Cenizas
DiscosAlerta Petrov

Cenizas

7 / 10
Kepa Arbizu — 22-05-2025
Empresa — Autoeditado
Género — Rock

Cuando en plena Guerra Fría el militar soviético Stanislav Petrov decidió no dar fiabilidad al sistema de defensa que indicaba el supuesto ataque de misiles estadounidenses, estaba consiguiendo evitar un más que posible armisticio nuclear a gran escala. En otras palabras, desoír esa supuesta verdad oficial fue la elección que evitó poner destino hacia una catástrofe planetaria. Una simbología, tanto la de esa constante melodía de guerra definiendo las fronteras como la oposición a la falsaria verdad que se intenta presentar como incontestable, recogida, ya desde su propio nombre, por Alerta Petrov, una formación debutante bajo esta nomenclatura pero que sin embargo se nutre, incluso visible en el continuismo de la tipología, del núcleo central de Rojo Nieve para poner al frente la característica dramatización interpretativa de Rubén Macías, procedente de Todos los Fuegos. Referencia flamígera que entronca a la perfección con la naturaleza de un grupo que se vale de previas cenizas, no es casualidad que ese sea el nombre de su inaugural EP, para celebrar entorno a ellas el anuncio de un nuevo nacimiento.

Por seguir desmontando cualquier rastro del azar, tampoco parece consecuencia de la aleatoriedad que este primer trabajo haya sido publicado el primer día de mayo, con todas las connotaciones que dicha fecha contiene. Porque aunque nada exista en su ánimo por convertirse en mesías panfletarios ni esgrimir sus ritmos en forma de explícito lamento, su lírica, representación escrita del encargado de dar voz con sus cuerdas al proyecto, contiene un metafórico pero afilado diagnóstico global. Conciso -solo cuatro temas- pero expeditivo bautizo por parte de una formación que es capaz de conducir con eléctrico nervio su repertorio sustentado sobre músicos provenientes de escenas sonoras tan en principio dispares como las asumidas bajo aprendizajes de académico clasicismo o fogueadas entorno al folk de Adarrots. Una vez más, se demuestra que el camino común no es solo la suma de partes, sino la concepción de un ser con su propia personalidad.

Precisamente la construcción de esa identidad distintiva es la que merece ser alabada, porque si bien el suelo sobre el que se escriben estas composiciones está delineado por un vigoroso hard rock, su enunciación se presenta a través de una tensa emocionalidad, compartiendo concepto, que no tanto estilismo musical, con otros ilustres cronistas de la incertidumbre como Antonio Arias (Lagartija Nick) o Javier Corcobado, lo que redunda en su atractivo resultado. Un aspecto más intimista que asume precisamente el tema de apertura, un “Frío” que traslada ese clima gélido a un paisaje casi apocalíptico entonado por un medio tiempo en el que su intenso sentido envolvente legado por Pink Floyd no renuncia tampoco a la afinidad contemporánea, probablemente influida por el idioma compartido, de proyectos como Second o Arde Bogotá, lo que desvela que su anuncio épico se sostiene sobre un contundente andamiaje eléctrico.

Como si de un preludio a una desatada tormenta se tratase, el primer paso del EP abre la puerta a un encadenamiento de feroces riffs que asumirán el protagonismo sobre el escenario. Vocablos eléctricos que dialogan con la tradición más contumaz, en la que se manifiestan por igual AC/DC, Jimi Hendrix o Tesla, para ser conducidos hasta el espíritu particular de estas canciones. Un ADN sin ninguna estima por encarnar un acomodaticio revivalismo, lo que de alguna manera también les relaciona con bandas como King Sapo, adoctrinados por una tradición que exponen imponiendo su acento dinámico y melódico, a la que se podría remitir al escuchar esa recreación de la condena promocionada por la lucha de poderes que resulta “Que parezca un accidente”, o las rocosas andanadas que impulsan “Palabras mayores” hacia una agilidad armónica con la que desplegar el mapa de cicatrices colectivas. El colofón, casi a modo de epopeya aglutinadora de los diversos movimientos que pueda ejecutar la banda, asignado a “Animales salvajes” desemboca en una arrebatada sinfonía de cuerdas pulsadas y ulular de teclados que parece asumir el simbólico papel de exaltado aguacero.

Alerta Petrov, honrando la memoria de aquel militar soviético que alude su nombre, otorga a sus cuatro canciones debutantes una naturaleza de urgencia existencial. Cada una de ellas es su propia interpretación del grito de alarma frente a un ecosistema social que lanza sus fauces en forma de disciplinas rutinarias. Si hace décadas alguien prefirió interrumpir el caos al que se denomina ritmo natural de los acontecimientos para evitar, o mejor dicho para retrasar, la acelerada defunción del planeta, “Cenizas” se convierte en un breve pero ilustrativo tratado con el que descifrar aquellas cotidianas explosiones nucleares que intoxican nuestro paso diario.

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