Petróleo
Conciertos / Nudozurdo

Petróleo

8 / 10
Raúl Julián — 28-01-2024
Empresa — Colectivo Laika
Fecha — 27 enero, 2024
Sala — Sala Cientocero
Fotografía — Raúl Julián

El arrasador regreso de Nudozurdo con “Clarividencia” (Sonido Muchacho, 24) –candidato a mejor disco del grupo en un catálogo cargado de imprescindibles– llega ahora a las salas, concretado en un tipo de concierto sin fisuras que certifica que el directo es, en realidad, el hábitat natural del cuarteto. Las dos primeras fechas de esta gira que se intuye triunfal derivaron en sold out, primero en Oviedo y, la pasada noche de sábado, en una plaza habitualmente dura como es Valladolid. Pero resulta que Nudozurdo son tan buenos que fueron capaces de firmar un concierto potentísimo en una sala difícil, sacando petróleo de unas especificidades que hicieron encajar con lo asfixiante de su música.

Una velada apuntalada sin pudor sobre esa mezcla imbatible de post-punk e indie-rock que, ante un local abarrotado, desarrollaron con tanta intensidad como innegociable sobriedad. Sucede, además, que, solo unas semanas después de su publicación, las descomunales canciones recientes incluidas en “Clarividencia” lucen ya como himnos, (casi) a la altura de clásicos del repertorio, en lo que en la práctica supone una secuencia ininterrumpida de emoción, electricidad y nervio.

Es así como piezas recientes tan incontestables como “Bisontes albinos”, “Elvira / Santuario Salvaje”, “La bruja” o “Soledad / Clarividencia” encajan sin esfuerzo con clásicos del tipo de “Ha sido divertido”, “Mil espejos” o “Dosis modernas” (con ese desarrollo final abrumador). Una maniobra rematada gracias a la apoteosis de “El hijo de Dios” –con Leo Mateos cantando entre el público escondido bajo su capucha y acrecentando ese tipo de peligro inherente a la fuerza narrativa y ejecutiva de los madrileños–, “Prometo hacerte daño” y “El diablo fue bueno conmigo”.

Hora y cuarto copada por un combo que se mostró insultantemente engrasado y coordinado sobre las tablas, quizá enrabietado ante las adversidades y con un Mateos liderando el asalto al tiempo de cantar, con más matices que nunca, esas historias de tintes oscuros que solo a veces dejan entrar algo de luz. Nudozurdo fueron una de las formaciones imprescindibles de la escena estatal y, en el presente retorno, parecen estar cosechando aquellas cotas inéditas de reconocimiento que, por calidad, siempre merecieron. Somos afortunados de contar de nuevo con un grupo de tales peculiaridades, amparado ahora por cierta aureola de banda de culto que, a estas alturas, resulta incuestionable.

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