En medio del fragor de una pandemia, una mudanza y el respectivo periodo de adaptación que le sucedió a su nueva realidad en Madrid, Nico Saba encuentra el revulsivo necesario para volver a crear desde una renovada libertad creativa. Superada la inicial conmoción de tener que hacerlo sin su banda madre (el conjunto de indie-folk Kanaku y El Tigre), el artista peruano decidió juntarse con una amplia selección de diversas y talentosas figuras de su entorno, reunidas con arropo y admiración mutua para un arriesgado salto en solitario titulado “Fotodump”.
Son varios los espacios que riman tanto en su pretérita propuesta en grupo como en su actual proyecto con nombre propio, como por ejemplo esa sensibilidad marca de la casa capaz de atenuar cualquier ruido exterior (bajando las frecuencias del mundo y levantándonos del suelo con “Creo que puedo flotar”) o el arrojo por jugar con las texturas sin atender a estructuralismos simplistas (retorciendo los tropos del pop minimalista e íntimo en “Tara tara tara ta”). Pero “Fotodump”, confabulado entre Madrid, Lima y Los Ángeles, es mucho más que una simple extensión natural de lo que Saba venía haciendo hasta ahora. También supone su particular ruptura con cualquier categoría reduccionista, abriendo la mano a lo que tenga que venir con ligereza y amplitud de espíritu.
Una reinvención parcial pero convencida que empuja al artista a atravesar distintas fases expresivas dentro de una misma secuencia, ajena esta a cualquier frontera conformista y entregada de pleno a la causa. Con esta prerrogativa sobre el tapiz, el disco despliega en menos de media hora una paleta ecléctica en la que conviven el pop experimental, el new wave, el blues desértico y el jazz, todos ellos amarrados con un puñado de letras preciosistas y evocadoras que miran tanto hacia atrás (“Sofía, fuiste la vida para mí alguna vez / Querida, ojalá que todo te haya ido muy bien”, canta en “Todo Bien”) como hacia adelante (con la fusión andina y bluesera de “TAN BONITA”, co-firmada junto a Miki González).
No hay una única dirección explícita en su hoja de ruta, y es precisamente por ello por lo que sentiremos que la escucha fluye sin monotonía ni letargo. Culpables de ello serán también sus numerosas voces invitadas, congregadas aquí con el propósito de engrandecer el cuerpo de un álbum que defiende su calibre pese a la disparidad de sus partes y sin recurrir a grandilocuentes fórmulas. En “Domingo 8 am” es la sobria y elegante voz de Leonor Watling la que contrasta con su relato, invadiéndonos con la cara más emocional y nostálgica del montante. En “París París”, por el contrario, son Los Pilotos, con Banin al frente, los que suman oscuridad cinemática a la ecuación, más en sintonía que nunca con las mieles del post-punk retro y del pop de La Movida, posteriormente desarrolladas en profundidad con “Dinero y Amor”.
Con su carrera en plural por ahora atrapada en el ámbar, quienes admiraron los gloriosos días de Kanaku y El Tigre encontrarán en “Fotodump” una versión menos encorsetada y cohibida de las ideas de una de sus partes instigadoras; quienes, por el contrario, descubran a través de este disco a Nico Saba por vez primera y sin más antecedentes previos, se encontrarán con la propuesta de un artista elevado a un nuevo y muy prometedor estrato de creación sin límite ni prejuicio alguno.
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