Somos
Discos / Porco Bravo

Somos

7 / 10
Holden Fiasco — 05-01-2022
Empresa — Another Freak Production!!
Género — Rock

En sus bolos, empezaban, y creo que siguen haciéndolo, calentando al público con esa conocida canción de Thin Lizzy, ya sabes cuál. Y, ahora más que nunca, tiene sentido, porque es así: los chicos están de vuelta y lo hacen con un disco bajo el brazo. Hace seis años publicaron el último y terminaron lo que ellos mismos llamaron la trilogía porca. Ahora, tras tres años de tregua, regresan a la lucha con este "Somos" que, efectivamente, parece describirles tal y como son. Hablamos de Porco Bravo, sí.

Con la producción, en el apartado artístico, de Asier Domínguez, y la de Txortx Etxebarrieta en la técnica, más la contribución de J.A. Batiz, grabaron nueve canciones entre los estudios de Lorentzo Records y Altxatune, que luego mandaron masterizar en Nueva York. El resultado final lo han publicado al auspicio de su propio sello, como siempre, Another Freak Production!! Para el arte gráfico, volvieron a contar con el trabajo de Smoke Signals Studio. No está mal recordar, supongo, que el disco germinó gracias a un crowdfunding que acabó en éxito absoluto. Con ese dinero recaudado, sacaron el disco y cuando tuvieron que repartirlo lo hicieron con amor, como se hace la cocina casera, y repartiéndola a domicilio en cajas de cartón corrugado como pasa, a qué sí, todos esos sábados que te quedas en casa y llama a la puerta un motero que ni se quita el casco.

Hablemos de los moteros. Porque antes de pasar a hablar de las canciones hay que hablar de ellos. Y es que hay que contar que vuelven con cambios en la formación, en la que ellos denominaron hace tiempo la formación clásica. El último cambio ha ocurrido en la línea de flotación, en la base rítmica, donde Gelo, también conocido como Mr Hell, substituye a Txelu Losa al bajo. Además, ya sabemos todos que a Pulpo no le vamos a olvidar, pero ya son unos cuantos años los que lleva Kapi Guarrotxena con la guitarra enhiesta en Porco Bravo. Sin embargo, esta era la primera vez en la que se encerraba en el estudio con los demás y su pulso se ha notado en un disco donde las guitarras sobresalen en las composiciones

Lo primero que me sale decir, así, a botepronto y en román paladín es que, por aquí, se escucha a unos Porco Bravo más maduros. Pero esto ya lo habíamos dicho antes, ¿verdad? Ya dijimos lo mismo cuando escuchamos "La Piara", incluso con el disco de cuero. Lo que ocurre es que, ahora, no hablamos de cuestiones técnicas, del poso estilístico, de la solidez que habían conseguido para componer y ejecutar, después de ganarse una identidad y abrirse un camino que parecía llevarles recto. No, ahora, la madurez de la que hablamos es más humana y corriente. Es la misma que notas tú en el cogote, porque lleva dándote collejas durante toda la vida. La vida les ha dado ostias y ellos recogen el guante para compartir la experiencia con nosotros. No lo hacen en plan plañidero, resultando artificiosos ni efectistas. Al contrario. Se nota la vena hinchada, el pecho en canal, la honestidad brutal. Consiguen, además, transformarlo en unas canciones macizas, con diversidad, bien producidas, que recalcan su identidad, pero se adentran en nuevos territorios, buscan otras tonalidades que nos ayuden a apagar ese silencio frío del que ellos mismos hablan en el disco. Sí, es un disco maduro, emotivo, de una honestidad casi cándida y cicatrizante, donde destaca la exploración del tiempo. Así dicho, suena mal, a ciencia ficción pretenciosa o a álbum conceptual de rock sinfónico. Pero, no. El tiempo se siente. Lo decía mi abuelo, que no era filósofo, más bien peón, y aquí se siente bien. El tiempo se siente y te duele, te encorva, te alecciona, te hiere con puñaladas dolorosas que luego nos toca a nosotros trasegar y convertir en lecciones que nos ayuden a seguir mirando hacia adelante con nervio y promesa.

“Al despertar”, “Condenados”, “Morir o matar” y hasta una “Corazón negro” más solemne, cuya letra les ha escrito Podri, de Rat-zinger, quien también colabora en la primera, me recuerdan al camino que ya habían andado, a lo que hicieron antes, siempre moviéndose libremente entre Motörhead y Parabellum, entre el punk y el high energy, para hablar de la guerra, de la soberbia, del amor o de lo que quieran, adaptando las convenciones del rock and roll a su gusto, con nuevos matices y el mismo tiento para los estribillos que podrías tatuarte en el tímpano. Matices, parémonos ahí, como esa pugna tan universal y tan sincera con el tiempo de la que hablaba antes. “El tiempo no perdona” cantan en “Últimamente”, con ese inicio templado que luego se acalora con contención. También se percibe en la gente (los que ya no están, los que se irán y los que acaban de venir) a la que evocan sobre guitarras afiladas en “Quiero creer” o en el uso de los tiempos verbales en “¡Somos, fuimos y seremos!” En esta, te lo dejan claro: lo importante son las canciones. Y que las canciones emocionen. Y emoción hay a raudales en lo que queda. Emoción, por ejemplo, en el ejercicio de honestidad que se marca Asier Domínguez en “De cristal”, donde Manuel cuenta con la ayuda de Mikel Gorosabel de EH Sukarra para contarlo. Emoción, nuevamente, en “Quiero creer”, donde el propio Asier Domínguez agarra el micro y canta con solemnidad una frase que podría resumir el apartado emocional del disco: “Al final, siempre hay que buscar, en lo más profundo, donde solo estás, donde nace cada paso que hay quedar, ahora o nunca, nunca jamás”. Y emoción, por supuesto, en una “No te puedes marchar” de la que no se puede escribir, o yo, por lo menos, no puedo; lo que me apetece es escucharla, sentirla, como el tiempo; y, como mucho, oírles a ellos cómo hablan de ella. De ella.

Madurez, honestidad, emoción… Palabras con mucho peso que, sin embargo, no consiguen que el disco caiga a plomo. Al contrario, se eleva y excita porque contiene esa energía a la que nos tenían acostumbrados, la misma intensidad que tenían hace tres años. Somos y es que esto parece que son. Siempre en plural, siempre incluyendo, dejando claro que son tan fuertes como eran, pero probablemente menos de lo que serán. No sé si es el mejor disco de su discografía, pero, desde fuera, me parece que es el disco que tenían que escribir aquí y ahora.

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