Entrevista con la actriz Ingrid García-Jonsson con motivo de 'Veneciafrenia' de Álex de la Iglesia
Especiales / Ingrid García-Jonsson

Entrevista con la actriz Ingrid García-Jonsson con motivo de 'Veneciafrenia' de Álex de la Iglesia

Daniel Grandes — 22-04-2022
Empresa — Amazon Prime Video
Fotografía — Archivo

Lo que pasa en Venecia se queda en Venecia. No recuerdo si esta frase se dice o no realmente en “Veneciafrenia”, el último descenso a los infiernos orquestrado por Álex de la Iglesia, pero resume a la perfección el espíritu de esta oda al giallo y a las resacas históricas.

Tras conquistarnos en el musical “Explota, explota”, la actriz Ingrid García-Jonsson no le tiene miedo a un par de asesinos enmascarados. Hablamos con ella sobre rodar entre canales, ver películas por primera vez, hedonismo post-pandemia y Los Chichos, con la esperanza de que no todo lo que pasa en Venecia se quede allí.

Cuando se presentó el teaser de “Veneciafrenia” me pareció imposible que a alguien no le pudiera interesar esa propuesta, quizás por lo atrevido del concepto y la estética. ¿Cómo se te presenta a ti el proyecto?
Fue muy gracioso. Me llamó un amigo y me dijo: “Oye, ¿tú por qué no quieres trabajar con Álex de la Iglesia?”. Alguien le había dicho que yo no quería hacer prueba para su película. Yo ni siquiera sabía de qué película estaba hablando. Fue una conversación muy extraña porque yo estaba deseando trabajar con Álex de la Iglesia. Al día siguiente me llamaron para decirme que Álex quería hacerme una prueba. Yo no entendía qué estaba pasando [risas]. Porque yo conocía el proyecto y antes estaba protagonizado por un grupo de veinteañeros, no treintañeros. No entendía qué podía pintar yo allí. Álex aclaró a mi representante este cambio de edad y le dijo que le interesaba que yo hiciera prueba para el papel de Isa.

¿Y cómo fue preparar el papel de Isa? Al fin y al cabo “Veneciafrenia” es una película que oscila constantemente entre una comedia desfasadísima y un cine de género puro y crudo…
Lo preparé tal y como lo preparo todo; con mucho ensayo por mi cuenta, con mucho estudio e intentando tener claras todas las posibilidades que le podían interesar a Álex. Volví a ver toda su filmografía para tener claro qué tipo de personajes le gustan y cuál es el tono de sus proyectos. Puedes ver una película de Álex de la Iglesia y saber qué es suya, y creo que eso tiene mucho que ver con sus personajes. Son personajes que van siempre de cero a cien. Quería tener eso lo más controlado posible para luego a la hora de rodar –y además sabiendo que era una película que se iba a hacer en muy poco tiempo– estar lo más inmersa en el “mundo Álex de la Iglesia” posible. Hay que estar dispuesta a hacer y no pensar, a tirarse a la piscina.

"Álex es indestructible. Le va muchísimo la marcha. Se lo pasó muy bien. Cuando consigues hacer lo que parecía imposible hay mucha satisfacción"

Hay una parte de la película centrada en la fiesta y el puro hedonismo que, estando aún en época pandémica, llegaba a ser incluso anacrónica. ¿Cómo viviste esa parte del rodaje en Venecia?
Teníamos muchísimas ganas de rodar eso [risas]. Al fin y al cabo era nuestra oportunidad de pegarnos un fiestón en un momento en el que no te podías reunir con más de cuatro personas en Madrid. Aprovechamos cualquier oportunidad de meternos en follones que nos brindó la película para meternos en follones, todo con tal de intentar recuperar esa sensación de estar viviendo una vida más… normalizada. Daba susto, eso sí. Pero los rodajes son entornos muy controlados y este en concreto aún más. Nos hacían tests casi todos los días, todo el mundo iba con mascarillas, se respetaban las distancias de seguridad... Estaba todo muy medido. Supongo que por eso luego no nos importaba meternos entre cien personas sin tener miedo a joder el rodaje… ¡La verdad es que fue un fiestón! ¡Te aseguro que Ingrid se lo pasó mejor que Isa!

De hecho ese ambiente de fiesta se trasladó por completo a la presentación de la película en el festival de Sitges.
Fue algo muy intenso. Rodar con Álex no es fácil y esta película tampoco lo fue. Me lo pasé muy bien, pero estuvimos al límite en muchas situaciones. Revivir esa experiencia después de un año con tanta gente reunida en un mismo espacio me pareció algo extraño. Ver las películas por primera vez para mí es algo muy íntimo y tener que compartirlo con tantísima gente es muy especial, pero también muy duro. Hay mucho nerviosismo porque quieres que la peli funcione en Sitges y que a la gente le flipe. Lo dimos todo en este rodaje. Trabajamos de lunes a sábado catorce horas al día. Casi no teníamos ni tiempo para comer o dormir. Fue intenso. Volver a juntarnos todos después de un año fue bonito. Pero después de la proyección y los aplausos me fui a mi habitación a llorar [risas]. No podía con tantas emociones. Luego ya fui a tomarme una copa, pero más tranquila. Laboralmente ha sido una de las experiencia más duras por las que he pasado.

Recuerdo que en esa misma proyección Álex dijo que había sido el rodaje más difícil de su carrera. ¿Ha influido mucho el rodar en Venecia?
Rodar en Venecia es imposible. No es imposible porque lo hemos hecho, pero te pone en situaciones muy complicadas. En Venecia no hay coches, tienes que moverte en barco. Los tiempos son otros, las dimensiones son otras… La película era muy ambiciosa y los planes iban muy ajustados. Y a todo esto se le suma el hecho de estar rodando una película de terror. Estás experimentando cosas desagradables y difíciles de ver, y eso al final influye mucho al equipo. Recuerdo a Álex diciendo que le iba a dar un telele y que ya no tiene edad como para esto [risas]. No quería ser yo la que matara a Álex de la Iglesia.

Al final sobrevivió, así que todo bien [risas]
Álex es indestructible. Le va muchísimo la marcha. Se lo pasó muy bien. Cuando consigues hacer lo que parecía imposible hay mucha satisfacción.

Sobre el hecho de rodar en Venecia, personalmente me llamó mucho la atención que se decidiera centrar la acción justamente allí cuando la gentrificación y el turismo masivo son temas que tocan muy cerca en ciudades como Barcelona, por ejemplo.
Venecia es un caso muy claro de cómo estas problemáticas destrozan la ciudad. Como mucho habrá un habitante en cada calle. Álex le tiene mucho aprecio a Venecia, la conoce muy bien. Además de todo esto, no puedes desaprovechar la oportunidad de grabar en Venecia. Si pudiera elegir dónde ambientar una película, yo también escogería esta ciudad.

Al final encaja muy bien con esta estética del giallo y el cine de terror italiano que se quería reivindicar en la película.
Totalmente. Además creo que en este caso la pandemia nos favoreció. Quizás en otro momento hubiera sido imposible. Venecia está siempre llena de gente y no es tan fácil cortar una calle.

¿Cómo has vivido la transición de protagonizar un musical como “Explota, explota” a un slasher de manual como “Veneciafrenia”?
Ha sido muy enriquecedor. El confinamiento de tres meses también tuvo mucho que ver. Me apetecía mucho este reto. Me gusta que mi carrera vaya de un lado al otro y que no se sepa qué es lo que voy a hacer a continuación. Me estimula que los papeles sean ajenos a cosas que yo haya hecho anteriormente. También voy bastante a terapia [risas]. Me va bien para poder gestionar este tipo de cosas y no volverme loca. En mi vida no hay ninguna rutina, pero tengo mucha suerte. Me siento muy afortunada.

Estando en Mondo Sonoro, me siento mal acabando la entrevista sin preguntarte por alguna recomendación musical.
Ahora que estoy fuera de España me vuelvo muy española, así que mis recomendaciones van a ser Los Chichos, Los Chunguitos, Antonio Machín y Las Grecas [risas]. Estoy escuchando esas cosas ahora mismo. A Sandra Delaporte, que es colega. El último disco de Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, que es muy bueno, lo escucho en bucle. Mucha música en español, por pura nostalgia.

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