Una reunión de amigas

Es cierto que podríamos definir a Ginebras como la última banda revelación del pop español, pero, seguramente, eso sería quedarse cortos ya que, desde que se dieran a conocer, allá por el 2019, este grupo de chicas no ha parado de crecer, teniendo la oportunidad de tocar en casi todos los grandes festivales del estado, tras haber superado una pandemia justo cuando estaban despegando.

Así que, lo mejor que se puede hacer es explicar el porqué de su presencia en todos esos grandes eventos y la verdad, es que, visto lo visto, no hay más secreto que su naturalidad y, sobre todo, cómo se divierten y cómo divierten en el escenario. Porque, si bien es cierto que Ginebras podría pasar en un primer momento por un grupo de broma, por su estilo pop desenfadado, no es menos cierto que que también son una banda muy auténtica y que está evolucionando a marchas forzadas. Algo que demuestran en sus dos últimos sencillos publicados hasta el momento: el rabioso y empoderado “Alex Turner” y, sobre todo, “Ansiedad”, una canción sobre uno de los grandes males de nuestra época: la ansiedad y el estrés, extensibles a las demás enfermedades mentales y que tan poco parece interesar a los que mandan.

Pero vayamos a lo que dio de sí su bolo en Bilbao, donde llegaban meses después de su exitosa actuación en verano en el BBK Live (crónica aquí), con la intención de presentar (por fin) su primer trabajo “Ya dormiré cuando me duerma”, en uno de sus últimos bolos antes de meterse de lleno a preparar su segundo disco. Desde los primeros acordes de la inicial “Cristal Fighters”, la banda demostró las ganas que tenían de tocar aquí, y así lo hicieron saber a lo largo de todo el concierto, en el que estuvieron constantemente interactuando con un público entregado, y que coreó cada uno de los temas a voz en grito, disfrutando de un espectáculo en el que, quizá, todo fue un poco caótico, y con un cierto espíritu punk en el que las cuatro componentes de la banda iban improvisando, entre canción y canción, cualquier cosa que se les pasara por la cabeza, invitando a los y las que estábamos debajo del escenario a ser partícipes de esta reunión de amigas que son los conciertos de Ginebras.

16 temas para más o menos una hora y media de recital, en el que hubo mucho pop yeyé con ecos de sus adorados Beatles (a quien homenajearon en “Campos de fresas para siempre”) en temas como “Metro de Madrid informa”, “6 A.M.”, la coreadísima “Chico Pum”, o la ya casi olvidada “Fan emergente”, perteneciente a su primera maqueta “Dame 10:36 minutos”. Pero también hubo punk pop ramoniano en “La ciudad huele a sudor” o “Cosas moradas”, ritmos discotequeros en “la típica canción” e incluso arrebatos skatalíticos en una parte de “Vintage”.

Como decimos, fue un concierto en el que la diversión y las improvisaciones entre canciones, primaron sobre la parte musical, aunque es de justicia destacar que, sin ser una banda de virtuosas, saben muy bien lo que hacen… y hacen muy bien lo que saben, destacando en este sentido la capacidad de la guitarrista Sandra, sobre todo complementando a la perfección a la cantante Magüi en las segundas voces; pero sin olvidarnos de la base rítmica, perfecta Juls a la batería marcando el latido de cada momento, y la bajista Raquel, con momentos destacables como el protagonismo que adquiere en la versión que hacen del “Con altura” de Rosalía. ¿Y qué decir de Magüi, la cantante de la banda? Pues que es libertad absoluta, que se lo pasa de puta madre en los conciertos, y eso se contagia: saltó, gritó, lloró, se emocionó… una montaña rusa de sensaciones en un bolo que no creo que defraudara a nadie y donde la banda dio lo que todos y todas esperábamos.

Lo mejor de todo es que, tal y como comentábamos al principio, Ginebras todavía tiene mucho que decir y, si su segundo trabajo sigue la línea de lo que nos han avanzado hasta el momento, en unos meses estaremos hablando de un discazo. Esperaremos noticias!!!