Mutable Set

Hasta ahora Blake Mills era más conocido por su faceta como productor (Alabama Shakes, Perfume Genius o Fiona Apple entre otros) y músico de sesión que como compositor e intérprete. Con este trabajo, el cuarto, eso va a cambiar. Tras dos discos intrascendentes de country folk sin personalidad propia, encontró su sonido con el anterior “Look”. Ahora dos años después, todas las piezas encajan en “Mutable Set”. Los once cortes que nos entrega Mills son la banda sonora de la distrofia emocional que nos provoca la vida moderna. Un amalgama de música de vanguardia, folk brumoso y rock etéreo salpicada por música de cámara y pinceladas de jazz, una colección de canciones que perduran en tus pensamientos convirtiendo tus vivencias en sueños. Mills pinta paisajes sonoros manipulados convirtiendo lo mundano en algo excepcional. “Mutable Set” no es solo un disco de música, sino que es una experiencia catártica, inmersiva y atemporal en la que los instrumentos se toman su tiempo para aparecer y en la que Blake más que cantar te susurra al oído.

En un principio puede parecer un trabajo doliente y dolorido, aunque uno diría que quizás eso sea debido a la colaboración de Cass McCombs –aparece en la mitad de los cortes, aportando oscuridad en unas letras escritas a cuatro manos– que a otra cosa. Porque, con las escuchas, descubres que “Mutable Set” es un disco repleto de esperanza y de paz evocadora. Gracias a una producción simplemente perfecta en la que los sonidos son como una marea que llega y se desvanece, Blake Mills consigue atraparnos. Desde la inicial "Never Forever" –con un crescendo instrumental tan poco épico como emocionante– hasta la sublime "Vanishing Twin", el disco transita por una línea argumental en la que nada sobra y todo aporta. Solo nos vapulea con el mantra hipnótico anticapitalista religioso de “Money Is The One True God”, algo así como un conato de tormenta en un mar en calma.