"La trinchera pop está hecha de todos los discos que hemos escuchado"
Entrevistas / Iván Ferreiro

"La trinchera pop está hecha de todos los discos que hemos escuchado"

David Pérez Marín — 27-03-2023
Fotografía — Archivo

Iván Ferreiro, rodeado de su familia musical habitual, con su hermano Amaro y Ricky Falkner a la cabeza, vuelve más libre que nunca con “Trinchera pop” (Warner Music, 23), diez nuevas canciones donde laten con fuerza la creatividad y el disfrute, además de una juguetona brisa electrónica.

Respirar, vivir y crear sin que nos demos cuenta. Trincheras pop que contienen y confluyen con otras infinitas trincheras, convirtiendo el ruido en arte, emociones compartidas y libertad.

Han pasado casi siete años de tu anterior álbum íntegramente de canciones propias, el muy íntimo y emocionante “Casa” (16), y entre medio, muchas más cosas, claro, cientos de conciertos, homenaje a Golpes bajos con tu disco “Cena recalentada” (18), el EP “Fariña Misturas” (18), con la canción en gallego “O mar” que compusiste para la famosa serie incluida, y un completísimo recopilatorio para celebrar tu etapa en solitario tras Los Piratas, de “2005 a 2020: 15 años entre canciones para el tiempo y la distancia” (19). Si miras atrás ahora, con el tiempo y la distancia ¿Cómo has vivido este periodo que va de “Casa” a este nuevo trabajo, “Trinchera pop”?
Pues no he pensado mucho sobre el tiempo, si te digo la verdad. “Casa” llevó mucho tiempo de gira, estuvimos tres años girando, y claro, luego cuando acabó la gira estaba muy cansado. Me fui para mi casa, me dediqué a la huerta y ya, un par de meses más tarde, llegó una pandemia mundial. Entonces, realmente han sido estos últimos años tan extraños… entre pandemias, volcanes, guerras y cosas varias que, yo he estado como por casa y, la verdad es que la idea del disco, de como queríamos escribir el disco, tenía un poco que ver con eso, con vivir la vida y no pensar demasiado en componer o en el disco en sí mismo, en fechas, solo en vivir, levantarse, ir un poco al estudio, tocar un poquito, hacer un texto un día, que venga no sé quién… Tenía que ver con hacer el disco sin darnos mucha cuenta y que al final, los días, los delimitara la vida…

Dejarse llevar un poco…
Sí, dejarse llevar y también, de alguna forma, me refiero a que, a estas alturas de mi vida, me doy cuenta de que, mi proceso creativo no tiene que parecerse al que hacía cuando tenía 23 o 24, 25 o 30 años… Ya mi proceso creativo tiene más que ver con ir tirando y viviendo la vida, que con un empeño de escribir algo. Entonces lo he llevado todo muy tranquilo. Con la pandemia todo se paró y yo estaba dedicado a plantar pimientos, a plantar lechugas… y entonces eso, me levantaba, regaba un poquito, luego iba al ordenador y mandaba algún mail, luego me sentaba en el estudio a grabar algo… De alguna forma, lo que hice fue, pensar mucho, muchas cosas y luego, a la hora de grabar y tocar, pues ser mucho más instintivo… y solo disfrutar, tratar de disfrutar todo el tiempo, que no siempre se consigue.

“Las canciones son como los libros, como los videojuegos, como las películas, puede pasar cualquier cosa en ellas, son un lugar de libertad donde uno puede sentirse y sentir que es lo que le dé la gana”

Digamos que, entonces, no ha habido ningún detonante claro en estas canciones, ¿no? En el disco “Casa”, por ejemplo, partiste de una ruptura, pero aquí, en “Trinchera pop”, parece que todo ha ido surgiendo poco a poco…
Eso es, en este no ha habido ningún detonante. En este el único detonante era, bueno, hemos sacado un disco que se llama “Casa”, lo hemos disfrutado muchísimo, hemos tocado un montón, la vida nos sonríe, tenemos ya una edad y seguimos aquí… Por otro lado, también nos hemos dado cuenta de que, gracias a dios, no tenemos la necesidad de ir sacando discos todo el rato, ni de estar presentes en nuestra carrera… tenemos la suerte de que nos esperan. Entonces decidimos un poco ver qué pasaba, qué cosas pasaban por nuestra cabeza y luego tratar de escribirlo todo a la vez.

Este nuevo trabajo comienza a girar y a los pocos surcos ya sentimos que las canciones de “Trinchera pop” desprenden una frescura diferente a todo lo anterior… Tanto en lo sonoro, con más texturas electrónicas, efectos, atmósferas y coros, como también difiere en el contenido, con letras más, no sé, podríamos decir, “poéticamente filosóficas” y menos aparentemente “románticas”, ¿no? Aunque sí que emerge, por momentos, el amor y el desamor, por ejemplo en las hermosísimas “Miss Saigón” y en esa búsqueda de equilibrio en “Los puntos de Lagrange”.
Sí, bueno, realmente, aunque todo podamos llevarlo un poco a lo romántico, nosotros no pensamos en este disco para nada en las cosas románticas, sino que estábamos pensando más en, lo que tú decías, en filosofía de la creatividad. Nos interesaba mucho eso, las conversaciones sobre el proceso creativo eran lo que más nos divertían, y en el fondo también nos dimos cuenta de que queríamos hacer un disco que hablara sobre el proceso creativo y en realidad, el proceso creativo contiene: política, amor, amistad, dolor… contiene todo. Entonces, me gusta que me digas eso, que veas amor romántico en canciones que a mí ni se me había ocurrido, porque yo en realidad pensaba en otra cosa. Pero, un poco, nuestra idea también era esa: yo no quería que sonara como “Casa”, no quería que los textos se parecieran tampoco a los textos de “Casa”; me apetecía que el oyente tuviera que transitar un camino distinto, y como al final el oyente es el dueño de la canción, el que va a decidir de lo que habla… Yo, lo que quería era proponerle al oyente textos y música para que ponga su historia, y yo, pues saber la mía, sin tener que contársela a nadie. No hay nada más bonito que contar tus secretos sin que nadie se entere.

Digamos que ese sería el punto bueno para llegar en una canción, ¿no?
Claro. Digamos que, a mí por ejemplo, no me gusta mucho personalizar las canciones, porque creo que cuando yo personalizo una canción, le estoy quitando al oyente el placer de que sea suya a nivel personal. Ya hace tiempo que trato de explicar poco sobre las canciones, precisamente por eso. Porque bueno, mientras que a lo mejor hay artistas que sí, que quien canta la canción es importante, me refiero, por ejemplo, a la Pantoja, y lo digo con todo el respeto, cuando ella sale y canta “Marinero de luces”, es muy importante que sepas que es la Pantoja la que canta. Luego tú te vas a sentir reflejado en la Pantoja, pero es importante el yo en ella. Pero yo creo que, en mi caso, no, en mi caso, es mucho más interesante que el oyente crea que le escribo a él, que es lo que hago realmente.

Y en lo estrictamente sonoro, en ese juego y brisa fresca electrónica que se siente en todo el disco, ¿cómo ha sido el proceso?
Bueno, lo que hablábamos un poco antes también, yo, cuando terminé la gira… antes incluso, cuando ya empezamos hacer cosas, Amaro y yo estábamos, bueno, yo en concreto estaba con ganas de escribir desde otros sitios, no me apetecía mucho coger el piano… Y me daba la sensación de que, bueno, pues en “Casa” que sí que tiramos mucho de música en ese sentido, de sentarnos al piano, de la guitarra, de los arreglos, de buscar ahí… A mí me apetecía ahora buscar un poco más desde mis máquinas, que es lo que me divierte. A mí me gusta la electrónica porque hacer canción todos los días es mucha intensidad, no puedo estar todos los días buscando una canción. Y la electrónica me permite ir todos los días a mi estudio y relacionarme con la música sin tener que sacar nada concreto, solo disfrutar del ritmo, de la sonoridad, de disfrutar de pasar el día ahí. No quería que sonara como el anterior, quería partir desde otro lugar y que viniera de la diversión ese sitio; y sobre todo tampoco quería hacer una electrónica que sonara a la electrónica de todos, quería crear mi propio mundo. Realmente, yo me he dedicado a divertirme mucho con las máquinas y todo eso, y después hacíamos la canción. Y siguiendo esto, lo que te comentaba antes, también queríamos que el texto fuera hacia otro lugar.

Intuyo entonces que no habéis tenido discos o artistas concretos como referencia sonora para “Trinchera pop”, que ha sido más un “todo cultural” el que ha calado, ¿no?
Claro, le hemos llamado un poco “Trinchera pop”, por un lado, por el lugar en el que nos encontramos y, por otro lado, porque creo que la trinchera pop está hecha de todos los discos que hemos escuchado, y entonces creo que hay muchas influencias, no creo que tengamos una influencia concreta de algo, pero sí creo que toda la música que hemos escuchado está incluida, dentro. Hemos intentado hacer un disco desde nuestra experiencia, y nuestra experiencia contiene muchas escuchas de muchos discos, visionados de películas, de series, de libros y cómics, de conversaciones… Todo junto.

Volviendo a lo anterior, y para ir nombrando algunas de las nuevas canciones, esa emocionante frescura sonora y lírica que recorre cada pista, la encontramos y nos envuelve desde el inicio del álbum, trazando primero una especie de fuga metafísica de la cuadriculada, caótica y estresante realidad, hacia los sentimientos atrincherados a base de “canciones para no correr” en esa “Canciones para no escapar” inicial, con sintes y teclados intrigantes que vienen y van y explosiones luminosas…
Sí, la idea era un poco esa, dejar claro que, al final, las canciones, para nosotros, son el lugar donde nos refugiamos, de lo que nos da miedo también; y tal como está el mundo últimamente, con todo lo que ha pasado y sigue pasando, de alguna forma, pues eso, no creo que solo nosotros, sino muchísima gente, al final encuentra ese sitio para refugiarse, de todo ese miedo, de todo ese descontrol, encontramos en la trinchera de la canción nuestro sitio seguro. Y creo que sigue habiendo música y canciones, gracias a eso, nos permiten alejarnos de todo el ruido… Es como que las canciones cogen el ruido y lo convierten en algo coherente. Esa era un poco mi idea.

"Tengo tantas influencias, que ya no puedo ni nombrarlas, son muchísimas… Me gusta pensar que esa trinchera son todas mis influencias"

Y le sigue otro de los temas más especiales del disco, la vibrante y potente “La humanidad y la tierra”, una defensa del planeta y crítica a la humanidad, definida en la intro como, en palabras del propio Félix Rodríguez de la Fuente, “cultura de la basura”. Una especie de neo-soul que muta a góspel endiablado y que invita a un baile imposible, valiéndose del acelerado ritmo de la inolvidable intro de “El hombre y la tierra” y unas Tanxugueiras a fuego. Suena brutal, me ha encantado, con coros mil y ese “¡a bailar!” que te taladra una y otra vez…
Sí, para mí tenía que ver con la deformación de las cosas, como coger un sámpler de algo muy reconocible, de “El hombre y la tierra”, que ya te coloca en un mundo animal, de las fieras, y mi idea era juntar todo eso… En el fondo, para mí, es una especie de crítica a mi generación y a mí mismo, que eramos los que veíamos a Felix Rodriguez de la Fuente y no hicimos un puto nada. Todos nos sentábamos con nuestros padres a ver el lobo ibérico, pero cuando Félix se fue no le hicimos ningún caso y seguimos tirando la colilla al suelo, dejando papeles en la playa, quemando carbón como si no hubiera mañana…

Y mientras tanto, como dice el coro, una y otra vez: “¡a bailar!”
Sí, y además cuando dicen a bailar y a bailar, no puedes bailarlo, porque es un ritmo dificilísimo. A mí me gusta que son las Tanxugueiras las que ponen un poco de sentido común dentro de la canción, es como que, todos los varones que cantan están diciendo estupideces todo el tiempo, y son las mujeres las que ponen las cosas en su sitio.

¿Cómo se dio esta colaboración?
Pues las grabé hace un par de años, antes del Benidorm Fest y todo eso… Yo las había visto cantando y me habían gustado muchísimo, y entonces les mandé un mensaje por instagram, las invité a comer y luego les puse un micro por delante para que cantaran (risas), les hice un atraco muy bueno.

Otra de las canciones que parece definir mejor el espíritu del disco, conceptual y formal, es precisamente el primer adelanto, “En el alambre”, con ese parpadear y aleteo electrónico, casi onírico de inicio, para después despertar en esa pura luz y enérgica segunda parte… Dejarnos caer para despertar y levantarnos con más fuerza, con esa referencia filosófico-cinematográfica al “All that Jazz” de Bob Fosse en esa frase central que cantas: “si vivir es el alambre, el resto es solo esperar”.
Sí, esa era una idea que teníamos… La película la habíamos visto Amaro y yo por separado, y la verdad es que nos gustaba mucho esa idea, ¿qué hacemos cuando no estamos de subidón? En una sociedad donde buscamos el subidón en el “like”, en el “me gusta”, en el comentario… Y lo cierto es que, pensando sobre eso, sentíamos también que estábamos en un momento tranquilo, descansando, y entonces pensamos eso: hostias, para poder estar en el alambre, también hay que poder caerse, porque no se puede vivir todo el rato ahí arriba. Y a mí me gustaba eso, la idea de una canción de rendirse, de “me rindo”, “paro”, bueno, me rindo hasta mañana nada más, pero me rindo (risas).

Rendirse para levantarse de nuevo…
Claro, hasta mañana me rindo, y tener un poco también el placer de rendirse, de decir, ya no lucho más, me dejo ir.

Siguiendo con las referencias cinematográficas y literarias, que pululan por todo el disco, encontramos un tema que se titula directamente, como dos de las obras cumbres de Sorrentino, “La gran belleza y La juventud”. La realidad y el arte, esos dos universos paralelos que se tocan, ¿no? Háblame de esta canción y de la importancia del cine en particular en tu vida y forma de componer, que siempre está muy presente.
Mira, verás, para mí el disco, yo lo que tenía ganas era, lo que te decía, que el disco hablara sobre la creatividad, sobre el proceso creativo, y que eso contuviera, pues un montón de cosas chulas. Yo, realmente, recuerdo que cuando vi “La gran belleza”, que me había gustado mucho, había algo que me incomodaba y no sabía lo que era. Y luego, cuando salió “La juventud”, que me maravilló, me di cuenta, o por lo menos yo lo interpreto así, que “La gran belleza” habla del oyente, del espectador, y “La juventud” habla del creador. “La gran belleza” habla de alguien que disfruta de la belleza, pero que en el fondo ha sido un cobarde y solo ha sacado un libro en su vida. Le resulta muy fácil ser cínico, porque no se moja… Entonces, me parece que es una película sobre el observador, “La gran belleza”. Y, sin embargo, cuando vi “La juventud”, y están ahí hablando Michael Caine, Paul Dano y Harvey Keitel, pues vi una película sobre creadores, y me dio la sensación que todos esos comentarios que van haciendo en la película, todos esos diálogos maravillosos, pues sí los sentía muy míos, y de repente, pues me gusto mucho más “La gran belleza”, porque entendí esas dos miradas. Entonces yo quería hacer una canción en la que se hablara de los “nadadores” y de los “buceadores”, que hacen cosas distintas y que, en el fondo, con planteamientos muy diferentes, acaban llegando al mismo lugar, que es lo chulo.

Y ya de cinéfilo a cinéfilo, que te pareció la última, “La mano de dios”, a mí me gustó muchísimo, más Fellini que nunca…
Me encantó, tío, me encantó. Además, explica muchas cosas, quién es la mujer de la ventana… Y luego tiene una cosa que me gusta, que la Nápoles de los 80 que muestra, se parece mucho a Vigo, de alguna manera, con sus contrabandistas y todo eso, una sociedad mezclada… Me gustó mucho.

Para cerrar el disco y casi la entrevista, la espectacular “En las trincheras de la cultura pop”, una sinfónica, vibrante y enérgica pieza, con esa “Primavera 1” de Max Richter y ese latido que recorre toda la obra: el de entender la música y la cultura en general, como lugar para sanarse y refugiarse de tanto ruido, ¿no?
Sí, y también para quejarse, sobre todo yo creo que tiene que ser el lugar para existir uno dentro de todos sus parámetros. Nos pasamos la vida recortando emociones, recortando reacciones, de lo políticamente correcto, de lo que se debe hacer, lo que no se debe hacer, lo que se puede decir, lo que no se puede decir… Y realmente, yo creo que las canciones están para que digan lo que nosotros queremos que digan, tanto si las escribimos como si las escuchamos, porque al final elegimos a los músicos que dicen las cosas que queremos decir. Y yo creo que se habla mucho sobre de qué deben hablar las canciones o de que no, y yo creo que una canción es un espacio donde se puede hablar de todo… en una canción uno puede ser un asesino, puede ser un violador, puede ser dios, puede ser el presidente de los Estados Unidos… Las canciones son como los libros, como los videojuegos, como las películas, puede pasar cualquier cosa en ellas, son un lugar de libertad donde uno puede sentirse y sentir que es lo que le dé la gana. Y para mí, eso es “Trinchera pop”, porque además es una trinchera que es pop, porque es metafórica, en ningún caso tiene que ser un ataque contra alguien… No sé cómo explicarlo, tiene que ser algo personal y propio, uno sabe lo que quiere y las fronteras están dentro de ti, no es nada con los demás.

Ahora sí que sí, para terminar, si con el disco “Casa” (16) sorprendiste con una edición que venía en una pequeña caja de cartón de mudanzas, caja y disco que perdí, precisamente, en la mudanza tras una ruptura… (risas).
Oh, vaya, qué mierda, tío (risas).

Ahí se cerró el círculo del disco para mí (risas). Dentro de la caja había una foto Polaroid… porque venían fotos diferentes y cosas varias dentro de cada caja, ¿verdad?
Sí, sí…

Pues, si no recuerdo mal, me tocó y perdí una foto de unas patatas (risas). Y ahora pienso que, según lo que me contaste antes, serían patatas de tu huerta, ¿no?
No, esas eran unas patatas de otro sitio, pero este año a ver si meto algunas fotos de mi huertito en los nuevos discos.

Pues a ver si tengo suerte y esta vez no la pierdo (risas).
Y bueno, ahora, para “Trinchera pop”, de nuevo te curras una edición muy especial, en la que re-usas los sobres y cartones de otros discos de vinilo de otros músicos, personalizándolos tu mismo, uno a uno, para alojar tu trinchera pop en esas otras “trincheras”, ¿no?

Sí, esa era un poco la idea. Y también, pues eso, en el disco hay, para mí, lo que hacemos con “El hombre y la Tierra”, o con Max Richter y “Las cuatro estaciones”, tiene que ver con ese reciclaje, coger una cosa y utilizarla para otro momento. Y me gustaba la idea de que fueran otros discos que han sido la ilusión de alguien, la alegría de alguien, las emociones de alguien. Para mí también refleja un poco lo que hablábamos antes de las influencias, es decir, ¿cuáles son nuestras influencias? Pues mira, todos son influencias ya, llegados a esta edad… Tengo tantas influencias, que ya no puedo ni nombrarlas, son muchísimas… Me gusta pensar que esa trinchera son todas mis influencias.

Entonces, si finalmente te pido que me digas algún disco en el que te haya hecho especial ilusión “cobijar” tus nuevas canciones, será complicado que te decidas…
No, la verdad es que no podría decirte, porque me gustan todos, de verdad… llega el “¡Boom! 9” y me gusta, luego llega “Amor de hombre” de Mocedades y me gusta también, de repente llega uno de “La sirenita” de Disney, y me gusta también… ¡La verdad es que me gustan todos! Me doy cuenta de que, soy muy malo para elegir cosas, que en la música no quiero elegir, no quiero elegir ni el peor ni el mejor ni nada, quiero disfrutarlo todo.

 

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