Solomillo Wellington
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Solomillo Wellington

7 / 10
Kepa Arbizu — 02-05-2024
Empresa — Family Spree Recordings
Género — Punk

Como enuncia en uno de sus temas ese mediocre portero de futbol convertido en adalid de la canción ligera más empalagosa y transformado en la actualidad en protagonista de diversos memes, unos que nacen y otros morirán. Una inexcusable ecuación vital que en esta ocasión se expresa bajo una paradójica pirueta del destino, y es que el inaugural asalto a la escena de la banda bizkaina Solomillo Wellington, por medio de un homónimo EP de debut, significa al mismo tiempo el epílogo del sello discográfico Family Spree Reordings, que deposita así una última semilla, fiel a su trayectoria de condición agitadora, en forma de concisa pero taxativa bomba incendiaria contra mentes pusilánimes.

A pesar del estreno que suponen estas canciones para esta formación de culinaria nomenclatura, no hay atisbo alguno de bisoñez en sus protagonistas, ya que todos ellos, de una forma u otra, llevan participando activamente en la noble tarea de zarandear, con fruición, la escena musical local. Un cónclave que reúne al dúo Los Retumbes en labores instrumentales; a uno de los integrantes, Kañon, de ese irónico y deslenguado asentamiento que responde al nombre de Campamento Rumano y que escoge como portavoz del combo a una Edurne, activa personalidad del ecosistema roquero, que cede sus cuerdas vocales al servicio de una propuesta que, con estos mimbres, es lógico que encuentre en el punk primitivo y de viperino -y cada vez más necesario- verbo su lenguaje preferido.

Cuatro postales de ácida naturaleza y esqueleto ruidoso que ni quieren, ni posiblemente puedan, desligarse de ciertos ademanes que adornan a aquellas formaciones de las que provienen sus participantes. Una ascendencia que impide, bajo pena capital, que el disco se alargue mucho más allá de la media decena de minutos. Escueta extensión que sin embargo es tiempo más que sobrado para que desde la inicial “Bajonazo sideral”, un punk orgánico y desgarrado al mejor estilo de Las Vulpes, Desechables o unos Espasmódicos sin su raíz hardcore, sirve como desplante a esa losa que suele ser aquello que piensan los demás de uno. Insistiendo en convertir la guitarra en una trituradora rítmica, el explícito título de “Escoria humana” denota que no hay intención alguna de tender la mano al prójimo, y mucho menos si éste es el culpable de la autodestrucción etílica retratada en “Demasiado poco bebo”. Manteniendo lo que parece un patrón irrenunciable, con un penetrante bajo que sirve de maestro de ceremonias para el consiguiente aguacero eléctrico, en el caso de “Adiós” la ráfagas de riffs son el acompañamiento para esta despedida -en su esencia- “a la francesa” del disco pero sobre todo de ese amor romántico convertido tantas veces en cuento de terror.

El punk no surgió en absoluto para hacer amigos, más bien al contrario su propósito era coleccionar enemigos, y cuantos más, mejor. Un reto que en un escueto primer trabajo Solomillo Wellington han logrado con creces, consiguiendo con seguridad que sus andanadas cuesten ser digeridas por por todos aquellos reacios a escuchar cualquier verdad que desmorone la imaginaria torre de marfil donde habita. Bajo un corrosivo costumbrismo y una no menos rotunda displicencia frente al género humano, este cuarteto no necesita más presentación que su propio sonido que reivindica, al menos musicalmente, esa Bizkaia gris y sucia pero posiblemente mucho menos hipócrita que la infestada de tiendas de marca y franquicias donde se fabrican seres humanos al peso.

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