A ojos cerrados

Daniel Martin Moore visitaba la capital zamorana por primera vez, dentro de una gira peninsular en la que viene adelantando algunas de las canciones que incluirá el que será su próximo disco cuando se publique en verano bajo el título de “Golden Age”. El norteamericano ofreció una presentación de extrema calidez ante un selecto grupo de aficionados, guiada por una cualidad vocal aparentemente inofensiva y, a la postre, descomunalmente cercana, bella y emocionante.

Ejecutado a un volumen comedido e idóneo dadas las circunstancias y ante el silencio sepulcral de los presentes, el músico desplegó su folk heredado de los mejores cantautores, que incluye varias generaciones que abarcan desde Tim Buckley hasta Elliott Smith. Las nuevas composiciones apuntan a lo mejor de su catálogo, y fueron combinadas con clásicos del género de varias épocas y acercamientos al blues como la emocionante “In The Cool Of The Day”, recuperada del álbum de mismo nombre y desarrollada sólo con voz.

Los ojos del artista permanecieron cerrados durante casi todo la actuación, ya fuese acompañado de guitarra o piano, en un sentimiento en estado puro compartido en cada pieza. Y es que el de Kentucky probó una inhabitual capacidad para motivar empatías desde su sencillez extrema, generando una férrea conexión con el público que no hizo sino crecer hasta derivar en plena complicidad.

Fue entonces cuando, en el tramo final del concierto, Moore decidió bajar del escenario para evitar la mediación del micrófono, certificando las sedosas sensaciones que su interpretación venía aportando durante toda la noche. Era la culminación de una velada que comenzó siendo encantadora y terminó convertida en pura magia.