“Cada disco significa un retrato de lo que sentimos en ese momento”
EntrevistasNiña Coyote Eta Chico Tornado

“Cada disco significa un retrato de lo que sentimos en ese momento”

Kepa Arbizu — 30-04-2025
Fotografía — Archivo

“Atea”, el nuevo trabajo firmado por este dúo constituido por Koldo Soret y Úrsula Strong, exprime la ya reconocible fórmula acuñada por sus autores, consecuencia de aliar el punk, el stoner rock, la psicodelia o el metal, para conseguir un arrebatador resultado aderezado de matices innovadores.

En ese ejercicio constante por contradecir la aritmética en la que se ha convertido la carrera de Niña Coyote eta Chico Tornado, su actual trabajo, “Atea”, vuelve a alterar la lógica matemática para demostrar que la suma de dos individuos es capaz de engendrar un huracán sonoro digno de un batallón. Precedido por un trabajo que vio nacer a su alter ego de sangre latina, Don Cóndor eta Ñora Alacrán, esta actual referencia retoma un escenario por el que habitan de Motörhead a Kyuss pasando por The White Stripes o Anestesia. Un regreso a la senda más impetuosa que además se nutre de una airada lírica con la que enfrentar un mundo en crisis, batalla enunciada a través de una imponente agitación de ritmos eléctricos.

“Atea” llega tras la publicación de vuestro desdoblamiento “latino” con Don Cóndor y Ñora Alacrán, ¿estamos ante un regreso a vuestra esencia?
Cada vez que sacamos un nuevo trabajo significa un retrato de lo que sentimos y nos motiva en ese momento concreto. En esta ocasión el resultado nos ha salido de esta manera, y aunque escuchemos música de todo tipo, con lo que más disfrutamos es tocando aquello que hacemos normalmente.

Ese disco anterior, ¿lo consideráis un paréntesis en vuestra carrera u os ha proporcionado ciertos aprendizajes de cara a poder innovar?
Aquel disco es uno más en nuestra carrera y disfrutamos muchísimo haciéndolo, es un proyecto que sigue ahí y no ha muerto. Aunque lo último que sabemos de Don Condor eta Ñora Alacran sea que están en las calles de Monterrey tomando todo el día (risas), en cualquier momento nos pueden mandar un nuevo single. Pero desde luego que después de habernos salido tanto de nuestra zona de confort con aquel trabajo nos ha servido para abrir puertas y hacer lo que nos apetezca, sin ningún miedo a nada ni a nadie.

¿El paso del tiempo también os ha ayudado a sentiros más “libres” a la hora de abordar vuestro estilo sin restricciones?
Por suerte, si. Vas perdiendo el miedo a muchas cosas. Quizás sea la edad. O que cada vez te importa menos lo que la gente piense de ti...

Supongo que siendo un dúo de guitarra y batería, uno de los elementos definitivos a la hora de componer será el riff, ¿qué debe suceder para que acaben convirtiéndose en canción?
En primer lugar que nos haga sentir, vibrar y disfrutar tocando a los dos. Hay ideas que no nos motivan por igual y muchas de ellas se quedan en el tintero o las desechamos. Nos tienen que gustar y motivar todos los riffs de cada canción, al igual que todas las piezas tienen que encajar a la perfección. No paramos hasta conseguirlo.

“Vas perdiendo el miedo a muchas cosas. Quizás sea la edad. O que cada vez te importa menos lo que la gente piense de ti...”

El sonido del disco es orgánico y eléctrico pero también juega con el “ruidismo” y los efectos, ¿ha tenido que ver en ese sentido la intercesión de vuestro productor, Víctor Sánchez?
Hemos grabado en los estudios Elkar buscando ese sonido orgánico y analógico. La idea inicial era esa, nada de baterías disparadas ni samplers. Solemos llevar los arreglos y efectos bastante claros para cada canción y para el concepto conjunto del disco. En el estudio todavía le damos una vuelta de tuerca más y en este caso Victor Sánchez ha hecho un gran trabajo y ha supuesto una clara aportación al disco. Se ha involucrado por completo y ha entendido muy bien lo que teníamos en mente. Lo mismo podemos decir de la labor de Victor García en la masterización.

Os gusta jugar con el doble sentido de las palabras, y “Atea”, en este caso, es tanto puerta en euskera como no creyente en castellano, ¿el disco tiene más de invitación a entrar en vuestro mundo o de revolverse contra los dogmas?
Ese juego con los sentidos de una misma palabra nos gusta mucho y es algo que intentamos mantener desde el principio en títulos de discos y canciones. En este caso diríamos que tiene un poco de esos dos sentidos, por un lado es una invitación a entrar a nuestro mundo y a la evolución que hemos tenido como banda y al mismo tiempo se trata de mostrar nuestro punto de vista de los dogmas sociales y la pésima situación mundial.

El disco se abre con la concisa y arrebatadora “Trash”, donde no dejáis lugar a la duda respecto al contenido de vuestra mirada al mundo y además cuenta con un montón de colaboradores que repiten ese mantra en diversos idiomas..
Pues si, es una bienvenida al disco y nos parecía una presentación perfecta aunque se trate de la canción más trallera del disco y después nos vayamos por otros cauces y caminos nunca investigados antes. Además la mezcla de personas e idiomas en esta canción creemos que resulta muy curiosa. Tener a nuestras amigas Rodrigo Cuevas, Maika Makovski, Anxela de Bala, Ovidi de Los Zigarros, a la mexicana Mónica Mendoza y a los californianos Waxy es un regalazo enorme. Estamos muy agradecidas de poder contar con esas pedazo de musicazas para colaborar con nosotras, cada cual en su lengua materna y hacer semejante macarrada juntas.

“La música, como cualquier otra expresión de la cultura, es un arma que tiene mucho potencial transformador y revolucionario”

Otro invitado es Jon Maia en “Bidea Elurpean”, ¿cómo surgió esa aportación?
La idea nació hace unos años en la gasolinera de Itziar, cuando veníamos de un bolo y nos lo encontramos echando gasolina a las tres de la mañana. Teníamos esa colaboración pendiente y nos apetecía mucho que fuera Jon el que aportase una letra para este disco. Casualidad coincidimos de nuevo justo antes de grabar “Atea” y vimos que ese era el momento idóneo. Estamos muy contentas con el resultado.

La versatilidad del disco se demuestra en que es capaz de encadenar la melódica “Ezer esan” y la muy furiosa “Killer.
En realidad no intentamos demostrar nada, simplemente también nos gusta esa combinación de brutalidad y melodía. Un poco de sol siempre se agradece.

Hay varios temas instrumentales y todos ellos son capaces de transmitir una ambientación muy poderosa, ¿qué os debe generar una melodía para que penséis que no necesita letra?
Hay canciones que utilizando exclusivamente los riffs ya funcionan por sí mismas, consiguen hacernos volar. Nos metemos en ese “tornado” de guitarras eléctricas y ritmos de batería y nos la gozamos muchísimo. Es como estar en otro espacio y tiempo.

Si leemos al revés el título de “tziroi” aparece el nombre de Ioritz que en este caso lleva el apellido de Apaolaza, al que se puede escuchar en la canción, ¿fue una canción concebida desde el inicio como un homenaje a su figura desaparecida?
Teníamos claro que Ioritz debía de estar presente en este disco, ya que ha participado en todos los anteriores y aunque ya no esté con nosotros necesitábamos de alguna manera su presencia en él. Cuando hicimos este tema supimos que le venía muy bien una voz hablada al revés, al más puro estilo Black Sabbath, y que tenía que ser la del propio Ioritz. Es una pasada poder tenerle de esta forma en el disco. De hecho si escuchas del vinilo al revés podrás oír el mensaje subliminal.

En forma y fondo es un disco bastante apocalíptico, parece destinado a bailar sobre el caos...
Siempre ha habido ruinas y siempre las habrá, así que igual es mejor intentar bailar sobre ellas.

“Basque phanter party” alude al movimiento de las “panteras negras”, y su sonido tiene algo de RATM, ¿la música sigue siendo una herramienta revolucionaria?
La música, como cualquier otra expresión de la cultura, es un arma que tiene mucho potencial transformador y revolucionario. Hoy en día también es una herramienta más del capitalismo y muchas veces se trata como un producto o una vía para generar dinero. Es responsabilidad de cada una decidir cómo y para qué quiere usar esas armas.

Ser un dúo; cantar en euskera; tocar rock potente… No parecen las mejores credenciales para que una banda logre tener popularidad fuera de sus fronteras, sin embargo, vosotros lo habéis conseguido, ¿cuál consideráis que es la fórmula?
Pues creemos que se trata de ser de verdad. Nosotras creamos desde nuestro punto de vista y desde nuestra cultura y nuestro idioma, sin pretender ser o aparentar otra cosa distinta. Consideramos que esta manera de enfrentar la creación también es universal y genera una energía que se entiende por encima de fronteras y barreras idiomáticas.

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