La aridez expresiva planteada en su debut, el dispar “Road Music”, parece quedar muy lejos ya en los pentagramas de su nuevo disco, “True Love And High Adventure”. Al igual que Wilco o The Jayhawks, Grand Drive evidencian que su vocación, su idea de futuro, y también de presente, debemos buscarla, aunque su apuesta formal señale al country, en el pop de los sesenta y los setenta.
Y ahí (aquí: “True Love And High Adventure”) es donde Grand Drive encuentran su sitio. Un sitio que bebe por igual de Neil Young, Beach Boys, Mojave 3, Gram Parsons, The Byrds o Cowboy Junkies. El toque de atención que nos propina este grupo australiano reside en el hecho de que su sonido, sólido, rico y convincente, sabe digerir con soltura y personalidad el legado de todas esas bandas. Por eso, el mérito de Grand Drive no estriba tanto en la capacidad de reinvención de un género que se regenera por sí mismo como en la envidiable capacidad de crecimiento y desarrollo interior como grupo. Y es que “True Love And High Adventure”, disco idóneo para ser escuchado en los momentos tristes de una época feliz, sabe describir con suma perfección el significado de la palabra madurez.
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