No al concepto
Entrevistas / Nagasaqui

No al concepto

Estela Aparisi — 25-09-2009
Fotografía — Archivo

Álvaro Tello y Pedro Camacho son dos multiinstrumentistas conquenses que firman un álbum en el que el paso del tiempo, la nostalgia y la urgencia de vivir se envuelven en atmósferas que beben del pop más maduro,

“No nos planteamos
innovar nada, solo hacer canciones emocionantes. Quizás aportemos cierta
frescura, en un entorno musical excesivamente etiquetado. Tratamos cada canción
como una unidad, como si estuviera sola en el mundo, y le damos lo que nos
pide, sin pensar en el disco en conjunto. Odiamos los discos conceptuales, en
general los conceptos. Por eso no hemos titulado el disco”
. Así describen "los
profetas japoneses" (como les gusta llamarse) su debut homónimo.
Álvaro Tello y Pedro Camacho son dos multiinstrumentistas conquenses
que firman un álbum en el que el paso del tiempo, la nostalgia y la urgencia de
vivir ("Mientras queden días voy a gastarlos", "En el futuro
puede que no exista el futuro, en el presente manda el tiempo que descuidas y
se va", "Que ganas tengo de ser mayor y ser yo") se envuelven en
atmósferas que beben del pop más maduro y se elevan a un plano superior
engrandecidas por la producción de José María Rosillo. “El sonido del disco
es ecléctico, o al menos es lo que hemos intentado. El indie es el canal que
tenemos delante, entendemos que hay gente detrás que piensa por sí misma, que
no se cree siempre el telediario oficial. José María Rosillo entendió a la
perfección nuestro sonido y le aportó calidad y calidez”
. Un sonido al que
acompañan letras luminosas, a caballo entre la esperanza y el desencanto, que
escriben una página más en la historia de nuestro pop nacional. En "Ciudad
Jardín" rinden su particular homenaje a los ochenta desquitándose con las
vueltas y revueltas de viejas glorias. “Criticamos la vuelta indiscriminada
de grupos sin motivo aparente. Por otro lado, hemos crecido con Ciudad Jardín y
su visión diferente de las cosas. En verano, mientras los demás jugaban al
fútbol, nosotros nos emborrachábamos y comíamos miguelitos escuchándoles en Las
Lagunas de Ruidera, en un dos caballos descapotable. En fin, de la Movida, nos
marcaron ellos y Glutamato Ye-Yé”
. El disco alcanza su momento álgido con "Gilipollas", un
corte de tintes psicodélicos donde se lo reprochan todo ("pero dónde vas
con esa pinta de gilipollas, cómo coño crees que se puede ligar así") y
musicalmente resumen los propósitos del disco. “Está dedicada a nosotros
mismos. Nos quedó más psicodélica, más sesentera, nos gusta que sea diferente
al resto del disco. Estrenamos el vídeo muy pronto y va ser galáctico y
divertido”
. Moviéndose en un terreno propio, personal y sin complejos, el disco
palpita como un loop de emociones en constante movimiento, haciéndoles a ratos
amigos y en ocasiones extraños de sus compañeros de generación.

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