Crímenes Rurales: 13 casos de true crime español
LibrosLas Amigas Estupendas

Crímenes Rurales: 13 casos de true crime español

7 / 10
Fran González — 25-04-2025
Empresa — RBA

Hay algo de fisgón inherente en el ser humano que nos obliga a hocicar donde no nos llaman a la mínima que vemos una aglomeración, oímos un rumor o percibimos un murmullo alterado en la calle. Tal vez por ello en los últimos años el true crime haya roto tantos records como barreras éticas, haciendo de este, en cada uno de sus diversos formatos, el género favorito de las nuevas generaciones de consumidores de ficción. Netflix y su querencia por el morbo homicida abrieron la puerta del mismo, recordándonos a muchos que en casa también teníamos lo nuestro. Motivadas, tal vez, por esta idea de ahondar en la infinita huella de la crónica negra patria, la dupla conformada por Estela Cebrián y Virginia de la Cruz arrancaría en 2021 la andadura de “Las Amigas Estupendas”, un podcast de título ferrantiano que repasa algunos de los capítulos más espinados de nuestro pasado.

A pesar de que en estos cuatro años de vida la regularidad del podcast no haya sido quizás la más deseada por su numerosa hueste de estupenders, Cebrián y de la Cruz han sorprendido recientemente a los oyentes con un imprescindible paratexto de su actividad radiofónica titulado “Crímenes Rurales: 13 casos de true crime español”. Una extensión en papel y de apenas doscientas páginas que corrobora su sabida sinergia y capacidad para trasportarnos en el tiempo y el espacio de la mano de algunas de las catástrofes más perturbadoras de la historia agro-criminal de España.

En el propósito de estas autoras había muchas minas que esquivar. Lo fácil, como ya hemos visto en otros intentos de hacer lo propio, hubiera sido caer en el sensacionalismo barato y el amarillismo burdo (métodos que históricamente han ido intrínsecos en el trato de este tipo de materias). Sin embargo, Cebrián y de la Cruz no solo tienen a bien desligarse de estas prácticas (y hasta reprobarlas desde un presente que nos regala una perspectiva con más cabeza), sino que también ponen de manifiesto un cometido más humano y hasta sociológico de analizar las causas y el contexto que amparan cada uno de los crímenes aquí tratados.

Trece casos, uno por capítulo, que deshacen la mítica de lo idílico y radiografían en la medida de lo posible los misterios ocultos en la psique de los protagonistas de algunas de los momentos más dantescos de nuestro país. Muchos de ellos, tal y como comprobamos, comparten una debilidad natural por la venganza y la revancha territorial (“Fago”, “Santoalla”, “Puerto Hurraco”); otros, simplemente, son atrocidades bárbaras que quedarán en el éter de la justicia, sin solución ni explicación (“Alcàsser”). La perspectiva feminista de sus letras hace que, con carácter retroactivo, leamos ahora las historias de “Denise” o de “Diana Quer” con otra mirada, más conscientes que nunca de cómo el terror patriarcal ha tratado de doblegar a la mujer a lo largo de la historia y de cómo la vida mediática ha abordado (perfectiblemente) sus respectivas memorias. Toques de atención que, desgraciadamente, a día de hoy podemos seguir dándole a ciertos comunicadores de sucesos y ciertos cargos judiciales.

Mal está decir, considerando la naturaleza sensible y humana del contenido, que la lectura de “Crímenes Rurales: 13 casos de true crime español” es francamente adictiva, apelando una vez más a nuestro yo más entrometido (que encima podremos complementar con un generoso glosario de referencias bibliográficas que amplían cada caso). En un momento delicado para la narrativa criminal (salpicada de recientes polémicas que reabren el eterno debate de la censura), nuestras amigas estupendas nos enseñan que sí se puede hablar de ciertos temas si se cuenta con la humanidad, la inteligencia emocional y la empatía suficientes para hacerlo. Todos estamos de acuerdo en que ojalá nunca hubieran sucedido estas historias para que libros como este no hiciesen falta; pero considerando lo quimérico que supone imaginar un mundo sin maldad, mejor que sean voces como las de Estela Cebrián y Virginia de la Cruz las que nos recuerden la imperiosa necesidad de no olvidar y de recordar la necesidad de mejorar nuestras instituciones para que hechos tan oscuros como los aquí narrados no vuelvan a marcar nuestra historia.

 

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