“He hecho las paces con todo"
EntrevistasDelafé Y Las Flores Azules

“He hecho las paces con todo"

Yeray S. Iborra — 28-04-2025
Fotografía — Archivo

Delafé y las Flores Azules han vuelto doce años después en formato álbum. Y lo hacen para crear una despedida honrada y emocionante: “Amor” (autoeditado, 25) será el último disco de los catalanes, garantes del hip-pop dosmilero. El grupo se despide arriesgando con media hora de oda al querer en versión no romántica.

Oscar d’Aniello le da play en el principio del viaducto de Vallcarca, un precioso puente a las puertas de Collserola (Barcelona) en el que los vecinos pasean mientras admiran los pináculos estilo sezession vienés. Ciclista entusiasta, lejos queda ya aquél proyecto faraónico por su padre, “Ciao Pirla” (13), pero el rapero mantiene el tipo subiendo cada vez que puede al Tibidabo. Treinta minutos desde el paseo hasta arriba del todo. Cuando corona, mira las vistas, se refrigera y baja. Lo que suena por sus auriculares ha sido un secreto durante meses en la travesía. Ahora cualquiera puede disfrutarlo. Y hacer como él; si es que tiene patas.

“Amor” es una canción-álbum de treinta minutos para llorar, reír, pensar o meditar. Para estar en movimiento. Para sublimar. Un tema que es un camino y que es, al fin, una realidad. Tras dos años de pruebas, se trata del epitafio de Delafé y las Flores Azules. Se ha publicado sin manager ni una discográfica que impongan nada, por ello hay ambient, electrónica y guitarras. Banda sonora. Épica. Y libertad, muchísima libertad. “Lo importante siempre fue que la canción fuese pop”, matiza d’Aniello, en pose relajada en un sofá que parece que le engulla. A su lado, Helena Miquel. No veía a Miquel desde hace más de una década, desde aquél lejano “De ti sin mí” (13) en el cénit de sus carreras. Ahora, en 2025, “Amor” es el regreso de ambos, de Delafé y las Flores Azules, pero también es su despedida del formato cedé.

“Cuando la música tiene que pagar las facturas, es un estrés”

Se trata de una obra de proporciones épicas. d’Aniello detalla cómo la canción se acabó “hasta tres veces”, como si fuera una travesía de autodescubrimiento. “Amor” no se parece en nada a lo publicado por los barceloneses hasta la fecha. De hecho, no se parece demasiado a nada que se haya publicado por estos lares. Nacida como una nana que el barcelonés cantaba a su hijo, “aquí y ahora, amor, amor, aquí y ahora”, este disco se convierte, así, en el testamento sonoro de unos músicos que se han hecho mayores y que han elegido el amor como cúlmen, tras las batallas con el ego, la identidad y alguna mala experiencia con la industria. “Sé que ‘Amor’ será una canción muy mutilada en Spotify, pero lo importante es que alguien entre en ella, y… Porque la cosa es, ¿qué escribes con cincuenta años? ¿Un autoplagio? ‘Amor’ es un disco dedicado… al amor. A un hijo. Al ‘Amor’ no romántico. A mí me alegra haber pasado ese punto en la vida. Antes decía que los discos son como hijos. Y no. Un hijo es un hijo”, ríe.

En un mundo en el que todo pasa a través de stories fugaces, “Amor” será una obra para unos pocos. “Después de la gira del veinte aniversario seguimos porque nos encontramos una respuesta bonita. Siempre hemos hecho lo que hemos querido”, dice Miquel, y d’Aniello lo corrobora. “He hecho las paces con todo, incluso con las canciones y discos con los que nos autosuicidamos tiempo atrás”. El proceso de creación de “Amor” ha sido largo y meticuloso, pero no solitario. Han trabajado junto al productor Ramir Kulyela, conocido por su trabajo en “Enero en la playa” y “La gran ola”, así como con el guitarrista Dani Vega (Mishima, Sr. Canario), y también con Chris Carmichael e incluso con el pequeño Luca d’Aniello, que le ha dado color a la inspiradora portada del libreto. “Amor” es el resultado de una madurez creativa y vital brutal, de haber dejado atrás las ambiciones fútiles para crear algo que habla desde la pura sinceridad.

La conversación toca a su fin. Miquel reflexiona sobre cómo envejecer en esta industria carnívora. “Siempre toco de pies en el suelo”, dice, refiriéndose a cómo ha compaginado la música con otros aspectos profesionales (como periodista, como actriz) y personales de su vida. El reto de seguir haciendo música, de seguir siendo parte de esta industria, es un peso constante, especialmente cuando se tiene una familia. Delafé y las Flores Azules han decidido cerrar este ciclo con dignidad y elegancia, dejando atrás las expectativas de lo que se supone que deben hacer. Oscar d’Aniello cuenta cómo “hace cinco años que trabajo en un futuro de retiro musical”, preparando una vida paralela a la música. Como terapeuta y masajista. Como un buenísimo terapeuta. “Cuando la música tiene que pagar las facturas, es un estrés”. “Amor” es un último disco, pero también es un nuevo comienzo: una obra para los pocos que sepan valorar lo que realmente importa. Una genialidad pensada, sentida y entregada al público sin las máscaras de la industria. Y si tienen que venir más canciones, que así sea. Los álbumes acaban aquí. Qué bonito final.

 

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