The Comeback Special (Live At The Royal Albert Hall)
Discos / The The

The Comeback Special (Live At The Royal Albert Hall)

9 / 10
24-12-2021
Empresa — Ear Music / Cinéola
Género — Pop

Cuando se celebraron los tres conciertos consecutivos que dieron pie a este CD y a este DVD (excepcionalmente grabado por Tim Pope), hacía más de 16 años que Matt Johnson no se subía a un escenario. Desde algo después de publicar su último disco de canciones medianamente convencionales, "NakedSelf" (Interscope, 2000). Todo lo que hizo luego fueron bandas sonoras y reinterpretaciones de cortes antiguos. Se cumplían también 28 años desde que, en el mismo recinto, el suntuoso Royal Albert Hall, ofreciera tres conciertos seguidos con todo el papel vendido.

Podría haber inspirado lástima, haber embarrancado en su intento de reverdecer viejos laureles o haber dejado indiferente al personal. Pero no. Este "The Comeback Special", título deudor del Elvis crepuscular, que llegó impulsado por las muertes de su padre, Eddie Johnson, y la (un poco anterior) de su hermano Andrew (Andy Dog, autor de la mayoría de portadas de The The y de todo su diseño gráfico), es una revitalizante demostración de poderío. El gran retorno del hijo pródigo. Quizá para que nunca más se repita, a modo de brillante epitafio.

Tres noches de junio de 2018, ahora desveladas, que muestran al huidizo genio (sí, genio) londinense cantando, interpretando y sintiendo su enorme repertorio mejor que nunca. Como si el tiempo no hubiera pasado, y rodeado de una banda compuesta por músicos de diferentes etapas creativas de The The, con mención especial para la guitarra de Barrie Cadogan, recomendado por el propio Johnny Marr, y sobre todo el teclado y la melódica (supliendo al acordeón) del veterano DC Collard (Alison Moyet, Stephen Stills, Lisa Stansfield), cuyo trabajo en picos como “This Is The Day”, “Uncertain Smile” o “Slow Emotion Replay” supone media canción.

El mundo puede haberse olvidado de Matt Johnson. Él tampoco hizo nada para evitarlo. Pero este directo de dos horas corrobora la vigencia absoluta, en lo sonoro y también en lo lírico (sus anotaciones políticas y vitales no caducan, al contrario), de una de las más benditas anomalías del pop británico de las últimas décadas, entre los modismos synth pop, el paisajismo industrial y un pop de alta gama que raya melódicamente a un nivel estratosférico. Y con la virtud añadida, además, de dejar en evidencia los lugares comunes y tópicos sobre su discografía: prima aquí el nunca suficientemente valorado Dusk (Sony, 1993), su mejor disco, el más completo y maduro – que no rompedor –, con hasta siete composiciones, rescatado casi en su totalidad. Un festín para el fan y un mundo abierto de posibilidades para el profano.

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