Mezkal
Comics / Kevan Stevens / Jef

Mezkal

6 / 10
Manu González — 02-05-2024
Empresa — Norma Editorial

La fascinación y el peligro del western fronterizo sigue emocionando a autores y ávidos buscadores de aventuras en la ficción desde hace décadas, ya sea con su forma primigenia, su bastardización italiana o como nuevas revisiones más noir al estilo del cine más mexicano de directores como Robert Rodríguez. El guionista audiovisual francés Kevan Stevens ha querido rendir un sentido homenaje a ese universo de polvo, tiros, rudos personajes y alcohol en su primera visita al mundo del noveno arte. Especializado en dar clase de escritura en la Escuela de la Cité de Luc Besson, con el que comparte cierto frikismo en este tipo de cómics, y dueño de una agencia de asesoramiento literario, Stevens ha contado con la apabullantes tintas de Jef, dibujante que ya había lidiado con la violencia fronteriza en las adaptaciones de los guiones de Walter Hill “Balas perdidas” y “Cuerpo y alma”, publicados también por Norma. Con estos dos autores juntos pensaríamos que tendríamos un excelente cómic de mafiosos en la frontera, ¿no? Lamentablemente no ha sido así.

“Mezkal” comienza despacio, con un toque muy noir clásico que parece de los años cincuenta, aunque sucede en un futuro indeterminado. Nuestro protagonista es un oficinista gris, Vananka Darmont, que abandona Chicago para vivir en México, siempre en busca de un padre ausente que le abandonó cuando era un crío. En el desierto fronterizo conoce a una mujer que no le traerá más que problemas por culpa de su mafioso primo, quien lo contrata para hacer trapicheos con la promesa de dinero fácil para cuidar a su cada vez más exigente novia. Evidentemente, se va a liar gordísima, con personajes como un jefe de la DEA enano, un grupo de moteros del infierno nazis y varios mafiosos de distinto pelaje como si fueran jefes finales de videojuegos.

El viaje es tan caótico argumentalmente como una película de acción francesa, con sus puntos de frikismo y acción loquísima a lo “Dobermann” (1997) de Jan Kounen. Jef se gusta mucho en estos momentos, llegando a llenar con más de quince páginas una persecución a lo “Mad Max” como si fuera el hijo bastardo de Katsuhiro Otomo, pero por la mitad del cómic la trama se va deshinchando presentando nuevos personajes y con un desarrollo pésimo en la historia de nuestro sufrido protagonista, quien solo sirve como punching ball narrativo para seguir introduciendo más momentos a lo Barry Gifford. He llegado tan agotado al final que me ha interesado bien poco su catarsis paterno-filial. Tal vez una historia de cien páginas en vez de ciento ochenta y ocho hubiera sido bastante más aprovechable.

 

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