But Here We Are
Discos / Foo Fighters

But Here We Are

8 / 10
Luis Benavides — 02-06-2023
Empresa — Sony Music
Género — Rock

Cuando en julio de 1995 apareció el primer trabajo de Foo Fighters resultaba muy tentador buscar respuestas en canciones como “This Is A Call”, “Alone & Easy Target” o “Good Grief”. Pero tenías que leer entre líneas y echarle bastante imaginación para encontrar en esas misteriosas letras de un jovencito Dave Grohl alguna referencia a la trágica muerte de su querido Kurt Cobain y la consiguiente disolución de Nirvana.

El presente “But Here We Are”, casi tres décadas después, también está marcado por la pérdida de seres queridos, y el mazazo fue doble. Primero fue la inesperada muerte de su gran amigo Taylor Hawkins, batería de la banda desde la presentación del segundo disco, y unos pocos meses después la de su madre, Virginia. Sin embargo, ahora Grohl ya no esconde sus sentimientos en frases metafóricas; aquí hay reflexiones en voz alta y mensajes diáfanos dirigidos a los que ya no están. Otra diferencia respecto al debut: ya no está solo. Foo Fighters son una familia y juntos tenían que superar estos golpes.

En el primer adelanto del disco, “Rescued”, ya encontramos referencias claras a la súbita marcha de Taylor en plena gira (“It happened so fast, and then it’s over”) y al poder sanador de la música (“We’re all free to some degree / to dance under the light / I’m Just waiting to be rescued / Bring me back to life”). Y esa será la tónica de este disco de rock potente, rebosante de emoción, afectado pero positivo, positivo a pesar de todo.

“Under You”, un estupendo trallazo melódico de la escuela Bob Mould (Hüsker Dü, Sugar) escogido con acierto segundo adelanto, también evoca la figura del batería de la melena rubia y la enorme sonrisa, con el que compartió tanto y al que nunca olvidarán (“Pictures of us sharing song and cigarretes / This is how I’ll always picture you”).

Estos dos primeros singles sorprendieron para bien por su pegada y frescura, algo que algunos habíamos echado de menos en el aventurero “Concrete and Gold” (2017) y el bailable Medicine At Midnight (2020). Y es que, aunque curiosamente repita el co-productor de esos dos ambiciosos trabajos, Greg Kurstin, este undécimo disco de estudio de los Foos se asemeja más en su conjunto al There Is Nothing Left To Lose de 1999 que grabaron ellos mismos en su garaje con ayuda de Adam Kasper e incluso al último gran álbum del sexteto, el variado e impecableWasting Light de 2011.

El disco prosigue con un medio tiempo ensoñador como “Hearing voices”, que arranca y acaba con una acústica, y el corte que da nombre al disco, cuatro minutos de pura épica guitarrera con la garganta de Grohl en primer plano haciendo de las suyas. Y entonces es el turno de “The Glass”, la canción posiblemente ‘radiofriendly’ del disco, también una de las canciones más duras y al mismo tiempo bonitas escritas por la banda. La vida es así, preciosa y frágil como el cristal (“I had a person I love / And just like that, I was left to live without him”).

Hay más canciones disfrutables, pero si hay dos composiciones verdaderamente catárticas (y de alguna manera terapéuticas) estas son “Show Me How” y “The Teacher”, aunque sean casi antagónicas. La primera es una poderosa y luminosa balada con ramalazo shoegazer en la que Violet Grohl participa con unos coros celestiales que arropan y buscan el consuelo de su padre (“I’ll take care of everything from now on”). Por su parte, “The teacher”, dedicada inequívocamente a Virginia, es una asombrosa ópera grungy entre The Cure y Pink Floyd dividida en varios actos que culmina con un espeluznante “goodbye” lanzado a un abismo de ruido blanco.

Cierra el disco “Rest”, una pieza acústica tristona como aquella “Marigold” que compuso Grohl estando todavía en Nirvana, y otra vez se despide de su mejor amigo y su madre (“Rest, you can rest now / Rest, you’ll be safe now) pero con un hasta luego desgarrador (“In the warm Virginia sun, there I will meet you”).

Los Foos no dejan ningún aspecto de sus discos al azar y esa portada inmaculadamente blanca no puede ser una excepción. Tiene todo el sentido si entendemos que hacer música partiendo del sufrimiento tiene un efecto purificador. En cualquier caso, solo podemos darles las gracias por tanta verdad. El título "But Here We Are" no puede ser más elocuente. Esto duele, pero ahí siguen y seguirán.

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