Cuestión de sangre
Cine - Series / Tom McCarthy

Cuestión de sangre

7 / 10
Jordi Picatoste Verdejo — 11-08-2021
Fotografía — Frame de la película

“Cuestión de sangre” es una película fragmentada. Un guion herido en su mitad parte el film temporalmente en dos, fractura de la que se resiente, pero que responde a la naturaleza de las intenciones del conjunto. Aunque se presenta como un thriller con un padre coraje americano dispuesto a demostrar la inocencia de su hija, encarcelada en Francia acusada de asesinato, este película de reconciliación y aprendizaje perfila un retrato psicológico preciso de su protagonista masculino, encarnado por un recio Matt Damon (a lo Vincent Lindon), expresidiario tosco y callado, representante de una América encerrada en sí misma. Eso es lo que importa a su director, Tom McCarthy, quien fuera guionista de la celebradísima "Up" de la factoría Pixar y responsable de la multipremiada "Spotlight". Todo lo demás es Mcguffin.

De hecho, el film se inicia in media res. Ya hace años que se cometió el asesinato, el juicio se celebró y resultó desfavorable para la hija del protagonista, interpretada con eficacia por Abigail Breslin, la otrora niña de “Little Miss Sunshine”. McCarthy nos ahorra preámbulos acostumbrados en thrillers o dramas parecidos: brilla por su ausencia una presentación de una inmaculada y feliz cotidianidad familiar interrumpida abruptamente por noticias inesperadas y trágicas. Aquí no hay nada de eso. De hecho, se intuye lo contrario. Descubrimos el solitario día a día de Bill, de actitud parca y religiosidad inquebrantable, que malvive con trabajos temporales y cuya única relación afectiva es con su suegra enferma. Su hija, ausente, solo está en sus plegarias.

El guion de la película cuenta con la participación de Thomas Bidegain, francés de origen vasco, habitual colaborador de los dramas criminales de Jacques Audiard y cuyo debut como director, “Mi hija, mi hermana”, ya abordaba una relación entre padre e hija desde la búsqueda en tierras extrañas. En “Cuestión de sangre”, la multicultural Marsella, donde está encarcelada su hija, es esa tierra extraña que Bill visita regularmente sin ninguna intención de aprender su idioma ni empatizar con sus habitantes. Conocerá a Virginie, que le servirá de guía y traductora. El inicio de un proceso de aprendizaje no siempre idílico.

Como su personaje principal, McCarthy intenta, pero no encuentra, el encaje entre dos maneras de hacer diferentes. Rompe, como se ha dicho anteriormente, el tradicional relato hollywoodiense e intenta aproximarse a formas menos evidentes, como en una escena familiar de miradas que evita el plano/contraplano con un plano general sostenido, pero no siempre consigue el ensamblaje perfecto. Esto se percibe, sobre todo, tras la fractura temporal que divide el film, lo que repercute en un ritmo irregular que erosiona una película audaz, pero imperfecta.

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