Pese a las acusaciones de inflexibilidad, dogmatismo e integrismo independiente (infundidas por la interpretación algo extremista que se ha hecho en ocasiones de sus palabras), el líder de Fugazi mantiene ahora, pese a su cambio de piel al frente de The Evens (junto a la voz y la batería de Amy Farina, ex The Warmers), los mismos presupuestos éticos (e incluso estéticos) que han definido su carrera. Si además van acompañados por álbumes tan notables como el homónimo “The Evens”, mejor que mejor. Un proyecto que nació de forma natural y fluida. “Simplemente queríamos hacer música. Somos amigos, nos conocemos desde hace años, somos fans de la música del otro. En 2001 Fugazi pasamos mucho tiempo en casa, sin ir de gira, y además en septiembre de ese año uno de nuestros miembros iba a ser padre, con lo que estaríamos meses parados. Todo surgió de forma muy natural con Amy, muy fresco. No había ninguna estrategia detrás”. ¿Obedece esto al deseo de encontrar una vía de escape respecto su banda de siempre? “Bueno, nunca usaría el término escapar para referirme a ellos, porque amo a Fugazi. Sí que creo que posiblemente estaba algo cansado de tocar en el mismo tipo de locales con ellos. La música está más allá de la industria, los sellos y las ideas comerciales, así que la idea de centrarme tan sólo en la música por sí misma sí que me ha influido. Tengo cuarenta y tres años, y la gente de mi generación somos los primeros en ver a los auténticos veteranos del rock, desde que surgió en los cincuenta, hacerse mayores. Si miras a los nombres grandes de esa generación, parecen querer competir son las nuevas generaciones, una competición por ver quién parece más joven. Nadie les toma muy en serio, pese a que vendan mucho. Paul McCartney, por ejemplo, está en una posición en la que se supone que podría hacer lo que le viniera en gana, y uno se pregunta para qué necesitaría, a estas alturas, tener un hit. ¿Por qué no piensa en hacer buena música? En el jazz y el blues esta clase de artistas sí es respetada, piensan en hacer algo nuevo, fresco. Y tocan en pequeños locales, lo que me hace en pensar en que sólo quiero hacer música real, que me diga algo”. Más escéptico se muestra respecto a los paralelismos que algunos han visto entre The Evens y el rock desnudo y minimalista de Young Marble Giants o Beat Happening. “No he escuchado nunca a Young Marble Giants. Y tampoco creo que esas comparaciones sean exclusivamente producto de la pereza de los periodistas. Más bien me puedo imaginar que sea el resultado de la desesperación que muchos podéis sentir ante la saturación de productos que os invaden, y tener que escribir sobre todos ellos. En ese sentido, me hace sufrir por vosotros”. Sí que reconoce la continuidad en el contenido político y, sobre todo, ético de sus textos, aunque con matices. “Escuché a alguien en la radio decir que ‘All These Governors’ hablaba sobre la ineficiencia del gobierno, y me partí de risa cuando lo escuché. La canción no trata en absoluto sobre eso. El término ‘governor’ tiene dos sentidos en inglés, el del gobernante y el del aparato que se coloca en un vehículo para que no vaya rápido (taquímetro). Me refiero a ellos en ese doble sentido, los gobernantes no dejan que la gente vaya rápido y progrese, quiere controlarles. Y lo mismo se puede aplicar a las estructuras de nuestra sociedad que actúan como ellos, como los líderes en un grupo de amigos o en una comunidad vecinal, siempre hay alguien que trata de frenar y controlar al resto del grupo, de impedir que se desarrollen libremente. Mis canciones son pensamientos, juego con las palabras. Ciertos clichés deben ser revisados, porque representan hábitos, y musicalmente trato de desafiar al pensamiento convencional”. Y como guinda final, una reflexión: “Cuando tienes un país como Estados Unidos, que es el más rico del mundo, y gasta más dinero del que tú y yo veremos en la vida, en una bomba que expele piezas de metal sobre las personas para matarlas, es de locos. ¿Cómo hemos llegado a eso? Y lo más increíble es que la gente de este país lo permite. No son mala gente, pero simplemente lo aceptan todo, sin pensar. Para mí es muy importante jugar con las palabras y la música para tratar de hacer que la gente pueda pensar de otra forma. Siempre he votado en todas las elecciones presidenciales, y mi estrategia es muy simple. Mi lógica es esta: la gente de aquí siempre consigue lo que desea, gobierne quien gobierne, y en realidad acaba mereciéndose lo que tiene. Pero el mundo no lo merece. España no lo merece. El principal impacto que Estados Unidos consigue en el exterior siempre es a través de la guerra, es obvio. Y siempre se produce fuera, nunca en nuestro territorio. Así que siempre me inclino por el candidato que tenga menos pinta de llevar a este país a la guerra”.
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