Sollozando al rememorar esos grandes momentos que nos dio el electroclash, el espíritu hedonista y desvergonzado de aquella época nunca tenía que haberse evaporado ni recordarse (a día de hoy) como un mero episodio de la electrónica bastarda. Aquella generación que tuvo “Nuit Blanche” como álbum de cabecera no es que se encuentre anclada en el pasado, ni mucho menos, pero agradece que los belgas sigan al pie del cañón aún habiendo perdido la frescura de la que hacían gala. “Jour de chance” hizo que muchos perdieran la fe en esta bomba de relojería de los directos abrasivos, y con razón. Pero “Disque d’Or” vuelve a ofrecernos lo que les pedimos: temas destinados a romper las luces de neón (como en el caso de “Everybody Hates Me”), electro-rock fetichista marca Vaquerizo (“Ce que tu penses de moi”) y algún que otro deje a sus amados referentes gabachos (“Mira” o “Elle n’ecouté pas”, donde la sombra de la Birkin junto a Gainsbourg, bajo la premisa de los sintetizadores, vuelve a ofrecernos un duelo de coartada amorosa). Con ansias de firmar un trabajo cuanto menos ecléctico donde el baile no lo copa todo (he aquí ese medio tiempo de inspiración orientalista lo-fi llamado “Je ne pourrais pas”), el dúo nos ofrece un disco del todo degustable que supera con nota su anterior (y fallido) largo. Aunque ya solamente por los grandes momentos que nos han dado a lo largo de su carrera, debemos estarles eternamente agradecidos.
fffff