Pocos grupos nuevos suenan tan veteranos. Pocos primeros intentos definen una trayectoria anterior. Falso Cabaret se presenta como una banda debutante pero son veteranos de mil batallas, tienen el alma ronca y sus caras nunca vendrán en las carpetas que antes regalaban en Superpop. Son tipos duros (o lo parecen) que hacen música distinta, extrovertida, demoledora, dejada caer sobre un vaso ancho donde para nadar se ha de tener buen trato con todo lo malo. Delirios tabernarios, roces con la justicia (divina) de las altas traiciones y destellos epilépticos de luces que se encienden y de guitarras que se cruzan con su propio bagaje. Retiradas a destiempo, urgencias para nada. O al menos para reivindicarse en nueve canciones que son nueve golpes de gracia e ingenio en la voz cavernosa y cavernaria de un Juamba D'Estroso que vehicula un recorrido sentimental de influencias oscuras y cadenciosas. Una voz a punto de romperse en la descarnada “Aunque me maldigas” o a punto de echar a volar en la poderosa “Lapices de colores”. Sevillanos de callejón que lo dejan entrever en “Fácil comprarme”, que se trasladan a Manchester subidos en la batería de Alberto Calixto en “I'm Divine” o que nos transforman en nuestros padres con los coros psicodélicos y canallas de “Eres un extraño”. Un disco para escuchar por la noche o con las persianas bajadas.
En directo trasladan toda esa energía enlatada y te hace sentir todo aquello desgarrador que hay en nuestro interior. Mucha fuerza.