Partiendo del hecho que toda valoración es aproximada y que las posiciones absolutas no existen, o necesitan de territorios y líneas bien perfiladas, “Axes” podría ser visto como el Apocalipsis, o como un inspirador Edén psicogeográfico.
Dado el elevado grado de entropía de su tercer álbum, Electrelane bien pudieran lavarse las manos: “La segunda vez que estuvimos con Albini, esto es lo que nos salió”; pero eso sería como intentar describir el contenido de un cajón diciendo que es de madera. Lo que les salió fue su desbarajuste más temperamental, fiel a una creencia personal suya en algo remoto, confuso y, esencialmente, difícil de distinguir en la distancia. ¿Una versión kraut de “Sandinista!”, o un homenaje drónico-accidental a Lora Logic? ¿Un tratado no-wave sobre música sacra inspirado en Neu!? ¿Acaso significa algo, así expuesto, este inventario de posiciones y contraposiciones, de preludios, interludios y post-ludios? Electrelane son vulnerables por no haber superado la sugestión abrumadora de “The Power Out”, pero mantienen el brete al mundo, y es en esa glorificación nihilista del desafío donde reside la razón de su argumento. Lo de menos es que salgan rebotadas por las paredes.
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