La noche de Carlos Cano
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La noche de Carlos Cano

Eduardo Tébar — 11-03-2016
Fotografía — Archivo Familia Cano

Granada reivindica a Carlos Cano en el 70 aniversario de su nacimiento. Figuras como J, Kiko Veneno, Miguel Ríos, Luis Pastor, así como Soleá y Estrella Morente, redescubrirán la obra del desaparecido cantautor andaluz con un concierto en el Palacio de los Deportes el 12 de marzo para el que hace semanas se colgó el soldout.

Un boletín radiofónico propagó la noticia a mediodía. La ráfaga sacudió por igual al tendero de la esquina y a la cafetería de la facultad. El 19 de diciembre del 2000, la prematura muerte de Carlos Cano –estaba a punto de cumplir 55 años– truncó la deriva de un artista que se había reinventado en la feliz adaptación de las gacelas arábigas del “Diván del Tamarit”, de Federico García Lorca. Tras un lustro de trabajo compaginado con intensa medicación, el cantante no resistió a una nueva rotura de aorta en la zona cardiaca. Granada perdía un referente.

El 12 de marzo –un mes y medio después del 70 aniversario de su nacimiento, en el barrio del Realejo–, el Palacio de los Deportes acogerá un concierto de tributo. Organizado por Asociación Memoria Carlos Cano, el evento incluye a figuras del rock como J, Miguel Ríos y Kiko Veneno. También a veteranos compañeros de fatigas de la canción de autor como Raúl Alcover y Luis Pastor. A su amiga fadista Mísia. Y a continuadoras de su senda popular como Lourdes Guerra y las hermanas Estrella y Soleá Morente, entre otros participantes. En el aire, la presencia de Joaquín Sabina. Se vendieron más de mil entradas en 48 horas.

“A lo largo de 2016 se llevarán a cabo más actos y se editará una biografía fotográfica”(Amaranta Cano)

El acontecimiento viene secundado por la reedición del recopilatorio “Una vida de copla”, testamento de su renovación del género. “A lo largo de 2016 se llevarán a cabo más actos y se editará una biografía fotográfica”, anticipa Amaranta Cano, hija de Carlos e impulsora del colectivo. El cartel anunciador muestra la imagen del músico granadino a mediados de los setenta fotografiado por Máximo Moreno, ilustrador de Triana y del propio Miguel Ríos en la época. El mismo momento –1975– en el que Carlos Cano publicó “A duras penas”, su debut, por medio de la serie Gong, que dirigía Gonzalo García Pelayo. Hito: el álbum descubre a intérprete feroz y a un letrista tan astuto y mordaz como su apreciados Javier Krahe y Chicho Sánchez Ferlosio. Portada de garganta en desgarro a lo King Crimson y militancia andalucista a través de Blas Infante. Patenta el gran himno de oriflama (‘Verde, blanca y verde’). Testimonia el exilio de obreros en Alemania (‘El Salustiano’, ‘La grasia’). Pergeña su alianza con Antonio Mata (‘Aleluya’), camarada del Manifiesto Canción del Sur, colaborador a su vez de Triana y del Miguel Ríos de “Al- Andalus”, recientemente fallecido. Y con Enrique Morente: ‘Anochece’ resulta una visión jonda del ‘Dazed and confused’ de Led Zeppelin. Eso sin olvidar su primera composición (‘La miseria’), o la veta de vanguardia sonora y poética para enarbolar un alegato de libertad (‘De cómo Antonio Machado resucita y limpia la casa de las sombras’). Lo que se dice un estreno redondo, vaya.

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Saramago definió a Carlos Cano como el cantor de la encrucijada: sus intereses apuntaban a los cuatro puntos cardinales. Mestizaje musical e ideológico. Se erigió en el Lluís Llach de Andalucía. En sus inicios, se fijaba en Bob Dylan, Joan Baez y –como Paco Ibáñez– en Brassens. El granadino se parecía a Woody Guthrie: cantaba lo pasaba, cantaba lo que pensaba. Como Cernuda, era un andaluz triste. Como Lorca, encontró su esencia en Nueva York y en La Habana. En contra del tópico franquista, Carlos Cano usaba la copla como una metralleta emocional para reivindicar la República. Del mismo modo, admiraba la singularidad de los cubanos: ellos saben entonar la alegría.

Ignorado durante estos quince años por la feligresía del pop, en realidad, los postulados de Carlos conectan con el discurso localista de bandas como Grupo de Expertos Solynieve. “Lo que siempre me ha atraído de Carlos Cano es su defensa férrea de la cultura andaluza. Una cultura crítica con el sistema”, explica J, que homologa preceptos similares en Los Planetas. “A Carlos Cano lo escuchaba mucho siendo niño. Me gustaba especialmente aquella etapa de los setenta, cuando lanzó los primeros discos. Era muy fan de ‘Crónicas granadinas’, aunque mi favorito es ‘A la luz de los cantares’, el segundo”. J habla de canciones como ‘La murga de los currelantes’. Ritmos y lenguajes andaluces: la chirigota de la Transición.

“Lo que siempre me ha atraído de Carlos Cano es su defensa férrea de la cultura andaluza. Una cultura crítica con el sistema” (Jota, Los Planetas)

Yo destaco su rebeldía ante las injusticias y contra la colonización cultural anglosajona. Y su compromiso con los Derechos Humanos”, añade su sobrino, Tono Cano, hoy al frente de la revista de cultura andaluza contemporánea SecretOlivo. “Musicalmente, siempre se ha puesto el foco en su recuperación de la copla andaluza, pero Carlos también ha sido la persona que más y mejor ha cantado a la memoria de Andalucía. Su obra va en paralelo con lo que ocurre a los andaluces. Sus primeros discos detallan de manera magistral lo que pasó en esta tierra durante los años de la Transición. Ser andaluz era su manera de ser persona”. ¿Y en los ochenta? ¿Dónde cuadra Carlos en aquella Granada punk de 091, TNT, Joe Strummer y la terna de poetas de La Otra Sentimentalidad? “A principios de los ochenta, Carlos estaba muy decepcionado por cómo se venía desarrollando la autonomía andaluza y en qué quedaron los sueños del pasado. Se puede ver muy claro en la canción ‘La metamorfosis’. Algo más tarde escribió ‘Las murgas de Emilio El Moro’, que fue la canción que le supuso estar vetado en Andalucía por el PSOE. Ese veto no se lo quitaron hasta mayo de 1995, cuando sufrió su primer aneurisma”, recuerda Tono Cano.

“Musicalmente, siempre se ha puesto el foco en su recuperación de la copla andaluza, pero Carlos también ha sido la persona que más y mejor ha cantado a la memoria de Andalucía. Su obra va en paralelo con lo que ocurre a los andaluces". (Tono Cano)

En “Autorretrato” (2012), Estrella Morente ya rescató ‘La Habanera imposible’, que contiene unos versos canonizados de querencia y de quebranto con la ciudad: “Granada vive en sí misma tan prisionera / que solo tiene salida por las estrellas”. Antes, Carlos Cano había creado habaneras para Cádiz y Sevilla. Así era Carlos: un cronista del corazón y del colectivo. “Guardo un recuerdo muy vivo de él. Éramos como familia. Nunca olvidaré el sentimiento de admiración profunda que le tenía mi padre”, comenta Soleá Morente, que presenta en estos días “Tendrá que haber un camino” su debut. “Sus niñas son amigas mías”, continúa Soleá. “La labor de Carlos Cano fue crucial en la música y en el apoyo de los Derechos Humanos. Nos dejó un legado fundamental lleno de puertas abiertas”. El repertorio de Carlos Cano es también un catálogo de las personas a las que admiró. Miguel de Molina, el cantante de coplas malagueño que se exilió en Argentina represaliado por el franquismo; el hispanista Gerald Brenan, José Afonso o las Madres Locas de Argentina, a quienes dedicó un tango memorable. La copla era un pervertidor de mayores.. Hasta que la cantó Carlos Cano.

“La labor de Carlos Cano fue crucial en la música y en el apoyo de los Derechos Humanos. Nos dejó un legado fundamental lleno de puertas abiertas” (Soleá Morente)

 

 

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