75 aniversario de Carlos Cano
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75 aniversario de Carlos Cano

Eduardo Tébar — 09-04-2021
Fotografía — Juan Miguel Morales

El pasado 28 de enero Carlos Cano hubiera celebrado su 75 cumpleaños. La Asociación Memoria Carlos Cano ha preparado dos regalos para este granadino universal: El libro Carlos Cano. Voces para una biografía y el proyecto discográfico dirigido por Giulia Valle Carlos Cano en clave de jazz, que se presenta en directo el 11 de abril en Teatro Isabel La Católica de Granada.

Aquella portada a lo King Crimson, obra de Carlos Ortega, proyectaba la fuerza y la convicción profunda de Carlos Cano cuando publicó en 1976 su primer disco, A duras penas, a través del sello Gong, de Gonzalo García Pelayo. Tiempos convulsos: la muerte del dictador animó el flujo de nuevos e inquietos creadores. En Sevilla emergía el equivalente andalusí a la onda layetana: el rock andaluz. En Granada, en cambio, había cristalizado un movimiento de cantautores en torno al Manifiesto Canción del Sur, iniciativa del poeta Juan de Loxa, conductor del programa de Radio Popular Poesía 70. Por allí desfiló incluso Joaquín Sabina. Pero destacaron las figuras de Antonio Mata (colaborador puntual de Triana y letrista de casi todo el Al-Andalus de Miguel Ríos) y Carlos Cano. Beber de Violeta Parra, Joan Báez, Bob Dylan y Brassens era muy de la época. En París, Cano empatizó con Lluís Llach. Canción del Sur funcionó, en cierto modo, como una versión meridional de Els Setze Jutges. La contracultura andaluza, hermanada con la Barcelona libertaria.

Tras el primer homenaje internacional a Federico García Lorca en la capital francesa, donde participó Enrique Morente, Carlos Cano se profesionalizó y emprendió una carrera exitosa. Saramago lo definió como el cantor de la encrucijada: sus intereses apuntaban a los cuatro puntos cardinales. Mestizaje musical e ideológico. El granadino se parecía a Woody Guthrie: cantaba lo pasaba, cantaba lo que pensaba. Como Cernuda, era un andaluz triste. Como Lorca, encontró su esencia en Nueva York y en La Habana. En contra del tópico franquista, Carlos Cano usaba la copla como una metralleta emocional para reivindicar la República. Y la emoción profunda, que consideraba huérfana en las nuevas tendencias. Del mismo modo, admiraba la singularidad de los cubanos: ellos saben entonar la alegría.

El 11 de abril, el Teatro Isabel La Católica de Granada acogerá la puesta de largo de la valiente aventura Carlos Cano en clave de jazz, donde la contrabajista y arreglista Giulia Valle lidera una vuelta de tuerca impensable del cancionero del cantautor granadino, fallecido hace dos décadas. En marzo se instaló una placa en su recuerdo en la casa en la que nació, en el barrio del Realejo. El pasado 28 de enero, Carlos Cano hubiera cumplido 75 años.

Los actos conmemorativos sobre su figura abarcarán también, en unos meses, una exposición a partir del monumental libro Carlos Cano. Voces para una biografía, editado por Carlos Cano Producciones junto a la Diputación de Granada, con una gran implicación del periodista Omar Jurado y del fotógrafo Juan Miguel Morales. En sus más de 300 páginas figuran testimonios de artistas, políticos y familiares. “Carlos sigue vivo en sus grabaciones”, dice García Pelayo. A su vez, la muestra Manos de santa ha reunido esta primavera utensilios de repostería conventual del Albaicín y el Realejo; el saber culinario de los conventos, como si de una alacena de las monjas se tratara, en alusión a la canción. Y hay más iniciativas en curso. A lo que convendría sumar el reciente número especial Ibn Cano de la revista de cultura andaluza contemporánea Secretolivo, dirigida por su sobrino, Tono Cano, donde desfilan nombres tan potentes como Juan José Téllez, Olla Castro, Jairo García Jaramillo o El Niño de las Pinturas. Por suerte, hay Carlos Cano para rato.

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