy español, pero tengo un kebab” a los primeros a quienes hace gracia es a nosotros. Y eso es muy importante, porque veo que no es así en otra peña. Yo estoy orgulloso de todas y cada una de las canciones de la banda. Hay peña que luego no escucha su música. Yo tampoco estoy todo el día, pero no tengo ningún problema. La oyes y dices: “Joder, qué bien”. Y te acuerdas del día en que lo has grabado aquí, estaba éste y el otro, hostias qué risas…Han pasado cosas muy guapas, como terminar un ensayo, pensar que me llevo a éste detrás en la moto, llegar a casa, y no tener a nadie detrás. Dices: “Joder, acabo de hacer esto tan guapo y luego soy así de retrasado”.

La portada es muy explícita respecto al hecho de que el humor absurdo forma una parte integral de lo que hacéis, ¿no?
(Íñigo) Mira, la portada es perfecta para mí. Define nuestra espontaneidad, y todo. Para que te hagas una idea, no iba a ser la portada. Era una foto para una especie de Quién es Quién, con los personajes del disco. La portada por delante iba a ser azul, y por detrás, en rojo, sólo estaban levantadas las fichas que éramos nosotros. ¿Qué pasa? Que me motivé y la iba a hacer yo en Photoshop. En cuanto me puse, vi que era imposible. Me puse a buscar otras ideas y de repente apareció esa foto. Yo me había vestido del último personaje. No sé a quién se lo dije y me contestó: “No sé si esta portada define el disco”. Y yo: es la portada. Mandé a fábrica la otra que teníamos, me la pidieron en CMYK, les mandé esta y lo debieron flipar (risas). La otra era súper seria.

¿De dónde salió la idea de hacer un disco entero protagonizado por una serie de personajes bastante estrafalarios?
(Íñigo) Lo de los personajes salió aquí. Todo esto, claro, es de la primera vez que grabamos el disco. 2018. Recuerdo que estaba en el curro, me vino un alumno y me puse a hacer la letra de “Mr. Clack”. No sé por qué narices fue, lo único que tenía claro era lo de la charla…un tío que habla mucho. Llegué con estos y aquí elucubrando y grabando, teníamos varios flancos abiertos, y comentándolo fue como: “Hostia, lo siguiente, otro personaje”. Y lo teníamos. Yo recuerdo salir del curro con unas ganas de grabar…todo el puto día pensando en el disco, y nos lo roban. Y había más: Arturo el vagabundo, ¿os acordáis?
(Dani) Y la de las tragaperras…
(Íñigo) Un pavo que entra en un bar…una señora que perdió tres mil pavos en el bar de debajo de casa. Otras dos las sacamos en un single porque eran ya demasiado especiales para recuperarlas. Yo qué sé, el momento.

“Las experiencias que he tenido fuera de nuestro local me dicen que no se le da cariño a nada"

También he leído en la nota de prensa que es un disco muy influido por la experiencia de vivir en Madrid. Vosotros sois de Cantabria, ¿verdad?
(Íñigo) Germán y yo somos de Santander. El primer disco fue un poco el choque, la hostia, de llegar a Madrid. Alguien ha dicho que nosotros hemos dicho que es un disco muy influido por Madrid, pero aunque sea la primera vez que lo digo yo, cuadra muy bien. La movida es que si el primer disco contaba la hostia, éste narra nuestros asentamientos. Cómo nos hemos encontrado en la ciudad. Está muy bien mirado.

¿Cómo estáis llevando la situación que se ha dado con la imposibilidad de tocar?
(Íñigo) Hemos grabado el siguiente disco. Todavía no lo habíamos contado, es todo tuyo. Tenemos dos discos más, pero creo que serán uno, porque lo que haremos será seleccionar canciones. Nos han ofrecido bolos pero queremos esperar hasta enero o febrero a ver cómo va la cosa, así que nos hemos metido a grabar en una cabaña. Preferimos estar ensayando el repertorio y cuando salgamos, reventar.
(Andrea) Sería la presentación del disco, y es un coñazo que la peña esté sentada.
(Íñigo) Dijimos que sí a un bolo del Monkey y justo esta semana lo han cancelado. Entonces, como no teníamos bolos, nos hemos ido este verano a donde veraneaba de pequeño: una cabaña autónoma con placas solares en el puto monte, entre Burgos, Vizcaya y Cantabria. Y hemos grabado veintitantas canciones. Nos llevamos el equipo, el ordenador, la tarjeta de sonido y los micros. Allí tenemos otra batería antigua que mola mucho.

A nivel técnico, ¿cómo es que tienes tanto bagaje para grabar al grupo? ¿La pura práctica? Es bastante sorprendente.
(Íñigo) Claro. Es que yo me lo he currado mucho. La peña a veces se piensa que las cosas salen de la nada. No. A mi padre le molaba enredar con el MIDI, y yo he enredado lo mío. Sí que es verdad que tampoco tenía mucho acceso al ordenador por cómo me portaba (risas).

Pues lo que grabas suena a grupo clásico, no a ordenador frío. Me parece que eso tiene un mérito importante.
(Íñigo)¿Y sabes de dónde sale eso, y no quiero ponerme sentimental? Del puto cariño y amor que le dedicamos. Se le da un cariño especial que hoy en día se le da a pocas cosas. Se le da a algunas cosas, pero generalmente las experiencias que yo he tenido fuera de este local me dicen que no se le da cariño a nada. Simplemente, por una razón muy sencilla: el reloj. Y el dinero. Punto. Aquí no corre ni el reloj ni el dinero. El reloj sí, hay que currar al día siguiente, pero el dinero no. Me ha pasado en estudios con todas las máquinas que me habría gustado tener, que no dé tiempo a nada. O que el técnico no tenga la misma visión que tú. Yo siempre he tenido una visión muy clara, soy muy tozudo. Somos de pueblo.

Entonces, ¿tus referencias en cuanto al sonido son fundamentalmente de grupos antiguos?
Yo hasta los 20 años escuchaba fundamentalmente música del 68 al 71 y clásica. Tuve una época que estaba ahí. Todo no lo escuché, porque siempre salen más discos, es imposible. Para mí la base de todo el puto sonido está ahí. No sólo para mí, mira cómo ha vuelto todo el mundo a eso. ¿Por qué? Porque ahí está el calor, la física.

Lo alucinante es que muchos de esos grupos se grabaron en grandes estudios con técnicos de primera. Entiendo que lo de grabar es un proceso, una especie de oficio que vas desarrollando.
(Íñigo) Es trabajo y gusto. Si vienes aquí, te mola lo que haces y se lo enseñas a tu colega y te dice: “Hostia qué guapo”, y luego te viene otro colega a hacerlo y te dice: “Qué buen rato me he pasado”, pues es aquí donde me lo paso bien haciendo música. Si la gente te lo reconoce, te pones a ello, lo vuelcas todo. Es la pescadilla que se muerde la cola, para bien. Una vez que te vuelcas en algo, al final te van saliendo las cosas. Pero llevo toda la vida grabando, claro. También conoces a peña. Borja, el primer bajista, me enseñó mucho de todo el tema analógico. El primer disco está mezclado en cinta de media pulgada. Es la hostia. Tenías que rebobinar la puta cinta entera. Los dos mezclando en tiempo real. Hostia, la he cagado: a volver a rebobinar. Me acuerdo con el de Crayoláser que nos pasó eso…con el ordenador das un botón y ya está. Con la cinta, te enfriabas. Sí que es verdad que el sonido es inimitable, pero hoy en día creo que hay que buscar el punto medio entre la facilidad de la tecnología y el calor de lo analógico.

Lo que me parece es que tenéis vuestro curro y le dedicáis mucho tiempo y cariño a esto.
(Íñigo) Hombre, cada vez se va haciendo más posible ir dejando curros para profesionalizarnos lo más que podemos. Lo que pasa es que hemos venido a pasarlo bien y la movida ha ido creciendo. Ya que tenemos la oportunidad, a por ella a saco. Nadie ha llegado aquí pensando que iba a reventarlo. Entonces nada, adelante.
(Andrea) Estamos currando para pagar esto, el piso y comer.
(Íñigo) No te hemos mencionado que el disco tiene una mucha influencia de Malcolm Scarpa. Es un grande. Ha estado aquí con nosotros escuchándolo.

Cierto, casi se me pasa: de hecho, se menciona también en la nota de prensa o lo leí en alguna entrevista. Sé que a él le molesta que le digan que es una figura de culto, pero no se me ocurre definirlo de otro modo.
(Germán) Es vecino, cuenta la historia.
(Íñigo) Joder, yo había oído su nombre una pila de veces por todos lados. Una vez me metí en un concierto suyo en Santander, en La Botica, y me gustó mucho. Y un día nos hablaron de él como dos veces en el bar de debajo de casa. Me puse su primer disco y me quedé flipado con la primera canción. Le empecé a preguntar al Caballero Reynaldo de Valencia y me contó la historia. Me atreví a versionar dos canciones: cuando escuché su disco pensaba que el disco sonaba mal. Ahora no me atrevo a decirlo porque le he cogido un cariño de la hostia. Es un disco del 93 grabado en un doce pistas. Y un día, saliendo con una amiga a la terraza para sacar la letra de una canción en inglés, me asomo a la ventana y estaba abajo. Mi amiga había hecho la broma un par de veces de que estaba abajo. Y yo: “¡Malcolm! ¡Malcolm! Le grité que me esperara, me puse las zapatillas, bajé a toda hostia. Subió el pavo y me escribió la letra. Ahí quedó la cosa, yo tampoco quería atosigarle mucho, pero durante aquel tiempo no escuchaba otra cosa. Tenía unos temazos…esto fue hace dos años. En el disco hay una pila de citas para él, y las entendió.
(Dani) Y a raíz de eso, hemos quedado con él, ha venido por aquí.
(Íñigo) Grabé con él un tema suyo en enero, aquí en el local. Pero no está activo. Es el puto amo. Siempre aparece cuando menos te lo esperas. Mi disco favorito es “El traje vacío”. Se lo pillé a él, ese disco no está ni en Internet.

 

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