Mi Reno de Peluche
Cine - Series / Richard Gadd

Mi Reno de Peluche

8 / 10
Maite Aparicio — 25-04-2024
Empresa — Netflix
Fotografía — Cartel de la serie

Justo cuando el true-crime parecía haber perdido fuelle, llega Netflix dispuesto a renovar nuestros votos por el género con la impactante “Mi Reno de Peluche”, el sórdido relato de acoso y consentimiento basado en las vivencias reales de su creador y protagonista, Richard Gadd.

Por la puerta de atrás y tras haber cosechado un sonoro éxito sobre las tablas del Festival Fringe de Edimburgo, el proyecto firmado por este actor y cómico escocés da el celebrado salto a la pequeña pantalla, convirtiéndose con unánime reconocimiento en una de las miniseries más vistas y comentadas en los últimos días. Y lo cierto es que no es para menos.

Donny Dunn (Richard Gadd), un camarero afincado en el norte de Londres con aspiraciones fallidas a comediante de stand-up, descascarilla hasta el último detalle su terrible experiencia como objetivo de las perversas fantasías y espeluznantes delirios de una enferma mental llamada Martha Scott (Jessica Gunning), quien al más puro estilo Kathy Bates en “Misery” establecerá un extraño vínculo con su víctima, sobrepasando los límites de todo lo que hayamos visto hasta ahora en historias de similar cuño (con permiso, eso sí, de “Podría Destruirte” (20), de la cual bebe bastante).

Cada hecho acontecido a lo largo de este período en la vida de Gadd (fechado en la ficción entre 2015 y 2017) parece más increíble que el anterior. Sin embargo, y tal y como éste ha asegurado en diferentes entrevistas, todo lo narrado en el metraje de la serie sucedió de verdad. Un disclaim enunciado al comienzo del primer episodio que nos helará la sangre cada vez que lo recordemos a lo largo de la misma.

Huyendo de clichés, e incluso jugando puntualmente con la comedia más negra, “Mi Reno de Peluche” supone un progresivo y brillante ejercicio de auto-análisis para su protagonista y responsable, quien consciente de estar abriéndonos las puertas de su vida, se entrega hasta el chasis en una interpretación altamente sentida y sobrecogedora. Sin reparos y en primera persona, el actor ahonda en el dolor y revive desde el compromiso más crudo el camino hacia su desdicha, brindándonos arrolladores monólogos a corazón abierto y convirtiendo la crónica de su tragedia en un particular estudio sobre el trauma y la culpa. Con todo, Gadd evita caer en la auto-complacencia y no se presenta por entero como una víctima, sino como un individuo complejo y lleno de aristas que gustarán de ser descubiertas y comprendidas.

Su discurso riza el rizo de la incomodidad y aun así consigue no perdernos. Y es que aunque a priori pueda parecernos que su historia no dé para tantos episodios, a medida que su respectivo protagonista se va quitando capas de encima y revelando otros datos relativos a su personalidad y a su bagaje más íntimo (especialmente, en el cuarto episodio), comprenderemos (y abrazaremos) su respectiva duración. Tanto, que hasta el cuerpo nos pedirá con voraz apetencia devorar sus siete partes ininterrumpidamente y de una sentada.

Con el purgante fin de mostrarnos los inescrutables caminos que una mente dañada puede transitar y de la mano de la confidencialidad propia de un texto autobiográfico, “Mi Reno de Peluche” se presenta como una devastadora y magnífica reflexión sobre el desmedido anhelo de la aprobación externa, el abuso de poder, lo lesiva que una carga traumática puede llegar a ser y las impredecibles consecuencias de nuestras relaciones con los demás. Una perturbadora catarsis que difícilmente podrá pasar desapercibida en un presente en el que la confianza y la privacidad se han desdibujado por completo.

 

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